Yucatán

Don José Manuel Bentata Muñoz, fundador de las agencias de viajes, funcionario público, orador, colaborador de POR ESTO!, impulsor del turismo en Yucatán y un corazón al servicio de Dios y del bien en general

PROGRESO, Yucatán, 29 de octubre.- Un llorado suceso viste de luto a la sociedad progreseña, y diversos sectores de Yucatán, por las obras piadosas e impulsor de diversos renglones, entre ellos, el turismo, para la prosperidad de esta región.

Hombre trabajador incansable, colaborador de POR ESTO! con sus escritos, siempre muy leídos y buscando siempre estar cerca de Dios, don José Manuel Bentata Muñoz, a la edad del desarrollo máximo de las facultades, a los 42 años, a consecuencia de un infarto repentino que cegó su vida, cuando todavía gozaba de su juventud en el trabajo y las buenas acciones.

Don José Manuel, muy estimado en todos los sectores, estaba dedicado a sus tareas diarias, pues fue fundador de las agencias de viajes. Prestó sus servicios en el campo de la cultura como escritor y orador, y buscando siempre hacer el bien, de acuerdo con los dictados de su fe religiosa.

Fue también funcionario público y un joven bien preparado, incluso con el título de Contador Público, egresado de la Facultad de Contaduría de la Universidad Autónoma de Yucatán, e iniciador de los servicios turísticos como agente de viajes en este puerto.

Como detalles importantes, fue un gran enamorado del periodismo, por haber crecido con sus tíos, el cronista, periodista y colaborador de POR ESTO! desde su fundación.

Don José Manuel, como ya se dijo, junto con su tío y sus primos, fueron también colaboradores de POR ESTO! en sus especialidades, y el hoy ausente, además de darle paso en su nacimiento al turismo, también fue funcionario en la administración municipal de Enrique Magadán Villamil y fue director de Cultur en el Estado, donde también hizo entrega de su dedicación para impulsar el turismo y la cultura, así como también fue un servidor de nobles causas, como en las labores eclesiásticas y de hacer el bien de todo el que necesitaba, especialmente a gente necesitada.

Don José Manuel fue hijo de don José Bentata Hernández y de la Profa. Rocío Muñoz Frías, y sobrino de la familia Frías Bobadilla; falleció el domingo a las 5:30 de la tarde y fue velado en la sala Reyes Rodríguez, donde la familia recibió a sus amistades y representantes de los distintos sectores que estuvieron presentes para darles el pésame, y a las 11 horas se le trasladó a la iglesia de la Purísima Concepción, donde se efectuó la misa de despedida, acto que reunió a familiares, amistades y las distintas personalidades de la localidad que se unieron al sentimiento general, por la pérdida de un valioso ciudadano muy conocido y apreciado en todo el Estado.

Que en paz descanse siempre, por sus virtudes, al lado de Dios.

Echó raíces comercio para todos

Desde que empezaron a venir los ambulantes hace muchos años, se volvió costumbre que el comercio en este puerto lo compartan gente de otros lugares y los de Progreso, hasta que la mayoría del comercio actual esté en manos de empresarios de otros lugares, principalmente en esta época, cuando se le está dando mucho impulso al turismo para las temporadas veraniegas.

En la feria del malecón, la mayoría de las temporadas se llenaba el parque y los alrededores de vendedores, de los que se quitan de una feria y van a otra.

Ahora ya no es por temporadas sino se han establecido los foráneos que controlan el comercio de la zona turística, que comprende la playa, el malecón, las banquetas, la avenida, el parque y los alrededores.

Desde hace años empezó la súper competencia

La súper competencia empezó hace cerca de medio siglo, cuando vinieron a establecerse las primeras tiendas que estaban dotadas de toda clase de mercancías a precios más bajos.

Las principales tiendas de gente local estaban en el centro de la ciudad y en barrios; las tienditas de familias progreseñas en cada esquina había una, que desde luego eran pobres en cuanto la mercancía que expendían y no podían competir con los grandes capitales de empresarios que venían de otros lugares.

Pero comenzaron a abrirse los supermercado y una a una las tienditas comenzaron a desaparecer, no obstante que les daban facilidades para adquirir sus mercancías y hasta dinero les daban dinero prestado para resolver sus problemas económicos.

Hoy día, la mayor parte del comercio en este puerto es de inversionistas de fuera y hay comercios que son parte de cadenas del Estado y nacionales y no lo duden, pero hay firmas que tienen cerca de cincuenta comercios en todo el mundo y la cosa está así porque ya hasta los progreseños se tuvieron que conformar porque no pueden competir y además los comerciantes locales no han querido competir en grande y sólo que han entrado algunas industrias.

Comercio para todos

Como en las metrópolis el engrandecimiento de nuestro puerto en lo urbano, comercial e industrial, se debe a que Progreso no podía quedarse hecho un puentecito para la carga y descarga de las mercancías en los muelles y ha tenido, con el tiempo, que extenderse en muchos aspectos, principalmente en el hecho del establecimiento de mucha gente de otros lugares, por pensar que Progreso tiene futuro.

Por tal motivo se está trabajando de hace un tiempo para crear una zona turística cerca de la playa y hacer los arreglos necesarios, como una invitación a los turistas marítimos del país y extranjeros a que vengan a Progreso a disfrutar de los atractivos que tenemos, el ambiente y la facilidad de adquirir sus productos a menor precio que en otros lugares.

Desde luego, son los inversionistas de fuera para los que han visto que Progreso tenga atractivos para el visitante y en los primeros años la zona turística ha tenido éxito, porque ahora el turista viene todo el año y se le da facilidades, ya que el mismo gobierno, con los planes que tiene para este lugar, muestra que debemos tener un comercio y negocios para todos.

El hombre más rico de Yucatán daba vueltas y vueltas

La antigua zona veraniega, constituida por las calles 19, 21 y 23 de la 26, donde estaba el muelle de madera “Benito Juárez”, hacia el oriente, todavía tiene casas bellísimas como los edificios de “El Pastel”, “El Castillo” y otros, que sin tener nombre, son una preciosidad, algo que, puedo asegurar, no se ve en otras partes.

Sin embargo, hay una casa de madera, casi destartalada, en las calles 10 y 23, que debía ser una reliquia histórica como lo son viejísimos edificios coloniales y de estilo francés y gótico, que pertenecieron a personajes del pasado.

¿Sabe usted de quién fue esa casa-habitación? ¿No lo sabe? Fue del magnate don Avelino Montes, que en otros tiempos se le consideró el hombre más rico de Yucatán.

En las temporadas, por las noches, el que pasaba por esas calles veía a don Avelino dando vueltas y vueltas en la terraza para que le haga digestión la cena, pues ya sabe usted que para un hombre de edad es peligroso acostarse enseguida, después de haber comido.

Don Avelino, serio como siempre, con el rostro adusto y las manos cruzadas hasta la cintura, llegaba a un extremo y como soldado giraba 180 grados para caminar hacia el otro extremo y así, hasta completar su tarea diaria de caminata.

Los viejos canales de la ciénaga

La parte sur de la ciudad era muy distinta a como la vemos ahora. Tenía muchos atractivos; primero, porque nadie arrojaba basura en el pantano y segundo, porque nada más teníamos la carretera que cortaba el flujo de la ría y para esto, siempre hubo dos puentes, el del camino a Mérida y el del ferrocarril de vía ancha que se encontraba juntos los dos.

Teníamos también varios canales que ayudaban al drenaje de la ciénaga cuando rebosaba por las lluvias y por los vientos del oeste (chiikin ic).

Uno de ellos estaba al sur de los tanques de petróleo, que tenía un relleno por donde se podía caminar, los tanques, como ya se dijo, en otra ocasión, estaban en el mismo sitio donde hoy, tenemos el estadio “20 de Noviembre”; por ese canal fluía el agua y no estancaba.

Otro canal o zanja se encontraba al poniente de la ciudad, detrás del cementerio, por donde están unas congeladoras, por este canal salían a las aguas de la ciénaga.

Anécdotas de Sisal y Progreso

En 1810 fue habilitado Sisal como puerto de altura y cabotaje, cosa que se hizo luego con Progreso, el 1 de julio de 1871. Sisal contaba con un reducto o castillo levantado, en el siglo XVII, por el duque de Alburquerque.

Durante el mandato de éste, se proyectó cerrar el camino a Sisal, decisión que se evitó, porque ahí se concentraban los productos que se enviaban a otros lugares a través de Campeche.

La distancia que separaba de Sisal de Mérida era de 63 mil setecientas varas (53.321 kilómetros) y de Progreso a la capital del Estado, 40 mil 77 varas (33.901 kilómetros).

El trayecto de Sisal a Mérida, antes de ser abierto Progreso, se cubría en carros de tracción animal en dos jornadas de un día y dos noches, por las condiciones del camino que en época de “nortes” empeoraba por el cruce de la ciénaga.

Por la creciente, muchas veces las bestias que tiraban de las carretas tenían que remojarse hasta el pecho, por la profundidad de las aguas.

En 1840, los señores Juan Miguel Castro, comerciante y hacendado; Pedro Cámara Vergara, jefe de agrimensores y comandante del Resguardo de Sisal, y Simón Peón, propietario de la hacienda San Ignacio, realizaron una incursión en canoa de aquel puerto hasta frente a este sitio, que luego denominaron Progreso, buscando el lugar apropiado para la fundación de un nuevo puerto más cercano a la capital del Estado.

En 1844, el Sr. Castro y acompañantes promovieron la fundación de Progreso y desde entonces comenzó la apertura de un camino de Mérida al sitio ya bautizado como Progreso, inspeccionándolo constantemente a caballo el propio Sr. Castro.

Para asegurar el terreno donde sería construido el nuevo puerto, denunciaron como baldíos dos leguas y media los señores Simón Peón, Darío Galera Castro y Rejón e Hijos, mismo que renunciaron a sus derechos el 17 de abril de 1846, para la población proyectada.

Se invirtieron en la apertura del camino 1,400 pesos en principio y luego 1,165 más que puso el Sr. Juan Miguel Castro de su bolsa, para 2,330 carretadas de piedras que se emplearon en la calzada para el cruce de la ciénaga.

Con 698.50 pesos más para trabajadores y carretillas se concluyó el puente, que medía 41.80 metros de largo y a partir de Boca Ciénaga hasta entroncar con lo que sería la población.

Recuerdos que embalsaman el espíritu

Había que ver cómo lucía el malecón en las noches inolvidables de aquellos meses de agosto de los años treinta. Al ponerse el sol, y la luna y las estrellas hacían su aparición en el balcón del cielo, las chavalas meridanas y las de piel tostada del puerto derrochaban elegancia, gracia y simpatía a lo largo de todo el paseo.

Era aquello un singular desfile de caras bonitas, de peladas cortas y modas… estaban entonces de moda los trajes de gasa con faldas de pañuelos, los talles bajos y los cinturones anchos con hebillas de piedras, las medias blancas y negras, los zapatos con tacón gruesos y las revolucionarias polkas que ocasionaron tantas tempestades caseras.

Con un piropo sutil el tenorio hacía llegar un ramito de olorosas mariposas o de cautivadoras gardenias a la mujercita pretendida... y en un ambiente de mar, luna, mujeres y flores, se desenvolvía noche a noche una romería, cuyo recuerdo era como bálsamo para el espíritu. Desde entonces, los sábados y domingos eran los días más concurridos en el malecón.

Como esas ocasiones eran las señaladas para el estreno, luciendo sus mejores vestidos, donosura, belleza y porte, alegraban el paseo del malecón con su presencia las hermanas Mimí y Adelita Pachón, Margarita Pardío Sosa, Luz María Milán Pardío, Pilar, Felicia, “La Nena” Palma, Clemencia, Carmita Rodríguez, Lucrecia, Mimí Echánove Lucero, Anita Lucero Villagrán, Betty Bobadilla Noriega, Elsa, Eddy e Hilda Cáceres Castro, Delfa, Aída y Gilda Osorio, Irma Castro Peniche, Elidé Sosa, Mary y Teté Morelos Medina, Esperanza Rodríguez, Gloria Batista, Socorro Rubio, Melba Rivas Guerrero, Maricela y Martha Osorio, Conchita Flores y Aracely Peniche Medina.

Y mientras estas gemas deslumbraban por su chisporroteo, en la alfombra de nácar, entre el susurro del oleaje, grupos de jóvenes y muchachas jugaban juiciosamente el pasatiempo denominado “prendas”… como para acompañar a la luna en la noche, que lucía así más esplendorosa.

Una postal veraniega de antaño que te entregamos, amigo lector, con calor y entusiasmo…

Hasta la semana próxima con una nueva estampa de las temporadas de aquellos días.

Difusión del liberalismo

Hay que tener presente, por otra parte, para comprender el proceso de difusión del liberalismo, que desde los días de la “Pequeña Francia” del Cura Hidalgo, las ideas liberales que habían logrado penetrar en América alcanzaron gran difusión, a pesar de las persecuciones del Santo Oficio, mientras que en el intervalo del Grito de Dolores, a la falsa consumación iturbidista, transcurre el tiempo necesario para que los políticos criollos con la fuerte inyección liberal de las Cortes y de la Constitución de Cádiz, resulten adheridos nominalmente al menos, al ideario del programa liberal.

Así, aún dentro del seno del grupo de los viejos luchadores insurgentes, al que ya habían comenzado a incorporarse los mestizos y los indios, va perfilándose la diferenciación de campos políticos antagónicos, con la delimitación de intereses entre explotadores y explotados, por virtud de la catalización que al mismo tiempo operaban las ideas liberales, con sus tendencias más revolucionarias que bajo su envoltura democrática lograba incorporar al lado de mestizos como Don Vicente Guerrero a criollos como Don Valentín Gómez Farías y Zavala, o a eclesiásticos como el Dr. Don José María Mora, en el partido de los liberales “puros”, -como ellos se llamaron- al jefaturar la rebeldía de las masas desposeídas, frente a los “moderados” como Gómez Pedraza o Bustamante, afines a la aristocracia criolla, en plenos entendimiento con los españoles, con lo que ya aquella habían pactado, para impedir resueltamente el afianzamiento de la causa republicana federalista, que por su propia virtud descentralizadora afirmaba la Independencia, cimentando nuestra nacionalidad.

Para la historia

El pueblo de México, es decir, las capas más numerosas de la población mestiza e india, que principiaba a despertarse políticamente, para contrarrestar la acción conspirativa de los españoles y de los criollos, empeñados en destruir la realización de la Independencia, inició la serie de sacudidas espasmódicas, en contra de sus sojuzgadores, que se resolvían en motines y asonadas como el famoso de la “acordada”, con inevitable secuela de saqueos y violencias, que era a la manera de protesta enérgica y constante que patentizaba su inconformidad-, contra el monarquismo solapado de los criollos y las tentativas traidoras de los hispanizantes, para reintegrarnos a la dominación de España.

La anarquía se acentuaba, debido a la incierta pendulación de la casta militar a la que pertenecieron: Iturbide, Santa Anna, Bustamante, Gómez Pedraza, y la mayor parte de los presidentes cuartelarios, de esa oscura década de nuestros primeros años de vida independiente.

El embrionario Partido Liberal, aún sin constituirse carente de programa fijo y acción coordinada pero que gestaba y preparaba a sus más valiosos elementos, diseminados aquí y allá, por todo el país, lo mismo en Toluca, que en Valldolid (Morelia), en Oaxaca que en Veracruz; modestos estudiantes, jóvenes literatos y políticos incipientes, los Ocampo, los Mata, los Arriaga, los Zarco, con ideología liberal, tomaban posiciones de lucha, para arrebatarle al Clero el monopolio de la educación, iniciándose en la vida política a favor de la apertura de los institutos laicos de los Estados.

(R.F.B.)