Yucatán

El jéets’méek se pierde poco a poco

XOCEN, Valladolid, Yuc., 16 de noviembre.- De manera lamentable el jéets´méek, una ancestral ceremonia maya se pierde poco a poco y actualmente poca gente, incluso en el medio rural, es la que lo practica y es precisamente por ese motivo que familias como la conformada por Francisco Iván Canul Martin y Noelia Karina Cárdenas May, pretenden rescatar esa tradición al realizársela a su pequeño hijo.

Durante la ceremonia del jéets´méek´ efectuada el día de hoy al niño Kael Noé Canul Cárdenas, se explicó que el ritual es de origen prehispánico y tiene la función de fomentar el desarrollo intelectual y social de los niños mayas desde sus primeros meses de vida.

En su momento, los padrinos del niño, los hermanos Luis Demetrio Canul Marín y Nora Viviana Canul Marín, explicaron que la ceremonia se debe cumplir con niñas y niños de menos de cinco meses, específicamente, cuando las niñas cumplen los tres meses de edad y los niños, cuatro.

“Sin embargo, esto no siempre es así, pues abundan casos en los que se celebra cuando los bebés ya tienen cinco meses de edad”, dijeron.

Cabe destacar que la ceremonia maya recibe su nombre de la forma en que se abraza a la criatura por primera vez, colocándola a horcajadas sobre la cadera izquierda de los adultos que han sido previamente invitados para ser padrino o madrina, en el entendido de que jéets´ quiere decir “aligerar”, “aliviar la carga”, y méek´ se traduce como “abrazar”.

Los padrinos generalmente deben ser dos, un hombre y una mujer, pero también puede ser sólo uno. En el último caso, el sexo del adulto debe corresponder con el sexo del niño, por lo que las niñas tienen madrina y los niños padrino.

Usualmente y como ocurrió en esta ocasión, los padrinos son parientes de la familia o personas muy allegadas de la comunidad, con quienes los padres refuerzan los vínculos de compadrazgo.

En el caso del pequeño Kael, de manera previa, sus padres prepararon el espacio para el ritual, donde se colocó una mesa con mantel y sobre ésta unas velas, un recipiente con flores y los platos y jícaras con la comida que se darían a probar al niño durante la ceremonia.

La comida que se colocó sobre la mesa consistió en huevo “salcochado”, pepita gruesa de calabaza y dulces y también se colocaron ciertos instrumentos de trabajo de acuerdo con el sexo de la criatura, para serle puestos en la mano durante el transcurso de la ceremonia.

Antiguamente se depositaban machete, coa, jícara, sabucán y hacha si se trata de un niño o agujas, tijera, ollas y comal, si se trata de una niña, pero en la actualidad, usualmente se colocan para ambos casos: libretas, libros, lápices y plumas y más recientemente, incluso se han empezado a utilizar juguetes que imitan ser teléfonos celulares, computadoras portátiles y otros.

El día de hoy, Kael fue colocado en la posición de jéets´ méek´ y sus padrinos procedieron a dar 13 vueltas alrededor de la mesa. La primera serie de vueltas fueron realizadas girando en dirección de las agujas del reloj y al finalizar esta primera serie de vueltas, el padrino entregó el niño a la madrina, quien también dió otras 13 vueltas, pero esta vez en sentido inverso.

Las vueltas fueron contadas por la persona que dirigió el ritual y para esta operación se utilizaron granos de maíz.

En el transcurso de las vueltas, tanto la madrina como el padrino le dieron a probar al niño los alimentos que fueron colocados en los platos o jícaras sobre la mesa principal y simultáneamente, repartieron pepitas de calabaza tostadas entre los asistentes, quienes las comían y luego arrojaron las cáscaras sobre la cabecita del niño.

Al finalizar las vueltas, el bebé fue entregado a sus padres, quienes agradecieron a los padrinos el haber hecho jéets´ méek´´ a su hijo y finalmente se repartieron entre los asistentes - parientes y vecinos invitados - los alimentos principales de la ceremonia, así como una comida especialmente preparada para ellos.

(Texto y fotos: Alfredo Osorio Aguilar)