Yucatán

Misa por el aniversario 421 de la dedicación de la Catedral

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—Dentro de pocos días, el 24 de enero, se van a celebrar 500 años de la Bula Carolingia, una bula papal, un documento donde se manda la erección de la primera diócesis de México, y el territorio sería aquí, en Mérida, Yucatán. Pero cuando llegan los misioneros, cuando llega el obispo, se da cuenta de que todavía no hay las condiciones para iniciar una vida diocesana, y se traslada hasta Tlaxcala, y luego a Puebla, y finalmente a la Ciudad de México, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán, en el marco de la misa por el aniversario 421 de la dedicación de la Catedral de Mérida.

—Por eso a la arquidiócesis de México le llamamos la diócesis primada. Algunos años después, en 1561, hay una nueva bula papal para que ahora sí se constituya una diócesis aquí en estas tierras del Mayab. Y el obispo en cuanto llega da el mandato para que se inicie la construcción de la Catedral de Yucatán. Comienza en 1562 y terminan las obras, los trabajos de esta Catedral, en 1598, y resulta que es la primera catedral construida en terreno continental.

Ya estaba la de la República Dominicana, en una isla, pero en el continente, fue la primera catedral. Tiene su fama, tiene su historia, y mucha gente que viene de visita a Mérida se queda admirada de la belleza y de la sobriedad que tiene nuestra catedral.

Hoy estamos celebrando la dedicación de este templo, de esta iglesia catedral, cuando fue terminada. En la Iglesia celebramos también la dedicación de 4 basílicas en Roma, porque esas iglesias son dentro de la Iglesia Madre, de alguna manera los templos principales del mundo, y al celebrar la dedicación de aquellos templos de Roma, estamos celebrando la comunión con el Papa.

En todas las parroquias

Por eso hoy les he pedido a todos los sacerdotes de Yucatán que celebren también en su parroquia la dedicación del templo de catedral. Eso significará estar en comunión con la Iglesia Madre por parte de todas las iglesias de nuestra arquidiócesis. La palabra catedral viene de cátedra, y la palabra cátedra, viene del lugar donde el maestro se sienta para enseñar. Por supuesto que nuestro Maestro es el único maestro, nuestro Señor Jesucristo. Pero el obispo que lo representa está en la catedral, para que la doctrina, conforme a lo que Cristo nos enseñó, se mantenga fiel, se mantenga ortodoxa, por eso de estar en comunión con el obispo, debe ser igual a estar en comunión con todas las diócesis.

Es importante celebrar esa comunión, y celebrar que tenemos un templo. Ya sabemos que Dios habita en todas partes, en el cielo, en la tierra, en todo lugar. Dios no necesita templos, somos nosotros los que necesitamos expresar nuestra devoción al Señor. Somos nosotros los humanos, los que necesitamos consagrarle algunos lugares, algunos espacios, donde Él se muestre particularmente. Donde de una manera extraordinaria broten ríos de agua viva, que lleven la gracia de Dios por todos los rumbos de una parroquia, en este caso de una arquidiócesis.

Reconocer el propio cuerpo como un templo

El Señor quiere habitar en medio de su pueblo. El Señor nos ha permitido construir templos, pero el Señor quiere que cada uno reconozca su propio cuerpo como un templo donde Él quiere habitar. Ahí, en el templo de su corazón, de cada uno de nosotros, es donde el Señor quiere habitar.

Bendito sea el Señor que nos permite construir templos, bendito sea el Señor que ha hecho de nuestros cuerpos templo donde Él habita, bendito sea el Señor que dio a su Hijo que tomó carne y sangre, naturaleza humana, en el vientre purísimo de la Santísima Virgen María.

Y Jesús habló de su cuerpo como de un templo, cuando expulsó a los vendedores del templo, defendiendo la dignidad del templo, y le preguntaron que con qué autoridad hacía aquello, y les respondió:

-Destruyan este templo y yo lo reconstruiré en 3 días.

Se burlaron de Él porque dijeron, si se llevó 46 años la construcción del templo, ¿cómo lo vas a reconstruir en 3 días? Pero Él hablaba del templo de su cuerpo.

El templo más hermoso

Dijo también el Arzobispo:

-Él en su cuerpo se constituye en el más hermoso templo de toda la humanidad. Pero Dios quiere que tú y que yo, que cada uno seamos un templo donde Él habite. Bendecimos al Señor por este lugar desde donde se ha proclamado la buena nueva hoy que estamos iniciando ya el tiempo ordinario. Ayer terminó el tiempo de Navidad, escuchamos este evangelio donde Jesús inicia su predicación llamando a la conversión: conviértanse, arrepiéntanse, porque el Reino de Dios está cerca. La conversión debe ser una tarea de todos los días, para todos los cristianos, y para toda la gente que quiera acercarse a la fe. Cambiar de vida, cambiar de ruta, arrepiéntanse que el Reino de Dios está cerca. Y además dentro de esta dinámica de la extensión del Reino de Dios, está siempre el llamado para que haya hombres dedicados a tiempo completo a la causa del evangelio. En este pasaje Jesús llama a los primeros cuatro apóstoles. Llama a Pedro y su hermano Andrés, a Santiago y a su hermano Juan, y el Señor sigue llamando, llamado doble a la conversión a todos, y a algunos a seguirlo para servir a tiempo completo a la causa del evangelio –concluyó don Gustavo Rodríguez Vega.

(Roberto López Méndez)