Pilar Faller Menéndez
La inmediatez que nos brindan las redes sociales, parece estar jugando un papel muy importante en lo que respecta a una información fidedigna, basada en hechos que han sido constatados y no rumores que salen al vapor que se diseminan con una rapidez increíble y que son tomados por ciertos, como es el caso de las llamadas fake news o noticias falsas, de las cuales, en la gran mayoría de los casos provienen de fuentes anónimas que buscan hacer viral la información falsa que propagan y que desestabilizan muchas veces a quienes toman por cierto todo aquello que leen.
Esta desinformación se ha convertido en un arma política para muchos, ya que cualquiera tiene acceso a estas llamadas redes sociales, así como plataformas abiertas a espacios digitales cerrados, a los que muchos grupos han llegado a tener confianza. Un ejemplo de lo anterior son los grupos cerrados de WhatsApp, en donde también circulan este tipo de rumores nocivos que en vez de aportar, solamente se dedican a distraer a los miembros de lo que realmente está ocurriendo, alejados de cualquier sustento y muchas veces bajo el cobarde uso del anonimato que persigue intereses propios.
Ayer me tocó leer como despedazaban a un funcionario estatal por estar cambiando esquemas para levantar una industria tan noble como es el turismo, y el principal argumento que tenía el tema de la discusión era que no era de origen yucateco, y que todos los puestos del gobierno, debieran ser designados a la gente de Yucatán.
Sin dudar de la capacidad que existe en nuestra tierra, no es motivo para ser detractores de todo aquel que no provenga de nuestro Estado. Probablemente, o mejor dicho con toda seguridad las palabras que emitió dicho funcionario fueron sacadas de contexto, armando una nota en la cual sugería que los yucatecos no sabíamos hacer las cosas. Lo cual provocó que muchos de los que interactuaron en dicho “post” se dirigieran ya no a su labor profesional, sino a su persona, su forma de vestir denigrando de un modo sumamente ofensivo a su persona.
Puede ser esto la puerta de un medio para generar odios y divisiones, si no se consigue o se plantea una estrategia legal para acabar con este virus de desinformación, que imponga sanciones a la falta del uso de la ética profesional de quienes piensan que un portal es suficiente para considerarse un medio informativo, cuyas fuentes son sumamente dudosas y que están fragmentando nuestra sociedad, al infiltrarse con sus textos que empiezan a crear el llamado tribalismo digital que empieza a percibirse en las redes sociales.
Como en todo, la tecnología puede usarse para el beneficio del hombre, pero a la vez puede convertirse en su peor enemigo ya que esta sociedad que ha logrado fragmentarse a través de textos engañosos, empieza a expresarse con mayor frecuencia a través de las identidades on line (identidades en línea), lo cual permite aislar unos grupos de otros.
Esta práctica está agudizando y reforzando el surgimiento de estos intermediarios en las noticias que cada vez tiene más adeptos, alejándolos de los expertos, del periodismo auténtico, así como de la política profesional. Esta erosión que se está viviendo, será mayor aún si la desconfianza comienza a extenderse hacia aquellos ciudadanos que no forman parte de alguna tribu digital propia, y que solamente se limitan a informarse por medios digitales, olvidándose que existe una ética profesional a la que no debe faltarse, el cual no se vende y tiene como función principal informar y crear certitud a una sociedad que cada vez está más desinformada.