Roldán Peniche Barrera
Yucatán Insólito
Hoy por hoy don Mario Herrera es el mejor comediante de Yucatán y de nuestra península. Siempre que teníamos la oportunidad de vernos en la calle o en un acto cultural, se lo decíamos y se lo repetíamos. Aparte su lenguaje limpio, exento de las barbaridades que escuchamos de labios de otros pseudoactores del teatro festivo regional, Mario III es uno de los últimos grandes repentistas de nuestro teatro de comedia. Todo lo que dice tiene tanta gracia y tanta picardía que el público se ríe a mandíbula batiente y lo ovaciona con el cariño que se merece.
En la época de oro del teatro regional de humor, cuando, quinceañeros nos echábamos las tres tandas de la familia Herrera en aquellas inolvidables noches de los años 40 y 50 en el viejo Teatro Plaza, mentiríamos si aludiéramos a Mario III: éste sería un muchacho entonces dedicado a otros menesteres, sin participar todavía de la aplaudida actuación del tronco familiar, don Héctor (a quien vimos unas pocas ocasiones y siempre nos mató de la risa), sus tres hijos, estupendos actores, Daniel Herrera (El Chino), el más célebre, pues era mimado lo mismo en las tandas de la Ciudad de México que en un cúmulo de películas al lado de Cantinflas, Tin Tan, Oscar Pulido, el rey del mambo Pérez Prado y otros excelentes cómicos capitalinos; Mario (Sakuja) y Fernando (Cheto), ambos de grandes ligas. Finalmente, surgió el junior, hijo de Sakuja, Héctor, “Cholo”, heredero del ingenio de su padre y sus tíos cuyos chistes políticos enloquecieron a la gente. “Cholo” falleció, lamentablemente, hace algunos años. Con su deceso, nos quedamos, al parecer, sin un comediante de polendas y nuestro teatro festivo se hizo un poco más pobre. Pero faltaba Mario III, que deviene el comediante yucateco más cotizado y que recientemente, y con toda justicia, fue premiado con la Medalla “Héctor Herrera”. No queremos meternos en honduras y especular quién sería, con el tiempo, el sucesor de don Mario. Pero por el momento no hay nadie que le quite la corona.