Roldán Peniche Barrera
La escuchábamos en la mocedad dicha por nuestros mayores, allá por los años cuarenta y aún los cincuenta. Luego nos fuimos a vivir al extranjero por diez años, y al volver a la patria ya casi no la escuchábamos y en el transcurrir del tiempo perdió fortaleza, como hasta la fecha. El mismo DRAE registra la palabra “taco” pero para otras acciones. Y en Yucatán, ni Rodríguez Cimé ni el Dr. Güémez la citan.
De todos modos, no está de más un ejemplo:
En el Moncho’s:
-Me sigue fallando mi veleta, Antuán, no sé qué le pasa…
-Pero Museólogo… ¿qué no te la arregló el Gasolina no hace mucho?
-Sí, pero no me la dejó buena y sana…
-¿Cómo así…?
-Sí hombe… que no encontró un tornillo que le faltaba y todos esos chismes…
-Mira, la verdad es que es muy borrachales… Cambia de mecánico.
-Eso no… ¿Cómo va a ser…? ¡Es muy “taco” para las veletas”…!
Poesía Joven de Yucatán
Juan Manuel Góngora Briceño
Naturaleza
salvaje, mortal, brutal,
tan fulminante.
Contracorriente,
así vive el salmón,
así, en acción.
Eres, flamboyán
un eterno testigo
de nuestro Yucatán.
Nubes del cielo
purifiquen con la lluvia
nuestro destino.
El cocodrilo
permanece por siglos
en el sigilo.
Precioso faisán,
tesoro de los mayas.
¡Espectacular!
Imponente es
el pavorreal, belleza
tal, reverencia.
En el silencio
de la obscura noche
repta la serpiente.
Dulce agua de
coco, ¡qué refrescante!
¡ambrosía líquida!
El zaramullo
es fruta extraña,
bien yucateca.
Es el caimito
de buen color morado.
Labios manchados.