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Rafael Mis Cobá

El T’alkú de la Tía Juana

En busca de quien le haga “loch” para no titiritar de frío en estas noches de bajas temperaturas, el cabezón sobrino viajó a Chikindzonot en busca de alguna mesticita que lo calentara hasta el amanecer para evitar el riesgo de entumirse y todo le quedara “morot”.

Envidioso del tío Chupi, porque el “dzudzito” milpero tiene garantizado en sus eternas noches el calor de la mujer más hermosa que ha creado natura, el cabeza de “lec” pensó sentirse satisfecho si cuando menos la comadre de su tía Juanita le ofrecía un poquito de calor de su ardiente fogón.

Amante de la naturaleza, el travieso sobrinín también quería aprovechar estar en el hermoso poblado para admirar en el limpio cielo la lluvia de estrellas y despertarse con el cantar de los gallos, privilegios que en la ciudad no puede disfrutar.

Como era de esperarse, a su llegada a Chikindzonot encontró atareada a su “t’int’inkí” tía dándole comida al cochino de patio y a las gallinas jabadas, mientras que el tío Chupi reposaba en su hamaca recién llegado del monte.

—¡Tía Juanita!

—“Mejenkisín”, sobrino, ¿qué vientos te trajeron por acá?

—Necesito calor, tiíta.

—Pues ponte bajo el Sol y solucionado el problema.

—No, tiíta, necesito que me hagan “loch” en las noches para no sufrir ahora que empezará la temporada de frío.

—A duermes entonces con “Firulais”, el perro necesita también compañía y calor.

—Tía, no seas mala con tu adorado sobrino.

—Para malo Mau, que se fue nuevamente de viaje al extranjero y no me llevó.

—Tía, hay austeridad republicana, no te diste cuenta que ni a Michelle Fridman llevó.

—Sobrino, a la pobre secretaria de Fomento Turístico ya no la lleva a ningún lado, la tiene congelada.

—¿La quiere convertir en paleta?

—Ya está fría, sobrino, después de los errores garrafales que ha cometido en su desempeño, pero en particular, en la organización de la Feria Internacional de la Trova.

—¡Uay, es cierto!, ese evento de carácter internacional fue suspendido y desde eso, la Michelle anda casi desaparecida.

—Sobrino, las que sí van a estar desaparecidas son las agrupaciones campesinas que acostumbraban manejar y jinetear los recursos destinados a los hombres de campo.

—¡Maare, es cierto!, AMLO les cerró la llave y por eso se molestaron e hicieron sus plantones en la Ciudad de México.

—Los que están también molestos, sobrino, son los consejeros del INE, empezando por su presidente, Lorenzo Córdova, porque no quieren rebajarse sus jugosos sueldos de 300 mil pesos al mes.

—Cierto, tía, están en franco desacato a la Ley Federal de Remuneraciones, que asienta que ningún funcionario podrá ganar más que el Presidente de la República.

—No tienen vergüenza, sobrino.

—El que no tiene vergüenza, tía, es el diputado local Enrique Castillo Ruz.

—¿También devenga un sueldazo?

—No, tía, porque dice que el Congreso no aprobará el matrimonio igualitario propuesto por el Poder Judicial, en las reformas al Código de Familia, que porque la iniciativa no incluyó modificar la Constitución Política del Estado de Yucatán.

—Tienes razón, sobrino, es una gigantesca simulación, ya que los diputados han votado dos veces en contra de modificar la Constitución para evitar aprobar el matrimonio igualitario.

—Entonces, tía, lo que debe hacer el Poder Judicial es enriquecer la iniciativa y proponer que se modifique la Constitución, a ver si ahora sí lo aprueban los flamantes legisladores.

—Puro show de los diputados, sobrino, son “kápe-iches”.

—¿Como el de las mujeres que marcharon el pasado lunes en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer?

—No, sobrino. No te equivoques, es una marcha justa y necesaria para que la sociedad las escuche y se sume a que se respeten sus derechos.

—No, tía, me refiero al grupo de mujeres que aprovechando la ocasión se dedica a vandalizar bienes públicos y privados y hasta ofende y agrede a quienes osan pasar por el sitio donde hacen su espectáculo.

—Bueno, la gente ya las conoce.

Y como ya el Sol llegaba a su ocaso, la tarde caía y los moscos comenzaban a fastidiar, el sobrino ya no le pudo preguntar a su escultural tía por qué no participó en la teteada masiva que promovió un grupo de mujeres en el Museo de Arte Moderno, en la Ciudad de México, para protestar y exigir normalizar la lactancia materna.

A final de cuentas, creo que el travieso sobrinín se salvó de una segura “uasc’opeada” que le iba a propinar la Eva del Mayab, dado que la inmaculada mestiza no estaba enterada de que el término teteada se utilizó para señalar a la mujer que amamanta.

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