Yo veo que la vía posible para encarar algunos de los más graves problemas que existen en la sociedad, es que los psicólogos que están en formación hagan conciencia de que no hay que inventar problemas exóticos, sino que volteen a la vida cotidiana de las comunidades, y en la vida cotidiana de las comunidades es donde está el lugar para pensar la psicología hoy en día.
Eso señaló ayer la Dra. Edith Flores Pérez, quien es profesora e investigadora de la UAM Xochimilco y vino a Mérida para ofrecer una conferencia magistral en el marco del Primer Congreso Interinstitucional de Psicología de la Universidad Modelo.
-Qué bueno que lo vea así, doctora –comentamos-, porque a veces hay tantos problemas de salud mental, por ejemplo en las comunidades mayas, que nos extraña no encontrar propuestas de solución ni de la academia ni de las nuevas generaciones de psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales en formación, y a veces ni siquiera de las universidades.
-Lo que pasa es que yo creo que a los psicólogos en formación, lo que podemos aportarles los que estamos aquí como ponentes, son inquietudes, son preguntas, sustentadas en la teoría, sustentadas en la investigación, que les permitan abrir el horizonte de sus ideas y de sus pensamientos sustentándose en las realidades cercanas.
El día de pago es el día del trago
-Doctora, una de las realidades cercanas es en Yucatán la violencia que el hombre ejerce en la familia. Hay denuncias continuas acerca de la costumbre de muchos años que tienen muchos trabajadores migrantes de la construcción de empezar a tomar el sábado apenas reciben su pago. Incluso en muchos talleres por ejemplo mecánicos, y de otros oficios, el día de pago es el día del trago. Luego llegan a sus casas con poco o ningún dinero, y las esposas reclaman porque están esperando el gasto para poder alimentar a los hijos. Esto, naturalmente, ocasiona el disgusto del marido y como está ebrio y fuera de sí, responde con violencia, con gritos, con insultos, con golpes, lo que mantiene aterrorizados a los hijos y a la mujer. Lo que le digo no es nuevo, es una mala pero muy extendida costumbre en todo Yucatán, y no veo yo que la academia, que los estudiantes de psicología, o de psiquiatría, o de carreras afines, o que las universidades, se preocupen por estudiar este fenómeno y por proponer soluciones.
-Mire, esa opresión que viven las mujeres es estructural y es histórica, y la tarea por ejemplo de los psicólogos ahí, es visibilizar esas desigualdades, si no las visibilizamos, cómo nos enteramos de que existen esas realidades; entonces el papel de la investigación es muy importante, porque tiene la responsabilidad de comprender desde la perspectiva de esas mujeres que están viviendo esas problemáticas todos los problemas que están aconteciendo, y que no son visibilizados porque intervienen muchos intereses, desde mantener ahí un consumo de alcohol y otras sustancias, pero está el mercado, están también los legisladores, y el estado que como decía usted, con frecuencia omiten la responsabilidad que tienen.
-Y la omiten por interés, doctora. Hace poco más de 20 años, cuando hice un comentario en Cancún sobre el gran número de expendios de licores que se estaban abriendo, y el gran número de eventos que se hacían para que la gente se embriagara, una persona cercana al gobernador de Quintana Roo de ese entonces me contó que una empresa cervecera le dio $ 600 millones de pesos para su campaña política electoral. Y naturalmente, esa empresa recibió todo el apoyo institucional y los recuperó embruteciendo con su producto a la población, especialmente a los jóvenes.
Problemas anclados en la sociedad
-Por eso creo que es muy importante también señalar que si no visibilizamos estas problemáticas desde la academia, cómo vamos entonces a lograr cambios en los problemas que no son responsabilidad sólo del sujeto que los vive, sino que están anclados en la sociedad, en las desigualdades sociales, porque lo que se ha considerado en forma tradicional es que la violencia familiar es responsabilidad sólo de la pareja, es un asunto privado de la vida íntima que sólo les corresponde a ellos. Y la propuesta que yo traigo y que voy a charlar con los chicos, es justamente que eso que se considera de la vida íntima, esos problemas psicológicos personales que se piensa que son de la pareja en este caso, están sustentados en desigualdades sociales.
-¿Y en el patriarcado?
-Y en el patriarcado, en el sistema sexo-género que diferencia las formas de ser, de comportarnos ante la sociedad, para hombres y mujeres, y donde el ser para el hombre, está mucho más validado en términos de que puede gastarse su dinero porque tiene el poder sobre la familia.
Y este rol mismo de proveedor, cuestionarlo. No se trata de estar contra los hombres, se trata de incluir hombres y mujeres para pensar juntos estrategias que mejoren la calidad de vida de todos. Cuestionar este rol de proveedor que tampoco puede ser nada grato.
-Doctora, lo que pasa es que las mujeres no se pueden dar el gusto de ser proveedoras, porque en general tienen un menor nivel de preparación, y también carecen de la fuerza física para realizar los trabajos, por ejemplo, de la industria de la construcción, en los que por regla general se contrata nada más a los hombres. Por otra parte, Dra. Edith, hablaba usted también de que para entender la violencia de género es necesario entender la forma equivocada en que vemos el amor en la sociedad…
—Así es, la violencia de género es un tema que se puede analizar en vínculo con la forma de entender el amor en esta sociedad. Por ejemplo, cuántas formas de violencia se dan en la pareja, en el noviazgo, en los matrimonios de unión libre, incluso en las parejas heterosexuales u homoparentales en las familias, en las parejas homosexuales, ¿Cómo se piensa el amor, cómo los celos se han traducido en una muestra de cariño, de afecto?
Mitos en nombre del amor
Cómo en nombre del amor estos mitos han tenido una implicación en la violencia de género que es avalada por la sociedad: Te pego porque te quiero, te celo porque te quiero. Cómo se ha entendido a las mujeres como propiedad de los hombres, en términos de su cuerpo, de su tiempo, de sus experiencias, y cómo esto reproduce las desigualdades de género.
Por todo eso, en primera instancia la contribución que nosotros hacemos es investigar y tratar de comprender cómo se va construyendo esta idea del amor y qué implicaciones tiene en la vida cotidiana tanto para hombres como para mujeres; si no entendemos y no generamos formas de comprensión que estén a la altura de las problemáticas sociales que hoy enfrentamos, pues es difícil que se puedan hacer transformaciones.
Muy grave: incremento del VIH en las mujeres
Continúa la Dra. Edith:
-De ahí la importancia de estudiar el amor y las emociones no como variables psicológicas sino como construcciones culturales y sociales, lo que tiene que ver con una problemática que hoy en día es importantísima de atender, y que es el incremento en el VIH por parte de las mujeres.
-¿Cómo está eso?
-Resulta que en la población de las mujeres en México se ha contraído el VIH no por otras causas sino por la relación sexual que tienen con su pareja estable, lo paradójico es que sus comportamientos no son considerados de riesgo, no se protegen de sus parejas estables, y socialmente eso no es un riesgo porque quién va a desconfiar de su pareja, cuando las parejas hombres tienen prácticas sexuales con otras mujeres o con otros hombres sin protección, y a quien transmiten el virus es a sus parejas estables.
Entonces esa problemática, por ejemplo, no está suficientemente visibilizada, porque habría que pensar cómo hacemos para que las mujeres se protejan también de sus parejas sin sentirse culpables porque no se entienda socialmente que esa es una prueba de desconfianza a la pareja, que se entienda como el derecho a cuidarse a sí misma.
-Para eso tendría que haber una campaña de la Secretaría de Salud alertando a las mujeres que tienen hombres migrantes, de que están en riesgo.
-Sí, hombres migrantes, también hombres que trabajan en el Ejército. Hay instancias que son intocables, que no se pueden mencionar porque representan la masculinidad hegemónica, como el ejército, por ejemplo. Y la pregunta es cuáles son, y sin juzgar, no es un juicio ideológico de si está bien o está mal, es comprender que las prácticas sexuales hoy en día no tienen que ver necesariamente con la orientación sexual, tienen que ver con el deseo sexual, o con el negocio, por ejemplo, o con la sobrevivencia; entonces ante una compleja sexualidad hoy en día pues debemos estar más abiertos a construir categorías analíticas que nos permitan comprender de mejor manera las situaciones que viven por ejemplo estas mujeres que contraen el VIH de sus parejas.
-Y hay una responsabilidad del Estado, ¿No? Tiene que proteger la salud mental y física de la población…
-Por supuesto, sí, y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, pero es donde se cruzan todas estas formas de entender desde el género cómo debe de ser un hombre y cómo debe de ser una mujer, y cómo estas normativas son vigiladas no por un código establecido en lo escrito, sino en las prácticas cotidianas.
-Aquí en Yucatán hay, como le decía, un grave problema de violencia intrafamiliar, y hay denuncias de que tenemos el municipio con más mujeres infectadas de VIH de todo el país. ¿Qué recomienda usted que se haga al respecto?
-Bueno, yo creo que en el contexto de este congreso la universidad tiene un compromiso con la sociedad, y se podrían generar puentes de trabajo con las comunidades, en este caso mayas, pero antes de intervenir como si la universidad tuviera el saber de todo, habría que acercarse a preguntar, a comprender, a explorar estas dinámicas cotidianas, que tienen que ver con la forma en que comprendemos y en que construimos nuestras realidades sociales, y entonces sí, a partir de ahí, pensar en las soluciones posibles.
(Roberto López Méndez)