Yucatán

No todas las personas acostumbran visitar las tumbas de sus familiares fallecidos, pero otras en cambio, sobre todo cuando se les recuerda con cariño, lo hacen continuamente.

Es el caso de doña Ofelia Zapata, quien entrevistada en el cementario Xoclán, nos dijo: “Cada ocho días venimos, aquí está mi esposo Jorge Cab Valle, quien falleció. También venimos cuando es el cumpleaños de alguno de los otros familiares y en otras fechas importantes”.

¿Y cada vez que viene le reza?

“Sí. Vengo para ponerle flores y para rezarle el rosario”.

–¿Cuál es el propósito del rezo?

“Dicen que hay que hacerlo para que estén tranquilos”.

Por su parte, su hijo Jorge Cab nos dijo: “Aquí están los restos de mi papá, mi abuela y mi tía. Hace seis meses cuando lo trajimos, pedimos que podaran esa mata que está en esa tumba cercana, porque ya abarcaba hasta acá, pero le dejaron las raíces y vea, ya volvió a crecer. Cuando limpiamos la tumba de mi papá limpiamos también las que están cerca, porque no me gusta que se vea todo tan mal, pero hay gente que nunca viene y por eso crecen las hierbas”.

Lo espantó un muerto de verdad

Por su parte, don Juan Gregorio Pech Espadas, a quien encontramos pintando una tumba, contó que cuando tenía 11 años entró a trabajar al Cementerio General y allá lo espantó un muerto, pero no se trataba de un fantasma, sino de un muerto de verdad.

Lo que pasó es que una señora lo contrató para llevarle agua a la tumba que iba a limpiar. Entonces la siguió con sus dos cubetas y, al pasar detrás del mausoleo de Felipe Carrillo Puerto, donde hay dos más pequeños, se encontró con el doctor Talavera, un viejito, que estaba haciendo una autopsia en una mesa y le había abierto el cráneo y el estómago a un muerto.

A ese cuerpo se le veía el cerebro y los intestinos y como nunca había visto algo así se asustó, tiró sus dos cubetas y arrancó a correr. Un rato después fue a buscarlo de nuevo la señora y le dijo que si quería que le llevara el agua, no volviera a pasar por donde cortaban a los muertos.

“Luego hasta trabajé con don Talavera. Yo le ayudaba a limpiar la mesa luego de que abría los cuerpos”, comentó.

–¿En qué año fue eso?, preguntamos.

“Tengo 48 años y en ese tiempo tenía 11, así que hace 37 años”.

Don Juan Gregorio estaba repintando una tumba que, según explicó, estaba recién pintada, pero un señor pintó la que está al lado y, al hacerlo, la salpicó con pintura de otro color.

El dueño fue a reclamar a la dirección del panteón, pero como pasó un mes y no le dieron ninguna solución, viendo que ya venían los días de finados decidió volver a pintar la tumba de su familiar y un amigo, al que le dieron el trabajo, el contratista lo llamó para realizarlo.

Problemas en tiempos de lluvias

Otra señora a quien encontramos cortando una planta, llamada cola de gato, que tiene flores muy bonitas, pero que crece mucho, nos dijo que cuando es tiempo de secas no tienen problemas, pero en tiempo de lluvias las plantas que se siembran junto a las tumbas crecen mucho y entonces hay que ir a cortarlas porque invaden todo el monumento y tienden a romper el área donde están sembradas.

(Roberto López Méndez)