Yucatán

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

Posiblemente la voz “leñazo” sea de origen cubano como muchos de los modismos que utilizamos en la península entre los que se incluyen los términos deportivos, especialmente el béisbol.

Cuando acudíamos, siendo adolescentes, al estadio a gustar de los juegos de la inolvidable Liga Peninsular, escuchábamos la palabra “leñazo” con frecuencia cuando algún bateador pegaba un sólido batazo que por lo general se convertía en “jonrón”. Pero no necesariamente: podía tratarse de un doblete o un triplete, lo importante residía en la fuerza del batazo.

El DRAE dice simplemente “garrotazo” y ya.

De los regionales, sólo Güémez Pineda reproduce en el suyo la versión del lingüista y poeta Fernando Espejo:

leñazo s.m. Batazo dado a la pelota en el béisbol. Golpe, trompada. (fem)

Ejemplo:

-Oiga, tío Pascual…

-Sí, dime Elmerón.

-He escuchado que Ud. era pelotero de joven en su pueblo.

-Y de los buenos.

-Me dicen que cubría la primera base. Estos son buenos bateadores.

-Los mejores. Yo era un gran bateador.

-¿Pegabas buenos jits?

-Puro “leñazo”.

Renacimiento de teatros en Mérida

Cuando regresamos del extranjero al mediar los años sesenta nos encontramos para nuestra sorpresa con que el teatro florecía en Mérida. Ya no sólo eran los Herrera y el invento de Cervera Espejo, “Vea teatro mientras cena”, que se presentaba en el centro nocturno “La Cabaña” del barrio de Santa Lucía, y las representaciones pornográficas de la hoy ex zona de tolerancia; en nuestra ausencia habían aumentado las opciones para quienes disfrutan de la escena: Erick Renato Aguilar había conjuntado un muy buen grupo de actores que presentaban obras (algunas serían de seguro del gusto de Oscar Wilde por su marcado preciosismo) estupendamente actuadas en un night club de un hotel citadino; el Teatro de Cámara del Restaurant “El Pedregal”; el Teatro de la Casona de Virgilio Mariel que, profesionalmente, constituía el mejor; el Tayita ya mencionado en una entrega anterior de nuestra columna, el “Variedades”, llamado pomposamente “Salón Teatro” con la compañía de Héctor Herrera, después que abandonaron por los años cincuenta el Teatro Plaza, y otros que pro el momento no recuerdo. Aquí mismo acompaña nuestra información un anuncio del Teatro de Cámara del Pedregal que muchos setentones recordarán, y que presenta una comedia de Ruiz Iriarte por $5 la entrada, una admisión que hoy nos sorprende por su precio pero que hace 60 o 70 años eran cinco pesos de aquellos… (Archivos privados del Dr. Raúl Vela Sosa)