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Miguel Barnet Lanza y Mario Renato Menéndez Rodríguez

El poeta cubano Miguel Barnet Lanza tuvo ayer un fraternal encuentro con nuestro Director General, Periodista Mario Renato Menéndez Rodríguez, con quien intercambió experiencias de la lucha histórica por la Revolución y anécdotas de intelectuales cubanos, como Alejo Carpentier.

Luego de que estuvo en cama durante un tiempo a causa de una lesión en la rodilla, el destacado intelectual cubano vino a Mérida a una conferencia en La Víspera de la Noche Blanca sobre los 500 años de La Habana.

Adelantó que está escribiendo sus memorias en las que incluye su relación con Fidel Castro y las que tuvo con escritores y poetas mexicanos. “Pero a diferencia de otros, yo hago mis memorias con mi nombre y con los nombres reales”, señaló.

Y al hablar de eso, recordó que Carpentier al final de su vida quiso hacer una autobiografía pero como la noveló y cambió los nombres como que no le quedó. Sin embargo, no dejó de destacar que se mereció el Premio Nobel de Literatura, aunque, como al brasileño Jorge Amado, nunca se lo dieron.

Barnet Lanza contó una anécdota de Carpentier “que nunca antes he dicho”, pues recordó que cuando él tenía 24 años “Alejo se entera que me voy a la Academia de Ciencias y me voy a la Unión de Escritores y Artistas y me llama y me dice que no me vaya a convertir en un burócrata, sino que trabaje con él, me pidió que le traduzca A sangre fría, que fue un best seller. Y en el estudio, abajo había una panadería, y me mandaban por el pan. Alejo lo comía y hacia cuentos. Y un día nos dijo: Yo viví el surrealismo desde dentro, lo palpé, lo mamé, lo toqué, el surrealismo fue tangible, y un día voy por París caminando con Robert Desnos, y veo una mujer que se iba a lanzar al Senna. El poeta Desnos trató de salvarla agarrándola del brazo pero la mujer cayó al río y se ahogó. ¡Resulta que su brazo era una prótesis!”.

El poeta, que vino acompañado por el profesor Ariel Avilés Marín, dijo que caminó por Mérida y La Noche Blanca le pareció “muy bonita” y habló de la transformación de La Habana en la que hay una prosperidad que se siente con los vehículos que ya se venden. “La ciudad tiene 2.5 millones de habitantes con una infraestructura gastronómica, se han multiplicado paladares, cafeterías, se come bien”.

Hablaron de escritores como Jorge Amado y de que deberían invitar a venir a Mérida a Abel Prieto, presidente de la Casa de las Américas ahora, a dar una conferencia sobre la cultura.

Y recordó que acaba de publicar un libro sobre las corridas de toros en Cuba, a propósito de que, observando los cuadros de los antepasados de nuestro Director General, Ariel Avilés recordó que don Mario Menéndez Romero fue “un gran cronista taurino”.

“En Cuba ya no hay corridas de toros y eso que había siete plazas. Allá torearon Silverio Pérez, Manolete”, dijo y cantó una estrofa del paso doble que le escribió Agustín Lara al matador.

“La mejor faena de Manolete fue cronicada por Mario Menéndez Romero y fue a un toro pequeño de Sinkeuel. Yo recuerdo que el titular decía a ocho columnas Monumental faena de Manolete y luego en letras chiquitas: A una rata de Sinkeuel”, evocó Avilés Marín.

—¿Y tú cómo estás? —preguntó Barnet a nuestro Director General.

—En la lucha.

—Siempre.

—Claro, siempre.

Y luego se tomaron una fotografía los tres y se despidieron fraternalmente. Ya a punto de salir a la calle Menéndez le dijo: “Pórtense bien”. “Y si nos portamos mal, te avisamos”, ripostó Avilés Marín y Barnet Lanza río de buena gana.

(Rafael Gómez Chi)

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