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Yucatán

¡Una mortaja de hormigas!

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

¿Podrían las hormigas constituirse en la mortaja de un hombre? Algo difícil de digerir pero una vez que nos lo relató un amigo poeta, testigo presencial de tan extraordinario hecho, no nos quedó ninguna duda de lo ocurrido.

-Oiga Ud. -le pregunté al testigo- ¿Cuándo ocurrió tal insólito incidente?

-Allá por los noventa -me respondió-, cerca de la comisaría de Dzityá o la hacienda San Ignacio, camino a Progreso. Un campesino que acudía a laborar en su parcela, se encontró, a la vera del camino que conducía al pueblo o a la hacienda, “algo” que parecía un montón, o vulgarmente, “montonal” de tierra en movimiento.

-¿Tierra en movimiento? -me asombré- Eso sólo se ve en las películas de Spielberg.

-Bueno, así lo veía el campesino -explicó-. Y lo peor es que de esa masa informe y en movimiento sobresalía un viejo zapato de tenis de color blanco y un calcetín hecho pedazos. Entonces para su horror y espanto, se percató que aquella oscura masa en movimiento era la de un cuerpo humano cubierto de millones de hormigas que se daban un hartazgo con el cadáver…

-Lo estaban devorando -añadí.

-Eso mero. Entonces, horrorizado, corrió el campesino a dar parte a la policía y a la autoridad de ese lugar. Llegó un agente de la procuraduría para realizar las investigaciones y yo, que pasaba por allá, acudí a ver qué ocurría y me topé con el horrendo espectáculo. Los investigadores, según escuché, llegaron a la tenebrosa conclusión de que aquel hombre, hallándose en el más lamentable estado de ebriedad, regresaba a la población y por el exceso de alcohol ingerido, cayó y quedó tendido en ese sitio donde había, para su mala suerte, un nido de hormigas que, al paso de la noche, lo cubrieron todo hasta matarlo con todo y ropa. Se habían convertido sobre él en su mortaja ¡pero de hormigas!

-Oiga, qué horror. Eso es digno de un libro de Stephen King…

La Hora del Poeta

Inquietud

Soneto

¡Tanto he rogado al cielo que me alumbre!

Que mi voz inmortal, ¡sacude al infinito!

¡Es tan fuerte el clamor! ¡Tal reciedumbre!

¡Que al mismo Dios le pareció inaudito!

¿Por qué si eres perfecto me haces imperfecto?

¿Por qué si eres perpetuo y de espíritu inmortal…?

¿Si eres infinito porque expías de modo tan abyecto

A un ser finito de forma tan brutal?

No hallo tus razones, ¿acaso hubiere alguna…?

¿Acaso celos paridos en forma dolorosa?

¿Por emplazar a juicio al dogma ante tribuna…?

Tus designios que en forma misteriosa

Grabas con credos desde nuestra cuna…

¡Por la razón del ser! ¡Yacen en la fosa!

Hansel de T. Ortiz Betancourt

Noviembre 15 del año 2018

Mérida, la de Yucatán, México.

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