Dr. Fernando Rodríguez Castillo*
Por las características retrógradas del gobierno de México en el siglo pasado, era lógico que surgieran inconformidades como lo fueron los movimientos de maestros en el año de 1950, el de los obreros, comandada por Demetrio Vallejo y Agustín Campa, quienes fueron reprimidos y encarcelados.
Debido a la falta de pago de aguinaldos a los residentes e internos del hospital 20 de noviembre del ISSSTE, el 26 de noviembre de 1964 dicho personal médico reclamó la mencionada prestación y como respuesta fueron despedidos.
En meses previos, en distintos hospitales de la capital del país, como el Infantil. El Colonia, el General y los del IMSS, se efectuaron reuniones con objeto de organizarse y reclamar los derechos de los médicos residentes e internos con respecto a los salarios, condiciones de trabajo, métodos de enseñanza, por lo que de inmediato se apoyó a los compañeros del Hospital 20 de Noviembre y de esta forma nació la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos (AMMRI).
Pronto el movimiento se extendió a todos los hospitales de la República, lo que le produjo gran escozor al gobierno dictatorial de Gustavo Díaz Ordaz, de ingrata memoria.
Para tener la representación legal y social se organizó un Comité de Huelga, el cual era removido con frecuencia para no crear líderes y que el movimiento se contaminara. Las reuniones se llevaban a cabo en distintos sitios con representantes médicos de los distintos hospitales de la capital y de los Estados acreditados.
El 18 de diciembre los médicos deciden levantar el paro ante la promesa del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz de establecer mesas de diálogo, pero el paro vuelve a estallar el 13 de enero de 1965, ante nulos resultados.
En este segundo paro, el movimiento se extiende, no sólo en el ISSSTE sino que también en el IMSS, la Secretaría de Salud y Asistencia (SSA) y se mantiene a pesar de las amenazas de despido y ultimátum de las autoridades en un plazo de 24 horas, si no se reanudaban labores.
El movimiento se fortaleció a iniciativa de los médicos del Hospital General de conformar la Alianza de Médicos Mexicanos (AMM) que aglutinó a 25 mil trabajadores de todo el país. Sin embargo, la existencia de dos organizaciones, la AMM y el AMMRI propició futuras escisiones.
El movimiento era tan fuerte que destacados médicos especializados renunciaron a sus cargos en apoyo al movimiento. Debido a todo esto, se lograron algunas de las demandas, ya que este segundo paro afectó a 130 hospitales de todo el país; fue levantado el 30 de enero.
El tercer paro estallaría el 19 de abril de 1965 organizado únicamente por el AMMRI, sería más combativo, formado por becarios que no se vieron favorecidos con los acuerdos presidenciales firmados por el AMM, fue una maniobra del gobierno para restarle fuerza al movimiento.
Debido a la presión de los becarios y demás médicos, el gobierno endurece su postura, suspende las mesas de diálogo, suspende pagos, expulsa a los residentes internos de las residencias de los distintos hospitales, despide a decenas de trabajadores del IMSS, ISSSTE y SSA, y para debilitar aún más el movimiento el gobierno forma organizaciones de esquiroles médicos para atacar y desbaratar el movimiento y la prensa de ese tiempo, que estaba sujeta a los caprichos del gobierno, lanzó una brutal campaña de linchamiento.
El AMMRI decide levantar el paro y el gobierno de Díaz Ordaz intenta dividirlo con una propuesta de retabulación que sólo consideraba el 20% de los trabajadores. La inconformidad hace que los paros se reanuden en algunos centros laborales y el AMMRI decide convocar a un paro nacional que se llevaría al cabo el 23 de agosto.
El 26 de agosto el gobierno reprimió al movimiento de forma brutal, algunos hospitales fueron tomados por el Ejército, muchos trabajadores fueron despedidos y se expidieron órdenes de aprehensión contra los dirigentes del movimiento que fueron encarcelados en el Palacio Negro de Lecumberri (hoy sede del Archivo General de la Nación), otros fueron exiliados o desaparecidos.
El movimiento médico fue duramente aplastado con los mismos métodos utilizados anteriormente contra los maestros, ferrocarrileros, petroleros y mineros.
Aquí en Yucatán participamos en la huelga desde sus inicios y fuimos designados por los compañeros residentes e internos del IMSS, ISSSTE y Hospital O’Horán, representantes ante el Comité de Huelga Nacional, el Dr. Gonzalo Pacheco González y quien esto relata.
Con aportaciones de los médicos de base de estos hospitales viajamos a la Ciudad de México para participar con derecho a voto en las asambleas, en las marchas, reparto de volantes, boteo, todo esto para recabar fondos, en fin todas las actividades del movimiento, todos los días de nuestra permanencia en la Ciudad de México informábamos por teléfono a nuestros compañeros del estado del movimiento nacional.
En unas de las marchas, en las que vestíamos de blanco, empleados del Departamento Central fueron obligados, por órdenes del Gobierno, a gritarnos consignas y arrojarnos tomates, pero el pueblo nos aplaudía, nos animaba a continuar la lucha y colaboraba con aportaciones económicas, hubo apoyo popular.
Ante encumbrados médicos de la nación, aún recuerdo el brillante discurso del Maestro Cosío Villegas, que nos arengaba a la mesura, a la unión, pero sobre todo a defender nuestros derechos con energía.
El nombre de algunos médicos que participaron son: Dres. Carlos Wabi Dogre, Jorge y Carlos Pacheco Ravell, Jorge Colomé Solís, Marcos Vázquez Flores, Armando Medina Domínguez, Arturo Castillo Alvarado, Jorge Ceballos Ancona, Luis Zarzo, Ramón Aguilar Salazar, René Rodríguez Sosa, Moisen Bates Flores, Omar Avila Marino, Fernando Almeida Caballero, Milton Gorocica Lara, Wilbert Esquivel Sansores, Elmer Espinosa, Víctor Sauri y otros que se escapan de la memoria.
De todo lo antes mencionado se expidieron volantes, panfletos, oficios y demás correspondencia que dan fe del movimiento médico que fue una dura lucha para conseguir los beneficios que la nueva generación de médicos disfruta, dichos documentos se anexan al presente relato.
La huelga médica fue preludio de lo acontecido en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, donde fueron asesinados salvajemente cientos de estudiantes que exigían sus derechos, así como también del Jueves de Corpus de 1971 donde la fuerza paramilitar denominada los Halcones ultimaron a decenas de estudiantes y los líderes de ambos movimientos fueron encarcelados, exiliados o desaparecidos.
Estos estallidos sociales lograron algunos cambios y poco a poco se estableció un régimen democrático, falta mucho camino por recorrer para tener un México con justicia, unido, con libertad política y social, acabar con la pobreza extrema que padecen muchos compatriotas, con seguridad, cero corrupción, en fin, con un México que todo soñamos y que sea mejor en todos los aspectos y que nuestros hijos y nietos disfruten con libertad plena una mejor vida.
* Ex interno y residente del Hospital T1 Mérida y del Hospital Gineco Obstetricia del Centro Médico Nacional del IMSS.