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Yucatán

Mujeres confeccionan las muñecas Boxita Linda

Un grupo de mujeres se gana la vida mediante la confección de las muñecas artesanales Boxita Linda, en la comisaría meridana de Dzibilchaltún.

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—Es importante que la gente que compra una muñeca en la Casa de las Artesanías simplemente porque le gusta, conozca la historia detrás de este trabajo, quién lo elabora y el trabajo que representó hacerlo, afirmó Magally Padrón Poot, hija de la señora Rita María Poot Alcocer, fundadora de este proyecto hace 27 años.

“Detrás de todo esto hay mujeres que han sufrido violencia doméstica, que tienen niños chiquitos y que necesitan ingresos porque están solas, a lo mejor con un esposo alcohólico o que simplemente el marido las abandonó; están mujeres de la tercera edad que, por su condición de senescentes, en ningún lugar las emplean y sufren de discriminación; hay mujeres que tienen discapacidad auditiva, de lenguaje, que nadie las puede emplear porque no pueden comunicarse porque creen que esto es una limitante para hacer otro tipo de cosas; entonces aquí se demuestra que no es así: tienen habilidades, gozan de una buena vista y la pueden seguir empleando; hubo una mujer de casi 100 años de Xcunyá que todavía elaboraba los huipiles de punto de cruz, doña Catalina, pero desafortunadamente ya se nos adelantó, indicó.

Hace tres décadas

Las encabeza la señora Rita María Poot Alcocer, quien desde hace casi tres décadas emprendió esta actividad para ayudarse en la economía familiar.

“Esto surgió cuando empezaron a crecer mis hijos y mi esposo ganaba muy poco hace 27 años; recuerdo que llegaron al pueblo unas catequistas y nos invitaron a tomar un curso bíblico; sin embargo, al paso de los días nos preguntaron a una concuña y a mí sobre las necesidades de la familia y de qué sabíamos hacer; entonces cuando les respondimos que sabíamos bordar, ellas se movilizaron y nos presentaron a la directora de la Casa de las Artesanías, que era Luz Elena Arroyo Irigoyen, una muy buena persona que le abría el corazón y las puertas a todo mundo, y nos ofreció que elaboráramos muñecas originales de Yucatán, con ropa que visten cuando van a las vaquerías, es decir, mestizas con su huipil de hilo contado; les hicimos unas muestras, corrigieron detalles y fuimos mejorando hasta que a la tercera nos dijo: “Se ve que ustedes tienen ganas de trabajar y de salir adelante, esa es la gente que necesitamos”; con eso nos alentó más las ganas, el deseo de trabajar y nos preguntó: “¿Cuántas creen ustedes que pueden terminar? No las voy a presionar, díganme ustedes el tiempo que crean que les lleve, pero mientras más pronto mejor”; pero como era la primera vez que lo íbamos a hacer fijamos tres semanas y nos encargó 20 muñecas; le gustaron, después nos pidió 50 y posteriormente fueron 100 y nos dijo que estaba muy contenta de habernos conocido, que nos iba a apoyar”.

Mestizas agradables

Cuando empezaron a surgir los pedidos grandes, doña Rita capacitó a más mujeres indígenas, eran ya casi 50, entre familiares y vecinas, ya que era necesario no quedar mal con quienes les habían dado la confianza porque sus mestizas habían sido del agrado del turismo y visitantes en general.

“Con la ayuda de Luz Elena Arroyo ya estaban llegando a Estados Unidos, pero cuando todo iba muy bien empezamos a sufrir porque sucedió lo del acto terrorista de las Torres Gemelas y nos cancelaron los pedidos; las tragedias siguieron porque nos llegó el huracán “Vilma” y nos destruyó el taller que teníamos cubierto con láminas; perdimos todo el material que teníamos para trabajar, pero no nos hemos rendido, ya no somos tantas las mujeres como en un principio porque el trabajo ha bajado considerablemente”, recordó.

Por su parte, la señora Agripina Romero May ya lleva 21 años trabajando con doña Rita; a ella le corresponde rellenar las muñecas y ponerle sus pelucas.

“Yo embuto las muñecas y les pongo sus peluquitas a las mesticitas; de esta manera es como me gano un dinerito cuando se venden las muñecas; así es como ayudo en la economía de mi casa, a mi esposo y a mis dos hijos que también salen a trabajar a Mérida, pero yo me siento feliz haciendo este trabajo, lo hago con amor, con ganas”, dijo.

Es una gran herencia

Azalia Padrón Poot, una de las hijas de la señora Rita, manifestó:

“Para empezar es un orgullo que mi mamá haya logrado todo esto, que nos lo deje como herencia a nosotras que somos sus hijas y más que es algo artesanal elaborado con las propias manos, es un trabajo que ella ha conseguido a lo largo de 27 años, que empezó desde abajo, que ha llevado dedicación, esfuerzo, las horas sentada trabajando, es algo increíble lo que ha logrado.

Sin embargo, no todo es dulzura porque también ha habido momentos de angustia.

“Hubo un tiempo en que ya el trabajo había rendido frutos, había pedidos fuertes y había trabajo para 45 mujeres, era admirable que con su pequeño negocio pudiera darle empleo a tanta gente, pero de pronto todo se viene abajo; ahorita no ha sido fácil buscar un mercado, promover el producto, sobre todo por el precio, ya que el trabajo artesanal lleva mucho tiempo, mucha dedicación, entonces merece ser bien pagado porque, más allá de que parezca algo simple, es algo laborioso”, concluyó.

(Texto y fotos José Luis Díaz Pérez)

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