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Roma, testimonial de la vida misma

Ariel Avilés Marín

El año 1970-1971 está marcado en la vida de México por un hecho sangriento que volvió a enlutar al país, que aún no superaba el 2 de octubre del 68. El recordado y llorado “Jueves de Corpus” (10 de junio de 1971) volvió a enlutar los hogares de un sinnúmero de familias mexicanas, de estudiantes universitarios en su gran mayoría. La arrolladora y desgarradora serie de testimonios sobre lo ocurrido en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, ha hecho palidecer en el concierto de la historia nacional lo ocurrido el 10 de junio de 1971, pero no por ello deja de ser un hecho desgarrador y debe estar siempre presente en la conciencia del pueblo mexicano. Y aquí, en este nuevo magnicidio, no hay créditos compartidos, hay un solo responsable directo e insoslayable: Luis Echeverría Álvarez.

El gran cineasta mexicano Alfonso Cuarón, en las postrimerías del año que acaba de concluir, lanza a la consideración del gran público televidente una magna obra de cine que está levantando voces que desearían que esta maravillosa obra del cine mexicano no hubiera sido coproducida con Netflix, la popular plataforma digital, pues esta circunstancia la priva de la posibilidad de poder participar en muchos y muy importantes eventos cinematográficos que establecen en sus bases muy claras restricciones en materia de producción. Para nadie es un secreto que la organización del reconocido Festival Internacional de Cine de Cannes deseaba tener el filme participando en él, pero las especificaciones de la convocatoria no lo permitieron. Así pues, Roma nace para el gran público entre una polémica en la que, hay que destacar, que todo el mundo está de acuerdo en que, es una gran obra cinematográfica mexicana y está teniendo ya resonancia mundial y múltiples reconocimientos.

La carrera de Cuarón en el séptimo arte ha estado marcada por los éxitos; filmes como “Sólo con tu Pareja”, “La Princesita”, “Y tu Mamá También”, “El Prisionero de Azkabán” (en la saga de Harry Potter), “Hijos de los Hombres”, o su producción en “El Laberinto del Fauno”, así como su filme “Gravedad”, son puntual testimonio de ello. Alfonso Cuarón se ha ganado a pulso, el lugar que ocupa en la cinematografía mundial.

Roma es una película que podemos ubicar en el género del cine testimonial. No sigue la fórmula convencional de tener un incidente que desate la acción, un desarrollo y una conclusión con la posibilidad de tener también un epílogo. Roma es un devenir de la vida diaria en la cotidianidad de una familia de clase media alta, de profesionistas universitarios que gozan de cierta posición desahogada y se mueven en un entorno urbano bien definido, que es el de la antigua colonia Roma de la Ciudad de México, y que es la que le da el título al filme. Nuestro gran público, tan hecho a las fórmulas del cine comercial, al ver esta película, se pregunta ¿y a qué hora empieza la acción? Cuando que la acción es cada escena de principio a fin, cada detalle que da cuenta y testimonio de un México que se encuentra finalizando la corriente nacionalista y a punto de caer, como hemos caído, en el terrible neoliberalismo.

La recreación fidedigna de una manera de vivir de una época, es el logro principal del filme; la cuidadosa reproducción de ambientes, costumbres, expresiones, formas de relación familiar, la acentuada hegemonía del machismo, en su más espléndida expresión, son los logros más profundos de la producción. La familia clase mediera alta es el marco que arropa la historia central de la película, que es la vida de Cleodegaria Gutiérrez, Cleo (Yalitza Aparicio), la muchacha zapoteca, sirvienta de la casa y que representa en su vida y circunstancias, a toda una clase social que ha sufrido siempre de una marginación que la coloca en un plano subhumano. Cleo comparte generosamente su vida, con un profundo amor por la familia a la que sirve, y a la que se ha integrado sin restricción alguna y a quienes profesa un amor sincero y profundo, al punto de arriesgar su propia vida, por salvar la de los niños a su cuidado. La tragedia en la vida de Cleo es compartida por Sofía (Marina de Tavira), la madre de la familia. Cleo y Sofía, comparten en silencio el desamor de sus respectivas parejas, y de alguna manera, cada una encuentra en la otra un punto de apoyo para seguir adelante en su vida.

La contraparte de los personajes de Cleo y Sofía, lo son Fermín (Jorge Antonio Guerrero), novio de Cleo, que se eclipsa desde el momento en que se entera de que ella está esperando un hijo suyo, y reaparece en forma lamentable, como integrante del grupo paramilitar Los Halcones, protagonistas de la agresión del 10 de junio; el otro es Antonio (Fernando Grediaga), esposo de Sofía, el cual abandona el hogar sin mayor explicación de por medio. Completan el reparto los hijos de la familia: Sofi, (Daniela Demesa); Toño (Diego Cortina); Paco (Carlos Peralta) y Pepe (Marco Graff). También están: Adela, (Nancy García), la otra sirvienta de la casa y también de origen zapoteca; y Doña Teresa (Verónica García), madre de Sofía. Un personaje incidental de valor, lo es la Doctora Vélez (Zarela Lízbeth Chenolla).

La crítica especializada, se ha fascinado con la actuación de Yalitza Aparicio, quien no tiene antecedente alguno como actriz, ella es una maestra de preescolar, y esta es su primera incursión en la actuación. Su imagen, tan profundamente de mujer mexicana, se ha robado las portadas de múltiples revistas de todo el orbe y está promoviendo brillantemente la imagen de la mujer mexicana autóctona.

Hay un interesante detalle de denuncia en el filme, el conocido actor Latin Lover, personaliza al popular Profesor Zobek, quien fuera tremendamente conocido y popular al inicio de la década de los 70’s, en el programa Siempre en Domingo, de Raúl Velazco. Zobek realizaba en el programa de televisión una serie de proezas increíbles de fuerza y destreza. Fue muy sonada su incursión conduciendo un automóvil por importantes calles del centro de la capital, con los ojos fuertemente vendados. Zobek tuvo un trágico y sonado final, cuando una mañana, realizaba acrobacias en el aire, colgado de un cable de acero, desde un helicóptero; misteriosamente, el cable se rompió y Zobek se precipitó al vacío encontrando trágico fin. En el filme, Cuarón nos plantea que Zobek era uno de los que había entrenado a Los Halcones, en unos parajes alejados de toda vista y fuera de la ciudad. Cleo, en la incansable búsqueda de Fermín, llega hasta ahí, como ella ve la televisión con la familia, reconoce a Zobek, le dice a una mujer que está a su lado: “Es el profesor Zobek”, y aquella le responde: “No lo conozco”. Si esto es verdad, nos da una razón para el trágico final de Zobek, era un testigo incómodo que había que desaparecer.

El terrible suceso del 10 de junio causa en Cleo un impacto tan profundo, que le produce el aborto de su niña, a punto de nacer, al toparse de cara con Fermín, quien empuñando un arma de fuego, mata a mansalva a unos estudiantes que se han refugiado en el almacén en el que Cleo y Doña Teresa están comprando la cuna para la bebé. El Jueves de Corpus es un detalle impactante en la trama; sin embargo, la escena culminante es aquella en la que Cleo, sin saber nadar, se adentra en el mar agitado para salvar la vida de sus niños amados, esta escena y las que le siguen son un verdadero poema de amor familiar.

Cleo es un personaje profundo y simbólico, es una clase social silenciada, a la que no se le da voz, ni entonces ni ahora. La película es una denuncia contra el machismo, la negación de los derechos de la mujer, y es una cuidadosa y esmerada recreación de una época y todas las circunstancias que la rodeaban.

Roma es un devenir lento y cansino de la vida diaria, es una película testimonial magistralmente lograda, no pierde detalle alguno, ambiente, música, todo nos da noticia de un México que fue y que vive en la memoria colectiva de los que nos tocó vivir este momento de la historia. Termina, como había empezado, con un momento del devenir de la vida misma.

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