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“Ser un hombre de verdad”

Muchos hombres están muriendo por culpa de la masculinidad. Los hombres se suicidan cuatro veces más que las mujeres y representan el 80% de los suicidios; ello nos obliga a hablar del tema. Pero ¿por qué decimos que la masculinidad está matando a los hombres?, ¿qué es la masculinidad? La masculinidad son básicamente todos los aprendizajes que los niños van adquiriendo desde que nacen, lo mismo que sucede con las mujeres, ellos también van aprendiendo qué es “ser hombre” y tienen que demostrarlo a lo largo de su vida, cuando menos eso les hemos hecho creer. Así, tienen que irse demostrando ante los demás como “hombres de verdad, hechos y derechos:” fuertes, valientes, insensibles, independientes (no necesitan a nadie), buenos proveedores, protectores de su familia, máquinas sexuales, donde cualquier manifestación o expresión de vulnerabilidad, fragilidad, tristeza, dolor o impotencia es percibida como fracaso o debilidad, es decir, “se ha fallado como hombre”. Antes de permitir eso, ¿qué les queda?: bloquear todas esas emociones que los alejan de su “masculinidad”, y ¿cómo lo logran? Violentando y violentándose: el alcoholismo, la adicción a las drogas, al trabajo, la agresión hacia sus parejas (sobre todo hacia ellas y no hacia otros hombres) y finalmente con su propia muerte; es tal el sentimiento de fracaso que antes de la humillación de ser considerado un “marica” o un “fracasado”, antes de pedir ayuda o de reconocer su tristeza los hombres se están suicidando. Pero no es que “ellos se maten”, es la masculinidad la que los está matando, y la masculinidad, al igual que muchas otras representaciones, la construimos entre todos y todas; con esa masculinidad, tal como la hemos construido, les estamos quitando parte de su humanidad, les negamos la posibilidad de sentir otra cosa que no sean el enojo o la ira; en pro de la defensa de su masculinidad se tragan el dolor y la tristeza, que más tarde escupen en forma de enojo, de ira, de violencia, hacia otro/as y hacia ellos. La tristeza enmascarada con la cara de la destrucción o autodestrucción. Pero así como se aprende, también puede desaprenderse, este trabajo será colectivo, aunque la reflexión primera vendrá, tiene que venir de los propios hombres, de su autoconocimiento, del cuestionamiento de lo aprendido a lo largo de su vida, del cuestionamiento de sus privilegios en un sistema que nos enseña a cada paso que no podemos construir redes, comunidad; un sistema que nos invita a la destrucción es necesariamente un sistema que hay que cuestionar hasta sus últimas consecuencias, cuestionar para transformar, reinventar y crear en pro de la vida, una vida amorosa y plena para todos y todas.

Adriana Valle T.

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