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Cottolengo lleva esperanza a miles de alcohólicos

En Cottolengo entendemos que el alcoholismo es una enfermedad, por lo tanto, no buscamos competir con ese problema, sino de apoyar y de ayudar a las personas que la padecen para que encuentren la luz y el camino de la vida, dijo ayer el padre Ignacio Kemp Lozano, durante la celebración del XXXIII aniversario de la fundación de ese albergue.

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Explicó que gracias a Dios el Centro de Asistencia y Rehabilitación para Alcohólicos ha mantenido abierta sus puertas durante 33 años para recibir a miles de personas alcohólicas, de las cuales ocho mil 700 alcohólicos y/o drogadictos han venido encontrar una manera distinta de vivir.

Nuestro lema en Cottolengo es: “Salvar un alcohólico, es salvar a una familia”, nosotros le damos mucha importancia a la familia, porque donde hay alcoholismo hay una familia que está destrozada, de ahí que hay violencia familiar, violencia contra la mujer, hay droga, hambre, etc.

Entonces, si realmente no protegemos a la familia vivimos en una sociedad deshumanizada porque realmente lo que nos da valores es la familia. Pero si la familia está destrozada por el alcoholismo, por más que hagamos esfuerzo no lo vamos a lograr porque el factor que más destruye la familia es el alcoholismo.

Aparentemente nosotros le damos la razón a otras causas o factores como el económicos, de educación, entre otras, cuando realmente el alcoholismo trastorna las emociones de la persona y también afecta a toda la familia; además donde hay alcoholismo, hay devastación, hay tristeza y enfermedades, hay divorcios; por eso nosotros seguimos y seguiremos sembrando; esa es nuestra labor sembrar, sembrar y sembrar; no tratamos de ganar (al alcoholismo), sino simplemente sembrar esa semilla, demostrar que hay soluciones y que hay que buscarlas.

En Cottolengo no podemos quedarnos cruzados de brazos ante la desolación; la iglesia se ocupa de lo más difícil de la humanidad, los pobres, los alcohólicos, los niños abandonados, los niños destrozados y esa labor de la iglesia es un signo de esperanza para tanta gente que se ha derrotado y ha cruzado los brazos y hasta han llegado al momento del suicidio, de desear que la vida se acabe. Por eso nosotros damos esperanza y buscamos la manera de dar alegría a la vida y enseñarle a la gente que hay una solución.

El alcoholismo no sabe de estratos sociales

Por otra parte, el padre Kemp dijo que el alcoholismo afecta a millonarios, a pobres, a personas inteligentes, a personas con discapacidad, porque el alcoholismo es como la diarrea: le da a todos; la diarrea no es exclusiva de los pobres, también le da a los ricos y también le da a los políticos; es parte del ser humano.

Por eso la mejor manera de ayudar a un alcohólico es que éste primero acepte que necesita ayuda, que entienda que su condición es una enfermedad y como todo en la vida, comenzar es muy difícil, pero la experiencia les va dando sabiduría, a entender que el dolor es natural, pero que el sufrimiento es opcional; por lo tanto, es el alcohólico el que decide si o no quiere sufrir.

Después de 33 años no podemos recordar cómo empezamos, no podemos volver la mirada atrás, tenemos que vivir del presente y el presente es que ocho mil 750 personas han sido ayudadas a través de esa filosofía de Cottolengo y de la filosofía de Alcohólicos Anónimos.

Lo importante es que el alcohólico acepte que necesita ayuda, eso es lo principal, el alcohol o el alcoholismo, es la enfermedad de las emociones, somos seres humanos y las emociones positivas o negativas nos manejan, cuando dejamos nosotros. Pero, Dios nos ha dado inteligencia para poder controlar las emociones, no para que las emociones nos controlen; cuando las emociones nos controlan, es cuando nos llevan no sólo al alcoholismo, sino a las adicciones, a la drogadicción, incluso el juego, el sexo; el deporte se puede convertir también una adicción, pero tenemos que aprender a controlar esas adicciones y emociones, porque somos seres humanos y no somos perfectos: entender que nadie es más ni nadie menos, aún con discapacidades, yo no dejo de ser un ser humano, que ama, quiere, pero que también necesita ayuda, que necesita amor, todos los seres humanos necesitamos amor, porque cuando los seres humanos y hasta los animales nos sentimos no amados o no podemos amar, nos volvemos neuróticos.

El amor es una necesita, amar y ser amado es una necesidad, hay que aprender a amar y eso se enseña en el hogar; los hijos son el espejo donde se ven reflejadas las actitudes de los padres. Simplemente si no te dan amor los hijos van creciendo con odio y resentimiento y el odio y el resentimiento los lleva a robar, a matar; por eso vivimos un mundo donde la gente está resentida con la vida, pero la gente cambia porque nadie se puede resistir al amor, el amor nos cambia, el amor nos transforma, cambia a las personas y las transforma; lamentablemente el amor que llevamos adentro, lo tenemos reprimido y todo lo que se reprime se vuelve veneno, nos enferma sobre todo mentalmente.

Finalmente dijo que actualmente en Cottolengo viven 90 personas, que es el cupo limitado, y que como cada año cientos de familias acuden a la kermés de aniversario y eso es un motivo para reunir a los ex alumnos, pero también un motivo para la sociedad sepa que aquí estamos para ayudar y esperamos que sigan apoyando a ese centro de rehabilitación.

(Víctor Lara Martínez)

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