Una vez más, la buena labor formativa de la ESAY queda de manifiesto al presentar en un rico recital de piano y música de cámara a los alumnos de la Mtra. María Elí Sosa Cáceres, en uno de los salones de la sede de la institución, en la antigua Estación Central de Ferrocarriles. El domingo, a las doce en punto del día, un numeroso público se dio cita y llenó el recinto para escuchar a nueve talentosos jóvenes ejecutantes de piano, canto y viola, en un variado programa que corrió por tiempos, estilos y corrientes, desde el barroco hasta la música contemporánea, y que puso de relieve la excelente calidad de la enseñanza que en la escuela de música de la institución se imparte.
La meditación, el análisis y la remembranza se imponen y comparamos las condiciones en las que, hace más de cincuenta años, estudiábamos artes, en la antigua sede del CEBA, cuando estaba en la calle 59, en la antigua y bella casona conocida como “La Lonja”, que era un club social durante el porfiriato, luego albergó a la Comisión Reguladora del Henequén, y durante muchos años, al Centro Estatal de Bellas Artes. Nuestra clase de violonchelo, no contaba siquiera con un salón de clases, la inolvidable Mtra. Noemí Concha, nos entregaba con gran amor sus enseñanzas, en un rincón del corredor de arcos que estaba en la parte posterior del edificio. ¡Qué afortunados son los estudiantes de artes de hoy de contar con tan buenas instalaciones y con una enseñanza de niveles sin precedente en nuestro estado!
María Elí Sosa Cáceres inicia sus estudios de piano desde muy temprana edad en esta ciudad, fue discípula de Flora Inés Rubio y Roberto Caamal, muy joven marcha a Xalapa, Ver., dónde estudia con la gran concertista Laura Sosa y obtiene su Licenciatura en Música; finalmente, marcha a Viena, donde ingresa a la Escuela Superior de Música y se titula en Pedagogía Musical. Además de su labor docente, María Elí es integrante de la Orquesta Sinfónica de Yucatán como ejecutante de piano. Su calidad docente se ha puesto de relieve en esta excelente presentación dominical de sus discípulos.
Siete participaciones integraron este sugestivo programa del recital, la primera de ellas fue la de Russell Santos Charuf, quien actualmente cursa estudios en el CEMUS, y está próximo a ingresar a la ESAY. Russell nos regaló una fluida interpretación de la Invención a tres voces No. 12, en Si menor, de Juan Sebastián Bach. El complicado y exquisito juego polifónico bachiano fluyó como agua corriente de la ágil digitación de Russell con claridad y precisión, para finalizar certeramente. En seguida, Blanca Fuentes Valencia, quien cursa sus estudios de piano en la ESAY, e interpreta, primero, dos Sonatas de Doménico Scarlatti, la primera en Fa menor y la segunda en Sol mayor; las obras barrocas corrieron alegres, saltarinas, su rico contrapunto dio brillo a la interpretación de Blanca. La tercera obra, el Estudio Op. 2, No. 4, de Sergei Prokofiev, fue un hueso muy difícil de roer, con una partitura intrincada, llena de armonías de una compleja complicación, exigieron de la intérprete una alta dosis de dominio del instrumento, que Blanca demostró con creces, para concluir su participación brillantemente.
Fue el turno de Adrián Pat Quintal, también alumno de la ESAY, quien ejecutó un preludio de la primera obra que contempló el uso del dedo pulgar en la técnica para los instrumentos de teclado: El Clave bien Templado, o bien Temperado, de Juan Sebastián Bach, se trató del Preludio en Do# Mayor, que Adrián ejecutó con gran agilidad y limpieza. Vino en seguida Jazmín Cámara Carrillo, ella ya egresada de la ESAY, que nos ofreció el Preludio y Fuga sobre un tema de Haendel, de Manuel M. Ponce, uno de los precursores del Nacionalismo Mexicano. La complicada obra conserva el espíritu barroco de su fuente original, pero sobre ella, Ponce la enriquece con nuevas armonías en ricas y sonoras formas. Jazmín inicia con graves notas y de inmediato desarrolla el tema barroco sobre el que van cayendo los sonoros acordes de Ponce que incluyen disonancias atrevidas que enriquecen la obra original; ya en la fuga, la polifonía corre y se eleva a un sentido más moderno con lo sobrepuesto por el autor y termina de forma apabullante.
Tocó turno a un sensible y temperamental ejecutante, Diego Francois Alamilla, originario de Belice, y aún alumno del CEMUS; Diego abre con la Invención a 2 voces, No. 12 en La menor, de Juan Sebastián Bach, que fluye saltarina y clara y con un juego de voces diáfano que las notas precisas que salen de los dedos de Diego llevan a buen fin. Al terminar esta obra, ejecuta la Sonata en Re Mayor Hob. XVI: 37, de Franz Joseph Haydn, la cual tiene tres movimientos: Allegro con brío, Largo e sostenuto y Presto ma non troppo. En el primer movimiento, Diego remonta el reto con ágil claridad, sin titubeos, virtuoso y seguro. El segundo, arranca al piano un delicado sentimiento acariciando el teclado. El tercero es como una fresca cascada de notas con alegría, entusiasmo y agilidad, ejecuta unos ritardandos precisos para fuerte final de la obra. En Diego se deja sentir el temperamento que nos hace vislumbrar a un virtuoso del instrumento, si sigue la senda correcta, con disciplina y dedicación.
Es ahora, una mancuerna muy afortunada, una excelente soprano dramática y una precisa pianista acompañante. Ser pianista acompañante no es una calidad de menor categoría que la de un concertista o recitalista, pues implica una serie de capacidades de gran exactitud, pues ha de cubrir y adaptarse al concertista o cantante al que ha de seguir con la mayor de las precisiones. Andrea Quijano Ordóñez, al piano; y Natalia Mora Can, soprano; nos regalaron con Siete Canciones Populares Españolas, de Manuel de Falla, obra de una amplia variedad de tópicos y estilos. La obra se compone de: El Paño Moruno, Seguidilla Murciana, Asturiana, Jota, Nana, Canción y Polo. A lo largo de tan heterogéneas partes, Andrea y Natalia fueron de la claridad en el fraseo, a las partes acariciantes de profundo sentimiento, juntas remontaron complicadas disonancias, compases difíciles, contratiempos retadores, juegos de repeticiones, en lo relativo a la técnica; en lo emotivo, la obra les exigió pasar de alegría y ternura, a sentimientos profundos; finaliza la obra con graves notas llenas que pasan a fuertes lamentos muy sentidos que se disuelven en el aire.
Cierran programa, de nuevo al piano, Blanca Fuentes, acompañando al violista Alejandro Tec Sel, a quien ya hemos escuchado antes en ProHispen. Ejecutan el primer movimiento de la Sonata Arpeggione en La menor, D 821, de Franz Peter Schubert; obra delicada y de un profundo romanticismo, el movimiento es Allegro moderato, y lo aborda la viola con un sonido acariciante y se funde en un ágil diálogo con el piano; la viola corre ágil, clara y precisa, y el piano la sigue con gran seguridad, dialogando con íntimo sentimiento, vienen notas largas y delicadas y luego el piano se desata alegre y la viola responde con gran profundidad, abordan suave y delicado diálogo y la viola ejecuta una delicada escala que nos lleva al final de la obra que es fuerte y sonoro.
La ovación colectiva y general es fuerte, sonora y prolongada. ¡Muy merecida! Para discípulos y maestra por igual. Reiteramos: ¡Qué buena labor está llevando a cabo la ESAY!