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Yucatán

——-- No se sabe a bien cuántos programas sociales conservará el próximo gobierno estatal, pues sólo ha dicho que lo hará con dos de ellos. Los referentes a la entrega de útiles escolares y uniformes a los estudiantes de nivel básico de las escuelas públicas de la entidad, que tan buenos resultados arroja en temas clave como la reducción de la deserción estudiantil por razones de la economía familiar, y el denominado Peso a Peso, en el sector del campo yucateco, mediante el cual los productores agropecuarios adquieren insumos y herramientas a mitad de precio, lo que, por supuesto, coadyuva a favor de la rentabilidad de la actividad.

Y es que, en realidad, los programas sociales cumplen una función esencial, la de generar las acciones y apoyos que permitan a la población estatal mejorar sus condiciones de vida o de desempeño, lo que a su vez impactará, positivamente, en el seno de las familias y en los grupos más desprotegidos de la entidad, por lo que, más allá de colores o sabores, su permanencia, e incluso multiplicación, se antoja pertinente y, sin duda, necesaria.

Por lo pronto, como confirma el periódico POR ESTO! en su reporte al respecto, en una reunión con los socios locales de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive), el gobernador electo de Yucatán les dio su palabra de que conservará el programa de uniformes y útiles escolares, mientras que durante su campaña, en un acto ante estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), dentro de los foros programados para la comparecencia de los entonces candidatos a la gubernatura, aseguró que el programa Peso a Peso debía de continuar, porque a su parecer “sí ayuda a los campesinos”.

Al comentar al respecto, el dirigente local de la Canaive, Pedro Góngora Medina, confirmó que, efectivamente, durante la reunión con el sector le pidieron al gobernador electo que no vaya a eliminar el programa de uniformes y útiles escolares, porque representa una derrama económica de casi 20 millones de pesos para pequeños talleres de la entidad, a lo cual el próximo mandatario estatal les dijo que no se preocupen, que el programa “va a seguir”.

Del mismo modo, al abundar sobre el programa Peso a Peso para el sector agropecuario de Yucatán, el gobernador electo dijo que en éste no se regalan las cosas, sino que la gente da su aporte y, con algunos ajustes y cosas que afinar, habrá que darle continuidad, aunque se da por hecho que, tanto el programa de útiles escolares como el de apoyo al campo, cambiarán de nombre…

Lo cual, finalmente, sería lo de menos, pues lo esencial es que se dé continuidad a lo que sirve y así lo ha probado, pues el deber del Gobierno es ver por Yucatán.

———- Es realmente terrible, pero la dependencia alimentaria de México creció radicalmente en los últimos diez años. Lo que resulta un problema mayúsculo en el entendido de que hablamos de los alimentos de la población mexicana en su conjunto y de la incapacidad nacional para lograr esa autosuficiencia alimentaria que ha sido bandera oficial en cada administración federal; pero que en los hechos confirman estar cada día más lejana y con el riesgo de la dependencia del país, a saber, la puesta en riesgo de su soberanía, se radicalizan y advierten de un tema clave para el futuro de la República.

El reporte al respecto, con base en las estadísticas del 6º Informe de gobierno de Enrique Peña Nieto, da cuenta de la creciente dependencia alimentaria del país, de manera particular con los Estados Unidos de Norteamérica, de donde se importa la mayoría de los productos, y de cómo granos básicos como, por ejemplo, el arroz actualmente se importa en hasta un 87 por ciento del total del consumo nacional, cuando en el año 2008 el total que se importaba era del 70 por ciento.

Es decir, que en vez de ir reduciendo las importaciones de básicos conforme se va aumentando la autosuficiencia nacional, éstas se han disparado a porcentajes inauditos, poniendo en riesgo el consumo en el territorio mexicano, con agregados tan severos como que el arroz importado se paga en dólares, lo que encarece su precio, además de que desplaza la producción nacional.

De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), que desde el año 2011, cuando apenas se importaba un 10 por ciento de la demanda de los mexicanos en productos básicos como cereales, granos y carnes, alertó que la dependencia alimentaria de México ya resultaba alarmante, y ha enfatizado, ahora, que la elevada concentración de importaciones que tiene el país coloca a la nación mexicana en un punto vulnerable, lo que evidencia la necesidad de una política de Estado dirigida a fortalecer la producción y competitividad agropecuaria nacionales y a diversificar el origen de las compras de alimentos en el exterior.

Pero, como nada de eso se ha hecho, pues he aquí que el panorama empeoró y en el pasado 2017 la dependencia alimentaria alcanzó niveles tan severos como ese del arroz que pasó del 70 al 87 por ciento, en tanto que la del maíz pasó de 26 a 37 por ciento, la del fríjol del 9 al 12 por ciento y la del trigo, fundamental para la panificación, se elevó del 55 al 62 por ciento.

Casos similares se dan en productos esenciales como la carne de cerdo, así como carne de ave (pollo y pavo), y la leche, cuya dramática dependencia da cuenta de que hace 10 años el consumo nacional se cubría con 14 por ciento de importaciones lácteas y ahora ha llegado al 20 por ciento…

Porcentajes lamentables que confirman que en los últimos 10 años México no sólo no avanzó, sino retrocedió tanto que ha puesto en riesgo su soberanía alimentaria…

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