Señala el Arzobispo en jornada de confirmaciones
Muy queridos hermanos y hermanas, muy queridos jóvenes que van a ser confirmados
No se busca el sufrimiento, se busca la fidelidad a Dios y la fidelidad a las personas con las que estamos comprometidos, enlazados, ya sea por el matrimonio, por la sangre, por la amistad, por la fe como miembro de la iglesia, fidelidad a Dios y fidelidad a los hermanos, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, en la homilía de la liturgia que oficiò ayer por la mañana en la iglesia catedral.
En su mensaje, el Arzobispo dijo que el hedonismo es una forma de pensamiento actual pero que existía ya antes de Cristo, en el mundo griego, según el cual el ser humano tiene derecho a buscar la felicidad, el gozo, pero entendido éste como: gozo de los sentidos, gozo sensual, libertad en la búsqueda de experiencias sensuales.
Hoy en día, también está muy de moda, la gente lo dice y a veces algunos que son motivadores de los grupos y sectas dicen: Tú viniste al mundo para ser feliz.
Otro pensamiento que está muy de moda, es el pensamiento de los derechos, todos dicen tengo derecho, pero muy pocos dicen, tengo el deber, cuando ese pensamiento se pone como principio de vida y todo lo demás por debajo, es decir, si algo me estorba para la felicidad, lo hago a un lado.
El problema es que a veces eso que estorba, es la familia, cosas y valores muy grandes, pues lo hago un lado, porque lo que importa es que yo, individuo, tengo mis derechos y yo quiero ser feliz. Ese pensamiento lamentablemente muy de moda por el que muchos se dejan llevar como criterio de vida dichosa.
Tú que has creído, le dice Isabel a la santísima Virgen María, la dicha que no defrauda, la dicha que es profunda y auténtica, es la dicha de creer, de confiar en Dios plenamente.
No se busca el sufrimiento, se busca la fidelidad a Dios y la fidelidad a las personas con las que estamos comprometidos, enlazados, ya sea por el matrimonio, por la sangre, por la amistad, por la fe como miembro de la Iglesia, fidelidad a Dios y fidelidad a los hermanos.
“Dichosa tú que has creído, para qué viniste al mundo, cuál es tu propósito de vida, le digo, lo que está de moda, por eso vine al mundo, para ser feliz y háganle como quieran, pero yo vine para ser feliz.
En la segunda lectura, tomada de la Carta a los Hebreos, el autor pone en labios de Cristo las palabras del Salmo 139, sacrificio de oblaciones: No quisiste pero me diste un cuerpo y aquí estoy Señor para hacer tu voluntad.
Qué bueno que cada uno de nosotros dijera y pensar así y que ese fuera el propósito de vida. Señor porque estoy en el mundo, para qué vine aquí, estoy Señor para hacer tu voluntad y que tomáramos esa conciencia, el primer Adán no hizo la voluntad de Dios, se comió la manzanita junto con Eva. Claro que todo esto es simbólico, es la soberbia del que no se quiere poner bajo el dominio de Dios y este hijo de Dios hecho hombre viene con humildad, lo veremos en el pesebre, en el día de Navidad, y viene para enseñarnos cómo una vida puede tener sentido pleno plenamente humano, en la medida que llegamos dispuestos a hacer la voluntad de Dios. “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”.
Cuando el Ángel Gabriel le preguntó a María si aceptaba la voluntad de Dios para convertirse en madre de su hijo, en madre del Redentor, ella no se puso a pensar “Bueno, pero voy a ser feliz”, pero qué dirá José, qué dirá la gente, será esto lo que más me conviene, pero María no pensó nada de eso y respondió, “Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Dichosa tú que has creído, ahora le dice Isabel, y no nos cansamos de llamar la dichosa, no ha habido mujer más dichosa en la historia de la humanidad ni habrá, que la Santísima Virgen María, por la dicha de cumplir con la voluntad de Dios, tomémoslo muy en cuenta. Que la Navidad no sea solamente la emotividad de reunirnos en familia o de compartir regalos que nuestros ojos están puestos en el Mesías que llega y veámoslo cómo llega y a que llega para cumplir la voluntad de Dios y pensemos cómo estoy yo cumpliendo la voluntad de Dios en mi vida y junto con Cristo digamos, aquí estoy señor, aquí me tienes para cumplir tu voluntad.
(Víctor Lara Martínez)