Yucatán

Ana María Ancona Teigell

“Cuando mueren los apegos,

nace la libertad.”

Anónimo.

Muchas veces nos hemos preguntado porqué hay mujeres que siguen bajo el control y el dominio de sus victimarios, si siempre hay una salida para todo. Es muy fácil pensar así cuando nunca hemos sufrido violencia de género y vemos desde afuera el problema con una gama extensa de posibilidades para solucionar lo que otras están sufriendo.

Pero muchas de estas mujeres tienen ante las adversidades una posición de “indefensión aprendida”, que les impide buscar una solución para salir del maltrato que sufren y que la mayoría de las veces las tienen al alcance de las manos.

La “indefensión aprendida” fue descubierta por Martín Seligman, psicólogo, educador y escritor norteamericano, conocido por su teoría del mismo nombre, la teoría del “optimismo aprendido”, y uno de los pioneros de la psicología positiva.

Para Seligman, la “indefensión aprendida” es cuando una persona o animal se encuentra en una situación negativa de la cual no puede escapar, “aprende” a mantenerse indefensa, incluso cuando las condiciones cambian y ya se puede ejecutar una respuesta de huida.

Después de varios experimentos realizados, se dio cuenta que hay personas que están expuestas a estímulos negativos impredecibles que adoptan un comportamiento y unos pensamientos similares a los estudios que hizo, ya que pierden la capacidad de ver sus conductas de escape o afrontamiento como algo útil y eficaz para evitar la situación problemática.

Esto hace que una persona aprenda que debe modificar su respuesta de huida por otras de sumisión, con el fin de sobrevivir o adaptarse a la situación temida o peligrosa. Estas respuestas pueden aparecer en situaciones de violencia y comportamientos de sumisión en las víctimas de malos tratos. La víctima no puede predecir cómo se comportará su agresor frente a su comportamiento ya que da igual lo que haga, el maltrato llegará de manera aleatoria.

Se ha comprobado que las personas expuestas a malos tratos al principio de la relación intentan huir o evadirse, sin embargo, cuando estas estrategias no frenan al abusador o maltratador, se modifica su comportamiento y comienzan a comportarse de manera sumisa como forma de aplacar al perseguidor. Esto explica porqué adoptan comportamientos de cariño, cuidado, complacencia y sumisión.

Un estudio con mujeres víctimas de malos tratos por parte de la pareja, sacó a la luz cuáles son los factores que llevan a una persona a sufrir “indefensión aprendida”: “El ciclo de la violencia acumula tensión, episodios agresivos y luna de miel o episodios sin tensión; la modificación y el aumento de la intensidad y frecuencia de los malos tratos físicos o sicológicos; el abuso sexual, el control, la posesión, el aislamiento de la víctima; malos tratos psicológicos; abuso de sustancias en el maltratador”.

La “indefensión aprendida” genera síntomas como: Inhibición en la conducta; mostrar pasividad, con el fin consciente o inconsciente de cambiar las cosas o la conducta del que daña; pensamientos y creencias disfuncionales, la persona cree no tener ningún control sobre una situación dañina, ya sea un daño físico o psicológico. La persona tiende a magnificar las cosas que le suceden, este patrón puede continuar, aunque la situación cambie; sensación de impotencia, las cosas no se pueden mejorar; o depresión.

La “indefensión aprendida” puede generar cuadros graves, si las circunstancias no cambian a tiempo o si no se recibe ayuda profesional; aprendizajes y autoconocimientos negativos, la persona cree que es impotente e incompetente, que no tiene salida ni recursos para cambiar las cosas. Esto hará que no intente salir de lo que está viviendo ni pedir ayuda, por lo que entrará en un círculo vicioso de aislamiento, estrés, ansiedad, desgana y desidia.

La “indefensión aprendida” se puede desaprender trabajando en la autoestima y reaprender estrategias, diferentes alternativas a la de indefensión, que nos ayuden a sentirnos capaces de controlar, modificar o abandonar las situaciones complicadas de nuestra vida.

Debido a que la indefensión no solo afecta a la cognición, sino también afecta al mundo emocional, el trabajo puede llevar tiempo. Muchas personas “saben” lo que tienen qué hacer, pero se bloquean en la ejecución de sus pensamientos.

Tendrán menos probabilidades de caer en “indefensión aprendida” aquellas personas que busquen el lado positivo de las cosas, que olviden pronto y no sientan tanto el impacto del suceso, y que asuman su responsabilidad para no recaer de nuevo en ellos, así como no sentirse culpables de lo ocurrido.

En el caso del maltrato, el empoderamiento y la psicoeducación, así como el apoyo externo por parte de la sociedad, familia y amigos y la terapia psicológica, son los principales pilares para revertir la “indefensión aprendida”, ya que dota a las víctimas de recursos para entender qué es el ciclo de la violencia, cómo se refuerza y aprender qué no es amor y qué no es el papel de una pareja. En estos casos el miedo, la vergüenza y la culpa deben ser trabajados con la víctima, que suele cargarse con toda la responsabilidad del maltrato.

Antes de juzgar a una víctima de violencia conoce su historia, respétala y dale todo tu apoyo. Hay mujeres privilegiadas que nunca han sufrido maltrato por parte de sus parejas, esposos, pero esto no quiere decir que tienen el derecho de culparlas por seguir en ese círculo violento, y no hacen nada para ayudarlas. Una nunca sabe en qué momento de sus vidas pueden ser víctimas de maltrato ellas, sus hijas o nietas, ya que, si se callan, son indiferentes ante el verdadero calvario que sufre una víctima, estarían siendo cómplices del maltratador.

Recuerda que siempre juzgamos y condenamos lo que no conocemos.