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Exconvento de San Miguel Arcángel, pieza clave para el nombramiento del Pueblo Mágico de Maní: FOTOS

El exconvento de San Miguel Arcángel de Maní es una de las obras antiguas más importantes de Yucatán, destacando por su arquitectura sobria y monumental
El exconvento de San Miguel Arcángel de Maní es el tercero más antiguo de Yucatán, con más 450 años / Carlos Ek

El exconvento de San Miguel Arcángel representa una verdadera joya arquitectónica, con más de 450 años de antigüedad, que sigue maravillando a propios y extraños; es una pieza clave en la historia de Maní y en la obtención del nombramiento como nuevo Pueblo Mágico de México.

La localidad de Maní, que se traduce en maya “Donde todo pasó”, está situada en el Sur del Estado de Yucatán, a unos 95 kilómetros de la ciudad de Mérida; es un pueblo lleno de historia, cultura, tradición, gastronomía, arquitectura y arte popular.

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Maní es conocido particularmente por ser cuna de un acontecimiento relevante, donde fray Diego de Landa ordenó la destrucción y quema de una gran cantidad de documentos y códices mayas en el llamado “Auto de Fe”, ocurrido el 12 de julio de 1562.

El municipio alberga principalmente un abundante patrimonio edificado de la época colonial. En primer lugar, se encuentra el exconvento de San Miguel Arcángel que destaca como uno de los monumentos arquitectónicos y artísticos más importantes del Estado. El inmueble es considerado el tercero más antiguo de Yucatán.

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El Mtro. Ángel E. Gutiérrez Romero, en información documentada para el recorrido guiado al exconvento de San Miguel Arcángel de Maní, precisa que, según consigna el historiador fray Diego López Cogolludo, su fundación data de 1549, durante los primeros años de la evangelización de la región maya yucateca, llevada a cabo por los frailes franciscanos.

Unos años después de haber sido fundada la ciudad de Mérida, el 6 de enero de 1542, comenzó la evangelización de la capital del antiguo cacicazgo de los Xiu, encabezada por fray Luis de Villalpando.

Según refieren los cronistas coloniales, Maní era uno de los pueblos más poblados de la región; sin embargo, por el azote de las recurrentes epidemias, como la fiebre amarilla y el cólera, y la Guerra de Castas a mediados del siglo XIX, la población quedó muy reducida.

Después de pasar dificultades, el padre Villalpando y sus compañeros lograron que los pobladores aceptaran las enseñanzas del cristianismo. Inicialmente, la gente de Maní construyó unas casas para habitación de los frailes y una primitiva iglesia, hechas con maderas y palmas de los montes cercanos, a la usanza de las casas mayas tradicionales. Se puede considerar que esta sencilla construcción es el antecedente del actual exconvento.

El conjunto conventual de San Miguel Arcángel ocupa una superficie aproximada de 20 mil 500 metros cuadrados. Consta de un atrio, iglesia, capilla abierta, claustros, casa cural, noria y una sección del antiguo huerto y los vestigios de la antigua escuela de indios.

Presenta una arquitectura sobria y monumental, caracterizada por gruesos muros de mampostería, cubiertas de bóvedas de cañón, azoteas bordeadas de almenas y sencillas portadas de cantera que muestran influencias de la arquitectura medieval y renacentista europea.

Todos estos elementos dan al conjunto el aspecto de una fortaleza o ciudad amurallada. También se piensa que los templos coloniales son una metáfora de cómo debía ser la vida del cristiano: simple y severa en el exterior, y rica, espiritualmente, en el interior, lo cual se representaba con la decoración mural multicolor y los retablos dorados.

Es uno de los mejores ejemplos de este tipo de construcciones que se conservan en Yucatán. Se compone de presbiterio, de mampostería y cubierta de bóveda, sacristía y piezas accesorias.

Contigua al presbiterio, existía una nave o enramada de grandes dimensiones hecha de madera y palmas, con técnicas de construcción tradicional maya, en la que los indígenas se reunían para asistir a las ceremonias religiosas y recibir el catecismo.

Destacan las decoraciones de pintura mural y tallas en piedra con símbolos franciscanos, como los cordones de San Francisco, en las que se evidencia la influencia y mano de obra de artesanos mayas.

La fachada principal de la iglesia de San Miguel destaca por su sencillez y elegancia. Fue construida a fines del siglo XVII, cuando se decidió ampliar el templo original; se compone de un frontón con espadañas para las campanas, que datan de la época de construcción del exconvento, una hornacina central que acoge una hermosa imagen tallada en piedra del santo patrón, ventana del coro alto y portada de influencias renacentistas.

Sobre las pilastras de la puerta principal se leen los anagramas de Jesús y María, y en el friso unas inscripciones latinas que hacen referencia a la encarnación de Jesucristo (El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, Aleluya) y a San Miguel Arcángel (Ruega por nosotros Miguel, príncipe de la Iglesia de Cristo).

El templo tiene una superficie de mil 168 metros cuadrados, está construido de mampostería con espesos muros, es de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón, y cuenta con coro alto y cuatro capillas adosadas.

El presbiterio está cubierto con una bóveda vaída, decorada con lacería de cantera. Todos estos elementos provienen de la arquitectura románica, gótica y renacentista de los templos españoles medievales.

En ese sentido cabe señalar que, en su mayoría, los conventos coloniales fueron diseñados por los mismos frailes que no eran arquitectos formales, pero estaban familiarizados con la construcción de este tipo de edificios.

En el caso particular del exconvento de Maní, se atribuye su diseño y la dirección de su construcción a fray Juan de Mérida, un antiguo conquistador que, después de combatir en las batallas, se convirtió en religioso e ingresó a la orden franciscana.

Según refiere el padre López Cogolludo, la iglesia y el claustro conventual se edificaron en el asombroso tiempo de siete meses, participando en la construcción unos seis mil indígenas mayas.

Sin duda, uno de los aspectos más interesantes del recinto religioso es el extraordinario conjunto de retablos que conserva en su interior, los cuales datan de los siglos XVII y XVIII, y son de estilo plateresco y barroco salomónico.

Entre ellos, destacan los retablos historiados de la Pasión de Cristo y el dedicado a San Antonio de Padua. Ambos muebles cuentan con paneles y zócalos ricamente decorados con relieves tallados en madera, policromada y dorada, en los que se representan, respectivamente, diversos símbolos de la Pasión y escenas de la vida de San Antonio.

Las columnas cariátides de dichos retablos son ejemplos prácticamente únicos en Yucatán. En el retablo de San Antonio, se pueden observar unas escenas del santo predicando a los peces y la representación del milagro de la eucaristía, ocurrido en Rímini, Italia.

El retablo mayor es de dos cuerpos, cuenta con seis hornacinas para esculturas de santos. En la base o zócalo, se pueden observar relieves que representan a los doctores de la Iglesia y, en la parte central, a los lados del tabernáculo, a los cuatro evangelistas con los animales simbólicos que los representan. En el remate se halla un relieve con la imagen de Dios en majestad, bendiciendo a la creación.

Detrás del retablo, se aprecian fragmentos del retablo primitivo, pintado al fresco, con extraordinarias representaciones de san Miguel y san Francisco recibiendo los estigmas, así como diversos símbolos de la Orden Franciscana.

Otras piezas de especial interés que resguardan dicho monumento son el Cristo de Maní, ubicado a un costado de la entrada principal, posiblemente del siglo XVI, tallado en piedra y con una notoria influencia de mano de obra indígena.

El conjunto del santo sepulcro destaca por su rica decoración de ángeles portando símbolos de la pasión de Cristo y, finalmente, la gran cruz verde de madera que es sacada en procesión durante la Semana Santa por 12 muchachos de la comunidad, en una ceremonia conocida en lengua maya como Cuch Cruz (cargar la cruz).

Gracias a su relevancia histórica y artística, entre 2008 y 2009 se llevaron a cabo obras de restauración en el exconvento de San Miguel Arcángel, financiadas por el Gobierno del Estado de Yucatán, el World Monument Fund y el Fondo Cultural Banamex.

Del mes de julio de 2019 hasta parte del 2020, se desarrollaron los trabajos de restauración del área interna del exconvento Franciscano y también de la parroquia de San Miguel Arcángel de Maní, con una inversión de casi un millón de pesos.

Lo anterior, como parte un proyecto promovido por el presbítero Humberto Tun Balam, ejecutado con el apoyo de la grey católica de Maní quienes aportaron una fuerte cantidad, así como la colaboración de las autoridades locales y estatales, y la supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y Arte Sacro de la Arquidiócesis de Yucatán.

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CC