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Alonso Felipe de Andrade, el liberador de Isla del Carmen

Durante más de 120 años, piratas desataron terror en estados como Tabasco, Campeche y Veracruz; cada ataque era muerte y destrucción: violaban mujeres, asesinaban a niños y ancianos
Aunque el sargento mayor murió, los sanguinarios jamás regresaron a la Isla / Por Esto!

A mediados del siglo XVI, la Nueva España apenas era un bosquejo; estaba en cimientos. No habían transcurrido ni 20 años de la caída de Tenochtitlán cuando comenzó la expansión española hacia todos los puntos cardinales. En 1528 se funda la primera capital de Tabasco (hoy desaparecida); en 1532 se funda Oaxaca, el mismo año, Tepic; en 1540, Campeche; en 1542, Mérida, coincidiendo con Guadalajara; en 1563, Durango; en 1568, Monterrey, etcétera.

Desde un principio la prioridad de la Corona era colonizar, poblar y asegurar las posesiones de tierra firme; es decir, su primer objetivo no fueron las islas, dado que México no se distinguía por su vastedad insular. Esta es la explicación de por qué la Isla del Carmen quedó al garete durante casi dos siglos. Una cifra que espanta, pero así sucedió.

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Los que sí aprovecharon que los españoles y los colonos se dedicaran a fundar ciudades en el continente fueron los piratas, principalmente ingleses, que una vez dueños de varias islas del Caribe, como Jamaica, Islas Caimán y Bahamas, pusieron los ojos es una perla que definitivamente resultaría sumamente valiosa: Carmen.

La Isla, en ese tiempo llamada Isla de Términos por los españoles, fue rebautizada como Isla de Tris por los piratas ingleses, al aparecer así estaba escrito en las cartas de navegación (Tris). Estos pronto asentaron sus reales y se dedicaron a un negocio millonario: la explotación del palo de tinte, altamente valorado en Europa por la industria textil; un producto único de la región que le valió el sobrenombre de “palo de Campeche”.

En 1557 estos aventureros, gran parte de ellos brutos y sanguinarios; aunque los hubo educados y cultos, se apoderaron de Isla de Tris y desde ahí montaron un teatro de operaciones desatando el terror durante más de 120 años en las poblaciones costeras de Campeche, Tabasco y Veracruz.

Las correrías (raids, dirían los piratas) iniciaron ese mismo 1557 contra Campeche, un breve asalto que dio pie a otros sucesivos, cada vez más violentos, criminales y crueles. Entre 1558 y 1690, Campeche recibió los embates de bandas filibusteras al mando de personajes como William Parker, Henry Morgan (en cuyo “honor” una coctelería famosa lleva su nombre), Jacobo Jackson, John Bold, Lewis Scott, todos ingleses; además de franceses como Juan David Nau (El Olonés), y sobre todo holandeses (estos, famosos por su crueldad), tal es el caso de Rock Brasiliano, Cornelio Jol, Laurent Graff (“Lorencillo”, cuyo apodo lo adoptó el equipo Piratas de Campeche) y varios más, entre ellos los “populares” John Hawkins y Francis Drake, que atacaron plazas grandes como Veracruz y Cartagena.

Cada ataque era muerte y destrucción: violaban mujeres, asesinaban ancianos, niños y los sobrevivientes tenían como destino la esclavitud, vendidos en Dios sabrá qué lugar de las Antillas o América del Norte.

Gran parte de estas pillerías se organizaban directamente en la Isla de Tris. Una de las más famosas fue la que realizó en 1708 un filibustero apodado “Barbillas”, que es el único que intentó entrar a la ciudad de Campeche cuando estaba amurallada. Al no poder hacerlo quemó Lerma y un golpe de suerte lo llevó a toparse con la nave que traía al nuevo gobernador de la provincia: Fernando Meneses Bravo, a quien secuestró con su familia y por los que pidió 14 mil pesos de la época: una fortuna descabellada.

El Cabildo no tuvo más remedio y de esta forma “Barbillas” se convirtió en el único pirata en entrar a la ciudad sin hacer un solo disparo.

Este último evento llevó a las autoridades de la Nueva España a tomar Isla del Carmen de una vez por todas y colonizarla, planes que dieron comienzo en 1704 cuando el capitán Francisco Fernández fue enviado a la Isla con 200 hombres, un guardacostas y 14 piraguas con las que logró desalojar a los invasores.

El militar logró ver que los piratas habían fundado 13 ranchos y levantado un fuerte, que fue tomado y destruido, así como prisioneros ingleses. 

Un mes después, sabedor de que contraatacarían y al carecer de recursos, abandonó la plaza, que nuevamente fue ocupada, esta vez por “Barbillas”.

Antes de Fernández, la Corona Española ya había enviado expediciones para desalojar a los filibusteros; una, el 14 de agosto de 1672, que fracasó.

Luego, en 1680, organizada por el alcalde de Campeche, Felipe González de la Barrera, que triunfó, pero, como hizo Fernández, los vencedores volvieron a dejar la Isla, que otra vez fue recuperada por los filibusteros.

En 1690 el número de tropas piratas iba en aumento, según inspecciones sumaban 600 los afincados. A mediados de año, una fuerza atacante de estos “hombres sin tierra” recorrió el río Usumacinta para llevar a cabo acciones de pillaje en Tabasco, lo que hizo imperiosa otra acción punitiva para expulsarlos, que volvió a tener éxito; pero que no sirvió para ocupar la Isla.

De esta forma, los invasores ingleses volvieron a la Isla de Carmen para continuar con su lucrativo negocio. Aunque esta vez retornaron más pertrechados, avituallados y numerosos, algo que resultaría parte importante de la heroica batalla de 1716 liderada por Alonso Felipe de Andrade.

Combativo

Alonso Felipe de Andrade, originario de Jalpa, Tabasco, tenía experiencia en combatir a los filibusteros: se había medido con ellos cuando era alcalde mayor, en zafarranchos, batalles y cañonizas en Astapa, Villahermosa y Tacotalpa, sobre todo ante William Hewitt, y los había derrotado.

Cuando en 1716 las autoridades peninsulares de Campeche y Mérida deciden poner fin al reinado pirático en Isla de Tris, desde Veracruz mandarán al frente de las tropas a Alonso Felipe de Andrade, ahora sargento mayor del cuartel de Veracruz.

La empresa resultó cara, pero poderosa, serían empleadas dos fragatas, dos galeotas (guardacostas) y decenas de piraguas. Además, se asignaron casi 8 mil pesos para comestibles y municiones: un dineral.

Por parte de Veracruz y Tabasco proveyeron hombres y material. El ataque sería lanzado el 7 de diciembre. Cabe señalar que la fuerza de los piratas era mayor a la esperada con tres fragatas y dos bergantines y una cifra de aproximadamente 300 enemigos.   La quinta expedición empezó con problemas, pero las unidades perfectamente entrenadas de veracruzanos y tabasqueños lograron ocupar la posición luego de un intenso día en que no dejaron a ningún pirata vivo. 

Los que escaparon se dirigieron de nuevo a Jamaica. Los soldados de Andrade rescataron prisioneros y esclavos, entre ellos varios niños y mujeres.

De inmediato empezó la edificación de un fortín, que sería nombrado “San Felipe”, hecho con madera resistente y piedra. Luego, procedieron a reforzar el lugar para su futura colonización.

Sin embargo, como lo esperaban, los piratas regresaron para retomar la isla en julio de 1717.

No existe cifra exacta de cuántos eran, pero al amanecer del 15 de julio de ese año tenían la situación bajo control; al día siguiente lanzaron un ataque que tuvo a punto de la rendición a la guarnición novohispana. Pero Alonso Felipe de Andrade respondió al pedido de entregar el fortín con: “Tenemos hombres, balas y pólvora suficiente para defendernos”.

Logros y derrotas

La lucha arreció y el contra ataque favoreció a las fuerzas de De Andrade, que acabaron con los filibusteros de manera por demás distinguida por lo duro y eficaz de su acción. Lamentablemente, el sargento mayor perdió la vida en el combate. Pero los piratas jamás volvieron.

En honor al día de la victoria: Día de la Virgen del Carmen, el rey Felipe V bautizó a la nueva población como Isla del Carmen y a la familia de Alonso Felipe de Andrade le asignó una pensión vitalicia.

Lo curioso es que el tabasqueño Alonso Felipe de Andrade no tiene homenajes ni monumentos en su tierra natal, pero en Carmen es un héroe inolvidable.                               

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JG