En los últimos 10 años, la dependencia alimentaria de México empeoró: el caso más dramático es el arroz, pues 87 % del total del consumo se abastece con importaciones, mientras que en 2008 representaban el 70 por ciento, según estadísticas del 6o informe de gobierno de Enrique Peña Nieto.
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Desde luego, el arroz importado se paga en dólares, lo que encarece su precio, además de que desplaza la producción nacional.
De acuerdo con información de la FAO, la dependencia alimentaria de México ya resultaba alarmante desde el 2011, cuando apenas se importaba un 10 por ciento de la demanda de los mexicanos en productos básicos, como granos, cereales y carnes.
La dependencia alimentaria es principalmente en relación con los Estados Unidos, de donde se importa la mayoría de los productos.
Otro caso es el trigo
Hace 10 años de la demanda total de trigo de los mexicanos, el 55 por ciento se importaba, pero para el 2017 ya era el 62 por ciento.
Los datos reflejan que lejos de incentivarse la producción nacional, las importaciones son las que resuelven la demanda de la industria harinera del país, ya que el principal trigo que se importa es el panificable.
La FAO ha enfatizado que la elevada concentración de importaciones que tiene México coloca a la nación en un punto vulnerable.
Ya desde el año 2011, la FAO advertía la necesidad de una política de Estado dirigida a fortalecer la producción y competitividad agropecuaria nacionales y a diversificar el origen de las compras de alimentos en el exterior.
“El apostar a las importaciones sin mejorar la competitividad de la producción nacional de alimentos hace a México más vulnerable a los cambios de precios mundiales y eso se reflejará en los precios de la canasta básica”, advertía la FAO ese año.
El panorama empeoró y en 2017 la dependencia alimentaria del arroz, con respecto del 2007, pasó de 70 a 87 por ciento. La del maíz de 26 a 37 por ciento. La del frijol de 9 a 12 por ciento y del trigo de 55 a 62 por ciento.
Hasta en cerdo y leche
La dependencia de las importaciones también es evidente en la carne de cerdo: hace 10 años debía importarse el 37 por ciento del consumo de los mexicanos y para el año 2017 fue el 40 por ciento.
La importación de cerdo ha sido creciente porque los productos estadounidenses ingresan a precios más bajos que los nacionales, ya que reciben cuantiosos subsidios de su gobierno.
En carne de ave (pollo y pavo), la demanda de los mexicanos se cubre en un 15 por ciento con importaciones; hace 10 años era el 14 por ciento.
Otra dramática dependencia es la de la leche: hace 10 años el consumo se cubría con 14 por ciento de importaciones y ahora llega al 20 por ciento.
(Verónica Martínez)