Luis Carlos Coto Mederos
Carilda Oliver Labra
IV
833
Como una mujer
Apenas quedé sin hombre
mudaron el do los pianos,
no me bastaban las manos
para estrujar aquel nombre.
¿Habrá ya nada que asombre
como este beso a traición?
Desde entonces mata el son,
dicen nunca las arecas,
sonando a unas güiras secas
anda el poco corazón.
Hoy declaro un amor roto
que no logra deshojarme:
nada ha venido a sanarme
el borbotón donde agoto
tu siempre soy… ¡Ah, qué ignoto
milagro el que se prepara!
Me cogió una trampa rara.
Sin esperanza ninguna
tengo sed, pido la luna
y nadie vive en mi cara.
Pero esta pena la aborto,
este dolor me lo quito;
destrozo recuerdo y grito,
los mando al diablo, los corto.
Como una mujer de absorto
polen que siempre se inmola,
le doy el turno a la ola
porque quiero, porque sí:
pues es cierto que perdí,
pero el ala vuela sola.
834
Sombra seré que no dama
Muerte que me das la mano
pero no por ayudarme
sino para al fin quitarme
este sitio en el verano.
Es inútil, es en vano
que esté sorda cuando llama
tu frío sobre mi cama
porque llegará el minuto
en que, silencio absoluto,
sombra seré que no dama.
Procuro no hacerte caso,
te ignoro de compañera
aunque si ocupas la acera
nadie te quita del paso.
Te vuelves futuro vaso
donde no quiero beber,
y es tan grande tu poder
que casi sin asomarte
más que maña tienes arte
de acabarme la mujer.
Ayer dejaste una arruga
aquí en la frente que ganas,
me coronarás de canas,
tendré los nardos en fuga.
Eres la fatal oruga
que renace muchas veces.
Tú, porfiada, siempre creces
hasta volar, mariposa
que enemiga de una rosa,
la alimenta de vejeces.
Por eso pregunto, muerte
que por mi carne paseas,
y mientras sueño aleteas
oculta en el gesto, inerte:
¿Qué haces con esconderte
jugando a pronto y después
si me has puesto de revés,
si estoy por ti mal herida
y aunque suplique la vida
vas a pararme estos pies?
835
Glosa
Yo pienso cuando me alegro
como un escolar sencillo
en el canario amarillo
que tiene el ojo tan negro.
José Martí
En el sinsonte que acosa
con su canto el veguerío,
en la loma, en el bohío
donde aparece la rosa,
en el aire que desposa
al cielo donde me integro,
en la guitarra, en el negro
humilde bajo una estrella,
en mi patria suave y bella
yo pienso cuando me alegro.
Escojo una espiga hirsuta,
un parentesco demente
con el arroyo, simiente
de la verdad absoluta.
Se está cayendo una fruta…
¡Qué luz viene!... Maravillo
mi olfato con romerillo,
le doy un susto a otra rana
y me tiendo en la sabana
como un escolar sencillo.
La hierba y su mansedumbre
se apoderan de la hora.
Soy parte ya de esta flora.
¡No es bueno que me acostumbre
a tanto amor, tanta lumbre!
La tarde como un anillo
está redonda de brillo
y lejos suena el palmar…
¡Si yo pudiera volar
en el canario amarillo!
Pero un recuerdo maltrata,
viene el furor y lo empuña,
de pronto sale la uña.
(Caña, ya no eres de plata.)
El campo se desbarata
y a la pena me reintegro;
ya maldigo, ya no alegro,
gano rabia, dolor gano;
¡pues me acordé del tirano
que tiene el ojo tan negro!