Jorge A. Franco Cáceres
¿Cómo podemos hacer los antropólogos culturales para que las problemáticas sociales de las áreas estratégicas y las zonas vulnerables, sean más relevantes e, incluso, incidentes sobre los desarrollos regionales del mundo globalizado?
A decir verdad, tenemos pocas posibilidades de responder esa pregunta si no revisamos las debilidades de los enfoques antropológicos y etnográficos, para integrar verdaderas estrategias sociales ante los megaproyectos sectoriales de interés transnacional.
Los analistas del combate a la pobreza a partir del trabajo regular y compensador, comparten investigaciones que son preocupantes para antropólogos culturales y etnógrafos comunitarios en todo México. Explican que los megaproyectos han sido causantes del crecimiento sistémico de la pobreza crónica y degenerativa en las comunidades ancestrales de las zonas vulnerables y en los pueblos tradicionales de las áreas estratégicas.
Donde se han establecido los megaproyectos desarrollistas con el ofrecimiento oficial de combatir la pobreza estructural, desde empleos regulares y salarios compensatorios, nada ha resultado. Sólo ha ocurrido el abandono de los hogares familiares, el deterioro de las comunidades originarias y la polarización de los pueblos medianos, como consecuencia de la migración eventual o definitiva.
Definitivamente, la antropología cultural y la etnografía comunitaria no pueden hacer mucho contra el problema de la pobreza crónica y degenerativa en las áreas estratégicas y las zonas vulnerables. Sin embargo, sí pueden interponer las percepciones especiales y las capacidades analíticas de sus mejores profesionales ante los privilegios elitistas que operan detrás de los desarrollos regionales.
La Antropología Cultural y la Etnografía Comunitaria nunca han sido suficientes para hacer ciencia avanzada de relevancia social en el mundo globalizado. A pesar de todo, no se han vuelto inadecuadas para entender lo que está pasando con la pobreza en las comunidades ancestrales y con el trabajo en los pueblos tradicionales, debido a los megaproyectos sectoriales y transnacionales.
Plantear este desafío antropológico, puede resultar incómodo para muchos etnógrafos que viven de sus trabajos locales o sus estudios de caso. No significa esto que la etnografía no sea esencial para el trabajo antropológico, sino que ya se ha vuelto marginal e instrumental en forma exclusiva. Puede servir para un uso avanzado si se combina con otros enfoques científicos, especialmente para los estudios de las problemáticas sociales de la cada vez más globalizada realidad económica de México.
La Antropología Cultural, campo fuertemente identificado con la Etnografía Comunitaria, tiene métodos y enfoques que ofrecer a la ciencia avanzada para la investigación de los megaproyectos regionales. Quizá lo más importante es que estos antropólogos pueden atajar las conversaciones desarrollistas y cuestionar las categorías tecnocráticas que las iniciativas oficiales, las posturas sectoriales y los acuerdos transnacionales, dan por sentado.
Con formas completamente laicas para explicar por qué este mundo globalizado es perjudicial para las poblaciones de las comunidades ancestrales y los pueblos tradicionales, los antropólogos son indispensables para demostrar que los desarrollos regionales tienen que ser diferentes. Tienen que ser más sociales a partir del combate a la pobreza y la seguridad del trabajo que tecnocráticos debido a los retornos financieros y las ganancias comerciales.
Inmersos en la dinámica global de los megaproyectos de ventajas sectoriales e intereses transnacionales, quienes estén preocupados por la construcción del presunto Tren Maya de la 4T, deben saber que los antropólogos culturales vemos que se plantea algo que es mucho más que la construcción de infraestructura ferroviaria. Se trata de un Plan Regional de Desarrollo Turístico e Inmobiliario vinculado a la infraestructura vial.
Continuaremos planteando y analizando las cuestiones concernientes a este plan de ventaja sectorial e interés transnacional.