Cuenta la antigua leyenda prehispánica, que el pájaro Toh era una de las aves más hermosas y coloridas del mundo, pero su egoísmo y vanidad provocaron que perdiera las plumas de la cola, dejándole una terminación poco grácil, en forma de raqueta.
Esta peculiar característica, junto con su canto, hacen de esta ave una de las más representativas y comunes de la Península de Yucatán. Muy habituado al ecosistema de la región, prefiere vivir en el interior de las cuevas y cenotes.
La presencia de este animal es clave en la conservación de los bosques tropicales, pues es un dispersor natural de semillas, aunque la deforestación de las selvas y la caza furtiva representan una de las principales amenazas a su supervivencia.
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JG