Roger Aguilar Cachón
Muchas veces encontramos cosas que nos hacen recordar algunos pasajes de nuestra vida, ya sea en el ámbito familiar o laboral. En ocasiones encontramos fotografías, libros, revistas, juguetes o bien recuerdos que han estado durmiendo en el olvido, pero cuando son rescatados, de manera inmediata se reviven momentos y nos hacen estar en otras épocas de nuestras cortas o largas vidas.
Hace unos días, el de la letra tuvo la ocurrencia de visitar un cuarto que ya no se utiliza como tal, donde se han acumulado una serie de papeles y “cosas” que ya no se usan y están ahí hasta que no son rescatados, ya sea por necesidad o bien por casualidad. Y así fue, mis caros y caras lectoras, que entre la multitud de papeles, estaban dos hojas de cuaderno dobladas y permanecían como si fuesen sido utilizadas para ser escrita horas antes.
De manera inmediata, y con la bondad del Señor para hacerme inclinar sobre esos dos papeles doblados, me di cuenta de manera inmediata que no se trataban de dos hojas comunes y corrientes, o bien que estuvieran llenas con el fin de realizar una tarea o fuese algo que se habría escrito como recordatorio de algo. No, lo que encontré y llenó de emoción mi mente y espíritu fueron dos cartas hechas por mis hijos, Paola y Hugo, dirigidas a Santa Claus, para que les trajera lo que ellos querían para aquella Navidad.
Al comenzar la lectura y hacer cálculos, se pudo determinar que tienen una antigüedad de 25 años y también vino a mi mente cómo han cambiado los tiempos, ya que en estas pequeñas misivas se puede leer qué estaba de moda en aquellos años y la manera como los niños de hace un cuarto de siglo se dirigían a Santa Claus. Cabe mencionar que cuando dijimos a Paola y a Hugo del hallazgo, de manera inmediata le vinieron a su mente aquellos juguetes y ambos mencionaron recordar no haber recibido de Santa todo aquello que le pidieron.
Resulta interesante el transcribir las líneas y letras de cada una para hacer un breve análisis de lo que estaba de moda con relación a juguetes y hacer una comparación a toro pasado de lo que los niños del siglo XXI piden a Santa. Con el permiso de mis caros lectores, se procederá a darles a conocer la primera carta. Hay que hacer mención que no tienen fecha. Se transcribirá tal y como está en el original.
Querido Santa: me llamo Paola Selene Aguilar Cámara y tengo 8 años.
Quiero que me traigas:
Una Polly Pocket de ensueño o si no hay, una tienda de animales (la grande). También un no despiertes a papá, también puedes traerme un Ecran Magique.
La tienda de animales y el Ecran Magic lo vi en Chedraui, el no despiertes a papá lo vi en Toy´s land.
De todo me gustaría más me trajeras la polly pocket, la tienda de animalitos, todo me gustan bueno tú decides que me traes, como me he portado.
Gracias Saludos. ¡Feliz Navidad! Paola
Resulta interesante el ver lo que las niñas de aquellos años pedían a Santa Claus, sin lugar a dudas desde ese tiempo (1994) Paola ya pintaba para maestra, ya que el famoso Ecran Magig era o es posible que ahora exista con otro nombre era una pizarra mágica en donde se escribía y se borraba. El Polly pocket es un juguete que hoy sigue vigente y la tienda de animalitos no ha dejado de llamar la atención de los niños. Paola, hoy toda una profesionista en el campo de la Psicología, aún es afecta a algunos juguetes, como Hello Kitty, que durante muchos años los estuvo coleccionando hasta que sus compromisos la fueron alejando poco a poco de esta afición. Se podrá dar cuenta el lector, que aparece en la carta los lugares donde se vendían, eso seguramente los papás (o sea el de la letra y Lupita. mi esposa) habían llevado a Paola a ver las posibilidades de su gusto y de la economía del bolsillo para esos años.
En esos años, inicios de los noventa, los niños vivían una etapa muy bonita, cuando los programas de televisión estaban restringidos a algunos canales y siempre se procuraba que ellos tuvieran una infancia bonita y tuviesen la oportunidad de jugar, y un dato importante es que se les hacía ver a los niños que era necesario portarse bien, ya que Santa Claus los estaba viendo. Por lo menos, en ese tiempo navideño procuraban portarse mejor.
Por otra parte, la carta de Hugo refleja una visión que los niños tenían, él tenía en el momento de la carta 5 años, es muy probable que su hermana se la escribiera, en ella se ve un carácter de aventurero y respondía a lo que los niños veían en la televisión. La carta dice lo siguiente:
Querido Santa: Me llamo Hugo Iván Aguilar Cámara tengo 5 años.
Quiero que me traigas:
Un batman, Mighty max (verde) un moto ratón Bujía y un caballero del zodíaco Leo.
Me gusta más el batman lo vi en toy´s land el moto ratón también lo vi ahí.
El conan lo vi en Chedraui.
Gracias Santa. Me llamo Hugo y te deseo una Feliz navidad.
Se podrá observar que a su corta edad, ya era fanático de los súper héroes, uno aún vigente con muchos cambios en su apariencia (Batman) y otros ya no son conocidos por los niños de este tiempo. Su intención primaria era pedir a Santa 4 cosas, pero al final y sin decir agua va, agrega a ver si pega un luchador que estaba de moda en esos años y que hoy día es probable que algún niño lo conozca. No se aprecia algún juguete de carácter bélico, es probable que no le llamara la atención y al igual que su hermana, manifestó alegría al saber de esta carta, pero hizo saber que de seguro no le habría traído todo lo que pidió Santa. Cabe mencionar que Hugo aún es afecto a las aventuras de los super héroes, colecciona a algunos de ellos que vienen en algunos chocolates y otros productos. Ahora, después de 25 años, ya son más los súper héroes que antaño.
Las mañanas del 25 de diciembre era muy bonito verlos despertar temprano y de camino a los papás y llegar con sus pijamas hasta el pie del árbol para ver los juguetes que había traído Santa Claus. La sonrisa y la alegría de sus rostros al ver sus regalos no hace más que hacer que caiga una lágrima de emoción en el rostro del de la letra al recordar esos años. Seguro que cuado Lupita lea la nota caerán más de una.
A 25 años de distancia es muy bonito el saber que los niños de esos años tenían una percepción bonita y cándida de la vida, y procuraban hacer lo posible para portarse bien y de esta manera poder asegurar alguno de los obsequios que pedía. Resulta agradable que al leer estas dos cartas los recuerdos de aquellos años regresen a la mente del de la letra, el arbolito, los adornos, cuando los llevábamos a tomarse una foto con Santa en su trineo, ése de marras se encontraba en la fuente situada frente a la entrada al parque del Centenario. Seguramente muchos papás y niños, de las edades de 30 y 33 años, recordarán esos juguetes, ya que seguramente, muchos niños de los años noventa los pedían. Hoy al ver a Paola, ya una profesionista de la Psicología (con una Maestría) y Hugo con su licenciatura en Turismo, no hace más que llenarnos de orgullo verlos crecer y formarse y saber que en un momento fueron unos niños que soñaban con que Santa Claus les trajera lo que le pedían, haciendo énfasis en que el portarse bien era un factor determinante.
Es importante para los papás de hoy, del siglo XXI, mantener esa costumbre de escribir sus cartitas, aunque ahora es muy seguro que en lugar de sus juguetes tradicionales pidan tabletas o celulares, pero es necesario hacerles ver a los papás que traten de hacer que vean en los juguetes una opción de sano entretenimiento, ya que les despertará, como a Paola y Hugo, la destreza e imaginación al jugar con ellos. Si así lo hacen los jóvenes papás, guarden sus cartas, procuren que lo escriban a mano y no usar la computadora y al paso de los años, al reencontrarse con ellas (las cartas), seguramente revivirán los momentos agradables como me sucedió.