Síguenos

Última hora

Dinamarca gana Miss Universo 2024; México es tercer lugar

Yucatán

Tepakán de Allende

Por José Iván Borges Castillo*

Impresiones de viajero

A José Guadalupe Ramírez López

Tepakán es mi pueblo vecino, la tierra de mis tatarabuelos paternos de la rama familiar de López Lara. De este municipio tengo recuerdos bonitos y singulares. La primera vez que visité el lugar fue un domingo de la fiesta tradicional que hacen en abril en honor a la Virgen de la Candelaria, para mí extraño, ya que en mi pueblo de Tekal de Venegas la misma advocación de la Virgen es honrada en su día, especialmente señalado en el santoral que corresponde el dos de febrero.

Tenía muy corta edad, pero aún lo recuerdo muy bien. No existía la carretera moderna, que comunicaba directo a ambos pueblos Tekal y Tepakán, tuvimos que trasladarnos hasta Izamal, donde tomamos camino a nuestro punto. Ahí estuvimos en la misa y procesión. Mi abuela quería regresar a ese pueblo, recordaba a su abuela y su antigua familia de la rama materna. Recuerdo que me llevó por el camino viejo, ese que dicen que se comunica con la hacienda Chenché de las Torres, y me señaló una casa ripio de palitos y zacate y me dijo, así era la casa de mi “chichí Tana”, no recordaba con precisión dónde se ubicaba la casa, pero a pesar de sus dudas sobre el punto no dejaba de añorar y recordar sus momentos gratos con su abuelita. Gracias a un tío abuelo, hace escasamente un año pude mirar un retrato de mi tatarabuela, su nombre: Atanasia Lara, era mestiza castiza de muy grata memoria entre sus nietos.

El centro de ese antiguo pueblo es una gran plaza limpia, campo abierto en la cual unos laureles escasamente la circundan por el lado Oriente y Poniente, el Palacio Municipal está al sur, y la iglesia del lugar al Oeste.

Todo el esquema español en la traza del pueblo está más que definida. Sobre la calle principal, esa que va a Teya de Cortés, y la calle que viene de Tekal, así como las del centro, se encuentran casonas muy antiguas, algunas nos dejan entrever su origen de la época colonial, y otras sus modificadas fachadas neoclásicas.

¿Cuál es el origen de ese pueblo? En la densa bruma del tiempo pasado, como diría cierto poeta, se pierde el origen del lugar. Las más viejas referencias las aporta el Chilam Balam de Chumayel, cuando asienta: “Itzam Thulil. Tipakab. Allí hicieron siembras. Tiya, Cansahcab y Dzidzomtun. Lo mismo que sus antepasados, ahí asentaron pie de vencedores…” En esta mención, se encuentra en el llamado ordenamiento de la tierra, o sea, el recorrido de los itzaes para someter a los pueblos a sus dominios.

Por esta razón el origen de Tepakán es prehispánico, fundado por familias mayas campesinas. Y cuando llegó la evangelización los franciscanos respetaron al pueblo y redujeron a otros pequeños pueblos circunvecinos, logrando acrecentar su población.

El nombre mismo del lugar nos revela su antiquísimo pasado maya. Tekapán, siguiendo la lectura del Chilam Balam el maestro Antonio de Mediz Bolio concluye que su significado es “TI PAKAB. Lugar en que se hacen siembras”. Aunque Juan Pío Pérez, recogiendo relatos para el siglo XIX, dirá: “Los indios dicen tpakam, nopal”. Y el maestro Alfredo Barrera Vásquez dice con referencia: “En el nopal. Te locativo; Pakam nopal.”

Entre la población actual, el registro de la memoria guarda que el nombre del pueblo está en estrecha relación con el nopal. Quizá una deformación original del primitivo significado del lugar de las siembras.

En los documentos de la época de la conquista española es mencionado el lugar como “Pacat” o “Ti pacat”.

Tras la conquista hispana fue encomienda de veteranos soldados de la tropa conquistadora. De mencionar a los herederos de Gerónimo de Ocampo, y a Cristóbal de Sánchez que redactó la Relación de Tekantó y Tepakán en 1581.

La iglesia de Tekapán, actualmente parroquia diocesana, fue el centro de la cristiandad. En sus cimientos arquitectónicos se encuentran los restos de una primitiva capilla, sede desde donde los franciscanos evangelizaron, bautizaron y bendijeron la unión de sus naturales. Cuando rayó el alba de la primera evangelización Tekapán fue un pueblo de visita, dependiente del convento de San Antonio de Padua de Izamal, pero cuando los franciscanos fundaron convento en Teya en 1612, la iglesia de Tepakán pasó a formar parte de la nueva jurisdicción parroquial. Por eso el cronista Fray Diego López de Cogolludo en su historia de Yucatán, publicada en 1680, refiere: “Tiya… Su visita San Juan Evangelista del pueblo de Tipakam”. Algo pasó en los siglos de historia, que para mediados del siglo XIX, San Antonio de Padua pasó a ocupar el puesto de patrono titular de esa antigua iglesia. En tanto que es hasta la primera mitad del siglo pasado que se conocen datos del culto por la Virgen de la Candelaria, que es quien tiene la fiesta grande del lugar.

En los bajos del palacio municipal, he bailado jaranas al compás de reconocidas orquestas jaraneras de renombre, que el H. Ayuntamiento, en su afán de rescate de las tradiciones, no repara en llevar hasta el lugar. Hay un cierto sentimiento de olvido en las calles, ahí en Tekapán fijaron residencia algunas nietas de la rama familiar Castillo, de Tekal, de los que quedamos muy, pero muy pocos.

Tepakán fue tierra de hombres de trabajo, que lograron ver coronadas sus empresas en el ramo agrícola como los López, los Adrián, y otros no menos importantes. En la hacienda Poccheiná nació Imelda Mézquita Pérez, famosa cantante conocida como Imelda Miller. Los cascos de antiguas haciendas nos revelan una grandeza pasada de recuerdo.

En la historia de Tepakán se registra algo de suma importancia, que es el asunto debido a su apellido “Allende”, fue en honor del insurgente Ignacio José de Allende y Unzaga, conocido simplemente como Ignacio Allende. Esto lo hemos encontrado en nuestras investigaciones históricas en el Archivo General del Estado, al dar con el acta original de tan feliz decreto. En el año de 1878, la Legislatura del Estado decreto que los Ayuntamientos y Juntas municipales unieran su nombre al de un célebre héroe nacional o del estado, haciendo que éstos sirvieran de lustre o divisa. La Junta municipal de Tepakán obedeciendo al decreto acordó en sesión extraordinaria celebrada en ese mismo año, tomar el apellido de Allende en honra del mencionado insurgente iniciador de la causa que terminó con la independencia nacional. Y dicho acta está fechada el 16 de septiembre de ese mismo año del 1878, se tornó por llamar oficialmente al pueblo como “Tepakán de Allende”. Si bien, el uso del nombre declinó en breve, solamente unas cuantas poblaciones yucatecas conservaron su apellido, como el caso específico de mi pueblo Tekal de Venegas, o de Dzilam Bravo o González.

Ahora que hemos aclarado este importante asunto de la historia local, hacemos votos para que recupere este municipio su apellido y que desde ahora sea llamado como ¡Tepakán de Allende!

De algo estamos ciertos, falta escribir la historia del pueblo de Tepakán.

Mi gratitud al periódico POR ESTO! cuya divisa de Dignidad, Identidad y Soberanía nos permite compartir estas líneas.

* Historiador de la Unión de Escritores Comunitarios de Yucatán.

Siguiente noticia

Delegación yucateca partió para Juegos Paralímpicos