Yucatán

Cada quien en su trinchera

Lorenzo Salas González

Los seguidroes de Andrés Manuel López Obrador ya están enterados y de acuerdo en que la lucha sigue y que ahora, con los sucesos derivados del huachicoleo, con mayor razón, por eso la respuesta en las redes ha sido generosa, abierta, decidida y muy noble, porque saben muy bien que esta es una batalla de gran importancia para las que vendrán después, porque la terquedad del tabasqueño ha sido su principal característica, la que es sumamente positiva cuando se quiere cambiar a un Pueblo.

Hoy, apenas a dos semanas de iniciado el conflicto –un episodio de la larga lcuha en contra de la corrupción—, la balanza empieza a inclinarse hacia la Presidencia de la República, que no ha transado, no se ha echado para atrás –ni para coger impulso, dice AMLO—y persiste en su empeño, las fuerzas de la reacción están usando todas sus armas de convencimiento para que ceje el Primer Mandatario en su lucha.

Apenas el día de hoy, lunes 14 de enero del 2019, lanzaron su conocida arma disuasiva: van a matar a Andrés Manuel, porque se metió con los grandes poderes sin saber las consecuencias que habría. La preocupación por la vida del Presidente se ha filtrado en las casas, en las familias, en las reuniones de amigos y todos se preguntan qué hacer. Lo primero y más importante ya los están haciendo los millones de seguidores del Presidente: Mantenerse unidos y manifestarlo en todo lugar.

Ha sido curioso observar a aquellas madres de familia ocupadas en sus labores del hogar, en la atención de sus hijos y de sus maridos, que aprovechan los repentinos encuentros en la carnicería, en el súper o en la calle, al saludar, que expresan su simpatía y compromiso por quien está exponiendo la vida –con la mafia no se juega—en aras de un México mejor.

En las oficinas, en las escuelas y otros centros de trabajo, se discute acerca de lo que hace “Obrador” –muchos así le dicen, con buena intención, unos pocos de un lado y unos muchos a favor de la causa, pero es notable que hasta los temas de conversación cotidiana han cambiado.

Por ahora, el reclamo principal ha sido satisfecho: Los nombres de los capo mafiosos, dichos hoy con firmeza y seguridad por el Presidente: Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada (con él empezó el “huachicoleo”), Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.

Para los que laboramos en el POR ESTO! no es ninguna novedad (lean la colaboración de la Dra. Sylvia Zenteno Ruano en la edicición de hoy), pero dicho lo mismo por el Presidente de la República, cobra otra dimensión, empezando porque no es un comentario, sino de lo que él dice: “Tengo pruebas”.

Por su parte, uno de los más importantes y señalados artífices del “huachicoleo”, Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero, primero envió una señal de paz a López Obrador y dos días después, al no obtener respuesta, se amparó contra todo lo que pueda hacer el Poder Judicial en sus investigaciones y que podrían perjudicarlo. Se amparó hasta contra las entrevistas y conversaciones. Apenas hoy se supo por algunos medios de comunicación, que Romero es propietario de la tercera parte de Pemex. Ahora, ya se dio a conocer que será defendido por el conocido abogado Diego Fernández de Cevallos, quien, para empezar, dice que “no se diga nada de él (Romero) si no se tiene pruebas”.

Los rivales, cada quien desde su trinchera, ya empezó a mostrar los dientes. La lucha va a ser sin cuartel y, además, histórica. Más de 30 millones de mexicanos están decididos a todo. Según la encuesta del periódico Reforma, el 73% de la opinión pública está del lado de AMLO. Nosotros también.