Yucatán

'Todavía quedan algunos ratones de biblioteca”

Clotilde Librada Moguel Medina, reconocida este año con la “Medalla al Mérito Bibliotecario Mireya Priego López”, sostiene que a pesar de que la Internet cambió la forma en cómo se consulta la información, “todavía quedan algunos ratones de biblioteca” por ahí.

“Coti”, como la conocen en el ambiente de los bibliotecarios, pretendió ser monja en un convento en Campeche, pero admitió que como la humedad de las paredes del claustro la enfermaba, decidió venir a Mérida y el primer y único trabajo que encontró fue en la Biblioteca Pública Central “Manuel Cepeda Peraza”, donde ahora es la coordinadora estatal de la Red Estatal de Bibliotecas.

—Cuando entré no vi a nadie, ¿no me diga que todavía hay ratones de biblioteca? —disparó el cronista. Eran las 11:38 de la mañana de ayer lunes.

—Sí hay. Tenemos usuarios cotidianos, vienen a leer, aunque algunos sólo el periódico —contestó.

Acompañada por Luis Alberto Solís Vázquez, quien le enseñó el oficio de ser bibliotecaria, señaló que para ella es una emoción que a 27 años de haber iniciado en ese trabajo ahora vaya a recibir tal distinción el miércoles 31 de este mes, a las siete de la noche, de manos de Bibliotecarios del Sureste Asociación Civil, que preside Rita Gómez.

“Estuve en Campeche un tiempo y nunca había trabajado. Me salí del convento, la humedad me hacía daño, regreso a Mérida y empecé en la biblioteca. Luis Alberto Solís Vázquez me enseñó. Trabajé en todas las áreas, en préstamos, en la General, no había la de biblioteca de apoyo, era una bodega de libros, se depuró, había libros en mal estado y se creó con donaciones y lo que quedó.

“También trabajé en fotocopias, en el área de revistas, pasé a lo de procesos técnicos y hace 4 años en la Coordinación Estatal de Bibliotecas”, precisó “Coti”.

Pioneros

—¿Y cómo era cuando era usted bibliotecaria?

—No existía la internet, era una pantalla blanca que tardaba mucho en cargar, fuimos de los que iniciaron con el programa de Internet, no teníamos equipos de cómputo, nos dejaron un par para empezar la base de datos, por lo tanto venían a consultar libros, había muchísimos usuarios, nos hicimos amigos muchos, venían a diario, de diversas facultades, había prepa abierta y venían a estudiar por el silencio y la privacidad.

Fue una época en que hacían cola fuera de la biblioteca para ingresar, con sus mochilas, y teníamos que estar pendientes de que no se roben ni mutilen los libros.

—¿Estamos hablando de qué año?

—Principios de los 90. Teníamos 250 asientos ocupados simultáneamente y el catálogo era de tarjetas, no había copiadora. Pero fue una época muy bonita.

Relató que antes sólo había la Biblioteca Central para toda la ciudad, pero ahora son 28 en Mérida y en las comisarías. En aquel entonces, por ejemplo, la Universidad Autónoma de Yucatán sólo daba servicio a sus alumnos.

Pero pronto se descentralizaron los servicios bibliotecarios y el Internet tuvo mucho impacto, pues el hecho de que desde su casa el usuario pueda tener información cambió todo. “Acá ahora damos servicio de Wifi para los que vienen hacen investigación mixta o híbrida, en su computadora o en el libro”.

Recordó que “ahora nos hemos encontrado a esos estudiantes que venían cuando empecé y ya tienen hijos, los traen a los talleres de verano. La prepa abierta tuvo impacto en el uso de la biblioteca porque era difícil de encontrar esos libros, fue por esos textos que aquí enfrente crean la escuelita Galileo.

151 años

La Biblioteca Pública Central “Manuel Cepeda Peraza” cumplió el mes pasado 151 años de haberse creado por decreto del Gobernador Eligio Ancona. Y no fue sino hasta 1985 que se creó la primera fuera de Mérida, en Chicxulub Pueblo.

Ahora son 160 bibliotecas en todo el Estado, hay municipios que tienen varias, Progreso tiene siete, Tizimín tiene cinco y Valladolid tres, Umán tiene cuatro, Mérida tiene 23 bibliotecas que pertenecen al Ayuntamiento. Institucionales son el ISSSTE, la Martí, en Bellas Artes, el Centro Cultural Obrero, la Vadillo y la Ibérica.

El acervo que tiene la Central es de 28 mil 700 textos y el acervo total del Estado es de 820 mil 502, ejemplares “pero esa cifra va aumentando periódicamente o puede decrecer si se hace descarte”.

“El descarte es al año, se trata de desechar libros mutilados, deteriorados o demasiados ejemplares o por condiciones. Les entran hongos. El huracán ‘Gilberto’ voló la de Yobaín, ‘Isidoro’ también causó daños y otras están en edificios que por sus años la humedad les afecta su acervo”.

Moguel Medina señaló que lo importante es que la gente lea y, si no le gustan los volúmenes, el papel, las nuevas generaciones pueden acceder a plataformas como digitalee.mx o conseguirse tarjetas de descuento del programa “La Cultura Vale”, en el edificio de la Biblioteca Central.

(Rafael Gómez Chi)