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Ana María Aguiar

En la oferta educativa de Tizimín encontramos estos centros tecnológicos agropecuarios: EST (Escuela Secundaria Técnica), CBTA 14 (Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario) y el ITT que ofrece licenciaturas. En Tizimín, en la querida Escuela Agropecuaria que hoy ostenta títulos de nobleza porque es un CBTA 14, en un hermoso día de mucho sol, como suelen ser los nuestros, y entre caritas nuevas y algunas no tan nuevas, acompañamos a esta institución en su cumpleaños número 45.

El director fundador Noé Peniche fue invitado por la talentosa directora Ligia Sauri Avila a hablar acerca del 68 que, a cincuenta años de distancia, sigue lastimando a los mexicanos.

Esta escuela nació con magia, con duende, es la continuación de un momento mágico o de la conjunción de planetas en el cielo: Un día el candidato en campaña, Luis Echeverría, ofrece apoyar la construcción de una Escuela Agropecuaria, el comisario ejidal Mercedes Cahuil dona el terreno y el candidato acude a conocerlo. Posteriormente, en un desayuno mágico encabezado por el querido gobernador don Carlos Loret de Mola los ganaderos aportan el dinero para iniciar la obra… El presidente Echeverría consideraba esta institución como una escuela modelo, digna de ser visitada por todo el mundo… de pronto… cualquier día amanecía en la escuela un tractor acompañado de elementos de labranza y otros; igualmente se dio la asesoría de países extranjeros especializados en carnes, lácteos, frutas y verduras. El Secretario de Educación, Víctor Bravo Ahuja, de gratísima memoria, visitó la escuela en muchas ocasiones y solía comer en mi casa para deleite de doña Charito, mi mamá, que se esmeraba en la presentación de guisos yucatecos.

Pero, sería imposible dejar de mencionar la parte más importante de la ecuación: el elemento humano. Esta obra no sería nada sin los maestros y los alumnos que le han dado rostro y corazón, porque en una escuela de este tipo se trabaja más de ocho horas, dentro y fuera del aula, pues la naturaleza no tiene horarios. Recuerdo a aquel gobernante británico que ofreció sangre, sudor y lágrimas a su pueblo… aquí hubo mucho más: dedicación, devoción y, por qué no, lágrimas también cuando se canceló la carrera por envidia de otros centros y hubo que mandar a los alumnos inscritos a Roque (Guanajuato) para continuar sus estudios.

Pero aquí está el resultado. El presidente Echeverría inauguró la obra y manejó el jeep para recorrer las instalaciones (sí, hizo a un lado al director fundador que tenía fama de no ser muy buen chofer); nos mandó un día a la reina Isabel de Inglaterra y fue una hazaña con toques de realismo mágico: un aeropuerto que se construye para que aterrice el avión regio, una reina de carne y hueso que almuerza en este auditorio y recibe el saludo de labios del diputado Peniche y que inaugura el zoológico de Tizimín que hasta hoy recibe su nombre: El Parque de la Reina. La maestra Effy Luz nos contó una vez que entre las niñas del coro que cantaron en inglés había una muy bajita que quería conocer “a una reina de verdad” y la maestra la alzó sobre sus hombros y así pudo conocer a la reina Isabel. Aquí es cuestión de honor mencionar a don Paulino Romero, entonces presidente de la Junta de Electrificación, quien solicitó a las autoridades que se hicieran y se electrificaran calles al por mayor, y cuando le alegaban que la Reina iba llegar de día y no iba a pasar por dichas calles, él contestaba que a lo mejor sí. Bravo por don Paulino.

Don Víctor Correa Rachó solía visitar las instalaciones en sus paseos por la región, acompañado de su querida esposa Sarita. Moshé Melamed, embajador de Israel en México, estuvo por estos lares acompañando al filántropo Max Shein, que donó un centro de cómputo para la escuela. Y muchos más.

Jane, Yamili, Valentín, Carlos, Felipe, Nico, Gabriel, Iván, Teresita, el güerito Espadas, Antonio, Lolina, Luis Antonio, el querido Betín, Cosme, don Chono, don Calmas que administraba la cafetería y fue objeto de un cultivo yucateco: le hicieron creer que tenía derecho a sueldo y aguinaldo. Mis queridos alumnos Susano, Wilfrido, Rich y otros muchos a los que recuerdo más con un machete y coas que con un libro…Pero ellos construyeron la escuela... Al recordar el lugar repleto con jóvenes y niñas, lo cual me dio mucho gusto, les pediría que cerraran los ojos y se imaginaran ese elegante auditorio (en el cual un día compartí el pan y la sal con la reina de Inglaterra) vacío, sin maestros y alumnos: no sería nada.

Un día hermoso en Tizimín de los Reyes Magos.

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