Yucatán

Sin la participación de los mexicanos no habrá transformación

—Es importante que sepamos que ningún gobernante va a poder realizar la transformación de México sin la colaboración de los mexicanos; necesitamos participar todos; no hay ningún superhéroe que pueda cambiar las cosas, si no participamos todos en el cambio, confiados en Dios y orando a Dios, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, en la Misa por la Patria.

Destacó la lucha de los mexicanos por liberarse de los españoles. “Ustedes han escuchado que los sacerdotes no debemos meternos en política, pero como seres humanos todos somos políticos; por eso los curas, en diversas partes de la patria, también dimos el Grito de Independencia.

—Hoy estamos celebrando esta misa, la misa por nuestra patria; anoche desde el presidente de la República en el zócalo de la Ciudad de México hasta todas las plazas de México, se escuchó ese grito de Independencia, ese júbilo de los mexicanos por ser mexicanos. Aunque yo sé de muchas personas extranjeras que vienen al zócalo de la Ciudad de México para gozar del ambiente de la ceremonia del grito; también anoche en muchas parroquias hubo fiesta y sacerdotes dando el grito Independencia en Mérida, Yucatán y en muchos lugares del mundo. Años atrás esto era impensable y se decía: “Una cosa es lo civil y otra cosa es lo religioso” pero guiados por la enseñanza del Concilio Vaticano segundo en 1965, aprendemos que la iglesia es solidaria con el mundo, lo que goza, lo que sufre, lo que espera, lo que le angustia, dice ese documento La Gaudium et Spes” que la iglesia lo comparte con el mundo.

Por otra parte, el ser humano es uno a la vez es religioso, y a la vez es político o debe ser político, y las enseñanzas de la doctrina social de la iglesia -los Papas que hemos tenido en los últimos tiempos, los obispos de Latinoamérica-, todos nos enseñan que la fe tiene una dimensión política.

Tal vez hemos oído decir, que los sacerdotes no debemos meternos en política. Los sacerdotes y todos los bautizados somos seres humanos y tenemos una dimensión política o como ciudadanos, aunque no seamos partidarios de un partido determinado político, tenemos una dimensión política, es decir, estamos llamados a interesarnos por el bien común, a poner nuestro granito de arena en favor del bien común.

La enseñanza de los apóstoles era el de orar por las autoridades civiles, de obedecer a las autoridades civiles y la enseñanza actual va más allá a comprometer desde nuestra fe, al servicio del bien común toda nuestra persona, aunque no nos dediquemos a la política, todos, en ese sentido amplio de la política, hemos de ser políticos, interesados por el bien común, comprometidos con el bien común, somos un solo ser como persona y por lo tanto no podemos separar una cosa de otra y si somos religiosos debemos llevar nuestros sentimientos patrios al espíritu religioso, como lo hicieron en muchas comunidades parroquiales anoche y como lo hacemos ahora, orando en esta misa por nuestra patria.

—¿Cómo está nuestra patria en el momento actual? Estamos en un momento de transición, ya hay presidentes municipales nuevos, ya estamos a punto de tener nuevos gobernadores y nuevo presidente de la República, en diciembre. ¿Cómo está nuestra patria? Yo veo que la mitad de México están bien seguros de que todo va a cambiar para bien, de que todo lo que viene es bueno, y creo que la otra mitad de México dice ojalá, ya veremos.

Bueno y sea como sea nuestra impresión, lo importante es que nosotros pongamos nuestra patria en manos de Dios y también bajo la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe; lo importante es que nosotros sepamos que ningún gobernante va a poder realizar la transformación de México sin la colaboración de los mexicanos; necesitamos participar todos, no hay ningún superhéroe que pueda cambiar las cosas, si no participamos todos en el cambio, confiados en Dios, orando a Dios por nuestra patria vamos a comprometernos.

La palabra de Dios nos habla de la pasión de Cristo, anunciada en los profetas; aquí tenemos el pasaje de la primera lectura que anunciaba la pasión de nuestro señor Jesucristo siglos antes; aquí tenemos el evangelio, donde Jesús primero pregunta qué dice la gente de él; sus apósteles le dicen: unos dicen que eres Elías, otros que Jeremías o algún otro de los profetas. ¿Y, ustedes, quién dicen que soy?, les pregunta Jesús; entonces Pedro toma la palabra y dice: “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios”, pero ellos pensaban que el Mesías sería de orden político, que sería un Mesías rey, un Mesías que expulsaría al pueblo dominador romano y a todos los enemigos de Israel. No sabía cómo iba a ser el Mesías, lo entendían en sentido político; por eso se asustan cuando Jesús les anuncia que él tiene que padecer, morir en la cruz y resucitar al tercer día.

Pedro se lo lleva a parte y trata de disuadirlo: “no te puede pasar a ti, esto”, pero Jesús lo regaña: apártate de mí, Satanás, porque tus pensamientos, tus criterios no son los de Dios, sino de los hombres”; tú y yo, también podemos ser servidores de Satanás, cuando no ponemos nuestra mente y corazón en sintonía con Dios y aconsejamos mal a otras personas; podemos servir a Satanás, en lugar de servir a Dios como los ángeles, ¡Cuidado! A veces lo más fácil, lo más cómodo, lo más agradable no es la voluntad de Dios; por eso Jesús dice: el que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por mí y por el Evangelio, ese la salvará.

Lo más seguro es que no nos toque a nosotros persecución física, y muerte, morir mártires, la vida la podemos ir entregando día con día si renunciamos a lo que más nos gusta, a lo que más quisiéramos, sacrificándonos por amor a Dios y por amor al prójimo.

Santiago vuelve a darnos una enseñanza muy clara: la fe sin obras, está muerta, muéstrame tú fe sin obras, que yo por mis obras te mostrare mí fe. Mostremos nuestra fe con obras de servicio a nuestra patria, a nuestra comunidad; mostremos nuestra fe superando el individualismo yendo más allá de nuestros intereses personales y familiares, María santísima, que estuvo presente en la lucha de Independencia, primera bandera de México, un estandarte de la Virgen de Guadalupe, que María nos acompañe con motivo de la celebración del Día de la Independencia. Que así sea.

(Víctor Lara Martínez)