TIZIMIN, Yucatán, 1 de diciembre.- En una noche mística y enigmática se convirtieron las calles de la ciudad este 30 de noviembre, ya que por doquier se observaban velas encendidas, que como marcan las creencias se colocaron a las afueras de los hogares para alumbrar el camino de los difuntos en su retorno al más allá.
La mayoría de los muros, las albarradas y las escarpas lucían abarrotadas de velas blancas, negras, de cera y de colores.
Según las creencias, la luz que emana de estas velas ilumina el camino de las ánimas para su retorno al más allá, además de que constituye parte esencial de la cultura que anuncia la culminación de los festejos que la gente dirige hacia sus muertos.
En dichas viviendas también se realizaron los últimos rezos en los que les ofrendaron a los finados alimentos sólidos para que se sientan satisfechos y se dispongan a partir llevándose la gracia como provisiones para su descanso que durará hasta el próximo año.
Por todo lo anterior se dice que el difunto toma conciencia de que no ha sido olvidado, que aún vive en el recuerdo de sus familiares porque es objeto de atenciones aun el día de su regreso al mundo de los muertos.
La gente cuenta que san Andrés es el encargado de encaminarlos a su morada al más allá, así es como los tizimileños celebraron el cierre del festejo dirigido a sus difuntos, cuando los altares, las ofrendas, los rezos y las velas evidenciaron cómo se da esa cálida convivencia entre los vivos y los que se adelantaron en el viaje eterno.
(Texto y fotos: Luis Manuel Pech Sánchez)