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Pilar Faller Menéndez

Comienzan los festejos del 250 aniversario del nacimiento del hijo de Bonn, el gran músico Ludwig van Beethoven y declaran el 2020 su año

“¡Pero ahora me aferra el destino! ¡Que no me hunda en el polvo, inactivo y sin gloria, sino que concluya antes algo grande, de lo que habrán de oír también las generaciones futuras!”. Este y otros versos de Homero, copiaba Beethoven en un diario. El se sentía identificado con Héctor, el príncipe troyano, y tenía el deseo de ser también un héroe cuyas obras quedaran plasmadas en la posteridad.

El manuscrito original de este diario intermitente, escrito entre 1812 y 1818, se perdió, aunque existen 4 copias, que nos permiten conocer su contenido el cual, en las 171 veces que decidió escribir, cita a sus escritores preferidos, sus reflexiones filosóficas, religiosas o musicales.

Lo que alguna vez deseara este músico alemán es una realidad inamovible, porque su música se sigue conociendo y admirando, pero sobre todo, interpretándose como la de ningún otro compositor. Su sinfonía Heroica, de la cual se inspira por los héroes clásicos como Prometeo o modernos de su tiempo y su Quinta Sinfonía representan esencialmente una lucha contra la adversidad que consigue el triunfo.

La vida de Beethoven estuvo rodeada por guerras incesantes que dejaron huella en su obra, ya que en una parte de su música se encuentra la influencia de la Revolución Francesa, el Congreso de Viena, y las guerras napoleónicas que dejaron sus reflejos.

La exposición incluye la trompetilla de la que se valía Beethoven al apoyarla en el piano, lo que le ayudaba a percibir las vibraciones de este instrumento. Los cinco apartados de la que está compuesta, se encuentran en un orden cronológico: el primero comprende los años de 1770 a 1792, en el cual se documenta los años que el músico vivió en Bonn, que fue su ciudad natal, en la que causa una especial atención un memorando de 1784 en el que se habla de los miembros de la capilla de la corte, en la cual cantaba el padre del compositor, Johan, en donde se le describe como un tenor de “voz muy gastada y pobre”. También hace referencia de Ludwing, quien era el suplente del organista, al que se le considera un músico capaz que es aún joven y que recibe igualmente el calificativo de “pobre”. Aunque ocho años más tarde, debido a su talento Beethoven viaja a Viena con el fin de recibir “el espíritu de Mozart” que había fallecido pocos meses antes, “de manos de Hayden”.

El segundo apartado de la exposición comienza con la llegada de Beethoven a Viena y finaliza con el año de 1801. Durante este período conocido como su período “heroico”, Beethoven estudia a Haydn aunque poco y junto con Johann Georg Albrechtsberger, publica sus primeras obras, lo que lo lleva a ganarse el renombre como compositor y pianista. Se puede observar un mapa de las casas en donde vivió en Viena, las cuales fueron veintiuno en total. Algunas eran modestas, y otras eran los palacios de sus protectores, de los que siempre buscó la cercanía y el respaldo económico, entre los cuales puede nombrarse a los príncipes Kinsky y Lobkowits y a uno de sus mejores amigos, el archiduque Rodolfo que fue hermano del emperador, quienes le otorgaron en 1809 una renta anual para asegurar su permanencia en Viena. Estas acciones eran opuestas a los valores que defendía, como los principios igualitarios, humanistas y democráticos que profesaba. Missa Solemnis fue para él su obra maestra.

Siguiendo con la cronología, el tercer apartado comprende del año de 1802 a 18012, período durante el cual Beethoven es considerado como un gran innovador en los géneros que compone. Al igual que los otros bloques, existe una isla central que permite escuchar muchas de sus obras clave de este período como el primer acto de Fidelio, la marcha fúnebre de la Sinfonía Heroica, así como la obertura de Egmont. Durante este período Beethoven padece de un gran sufrimiento físico y psíquico, tal como lo muestra un documento conocido como Testamento de Heiligenstadt, el cual escribe en 1802 cuyo original puede leerse en la exposición. Su contenido es de premoniciones suicidas al comenzar los síntomas de su sordera, que se lograron detener. Este documento lo dirige a sus dos hermanos, aunque los destinarios somos en realidad nosotros, los que conformamos las generaciones futuras, otorgándole a la “Providencia” la función de interlocutora.

Beethoven logra salir de esta crisis pero el “Demonio envidioso” como llama a su enfermedad siguió avanzando. En 1813 escribe que se sentía casi siempre enfermo, con frecuentes jaquecas, reumatismo, pérdida de la visión, diarrea crónica, cólicos y cirrosis, que ponen fin a su vida plagada de dolor en 1827. Lo que en verdad fue duro y doloroso para él fue su sordera, lo que sin duda alguna es el enemigo mortal para cualquier músico y de la cual él sufrió prácticamente toda su edad madura.

En el cuarto período de la exposición que abarca de 1813 a 1818 puede notarse una menor productividad del músico, así como la crisis familiar y personal que vive, por la dificultad que se le presenta de componer su estilo, del cual da cuenta con su Sonata Hammerklavier, la cual revive y le hacen concluir sus tres últimas sonatas para piano así como las 3 últimas sonatas para piano de las 33 Variaciones de Diabelli, casi como un testamento, el cual cierra con broche de oro en un mensaje universal con su Novena Sinfonía la cual se expone con fotografías de sus interpretaciones en salas de todo el mundo con multitudinarios coros. La Novena Sinfonía, un llamado a la paz y la esperanza puede escucharse en la sala en donde también puede admirarse una copia perfecta del pintor austriaco Gustav Klimt del famoso Friso de Beethoven, y también una “escultura fotográfica” de Oliver Laric. Este homenaje se despide con una declaración de Goethe sobre el músico: “No he visto hasta ahora a ningún otro artista más condensado, más enérgico, más íntimo. Comprendo muy bien la extrañeza que debe de sentir frente al mundo”.

La exposición cuenta con más de doscientos cincuenta objetos, entre los que destaca una carta que Beethoven le escribe desde Viena a uno de sus mejores amigos de Bonn, el diplomático Heinrich von Struve, de la cual se tuvo conocimiento hasta el 2012, que fue escrita en un pedazo de papel diminuto, a fin de que ésta pudiera ser fácilmente escondida y entregada a su destinatario quien se encontraba en San Petersburgo. En esta misiva Beethoven le pregunta a su amigo: “¿Cuándo llegará el tiempo en que habrá únicamente seres humanos?”, él mismo se responde: “Es posible que sólo veamos llegar ese dichoso momento en unos pocos lugares. Pero no lo veremos acaecer en todas partes. Pasarán siglos antes de que eso suceda”, una profecía que tristemente vivimos actualmente.

La exposición fue inaugurada oficialmente el domingo 15 de diciembre en Bonn, en la Bundeskunsthalle, el museo federal, un día antes de conmemorarse en 249 aniversario del natalicio de Beethoven y permanecerá abierta al público hasta el 26 de abril de 2020. Una parte se exhibirá en Bruselas en otoño.

Esta exhibición es ambiciosa y ha sido seleccionada inteligentemente con el fin de satisfacer tanto a los expertos como a los inexpertos, y tiene como objetivo mostrar una nueva visión del músico, mostrando un contexto de su vida a través de los objetos que forman parte de esta muestra, con el fin de poder sentirnos próximos a este grandioso compositor y conocer sus pensamientos.

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