Acostumbrado a la presencia del ser humano, el coatí suele ser un animal atrevido a la hora de buscar comida entre botes de basura y desperdicios. Aunque prefiere la fruta, insectos y otros vertebrados, la constante convivencia con las personas obligó a algunos grupos a adaptarse.
Vive en bosques tropicales y selvas, aunque también en sabanas y desiertos del país. Se desplaza ágilmente tanto en el suelo —con la cola levantada— como por las ramas de los árboles, donde dormitan y se refugian de sus depredadores.
En décadas pasadas estuvo en riesgo de extinción y aunque actualmente su población está distribuida ampliamente en todo el continente, muchos son cazados por su carne o por considerarse plaga.
En México es una especie ampliamente distribuida y antiguamente venerada por los mayas y más culturas prehispánicas en función de ser un dispersador de semillas en el ambiente.
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JG