Pilar Faller Menéndez
A pesar de que muchos viven todavía en un mundo creado con base en los valores materiales, el mundo de hoy ha empezado a cambiar a través de una revolución silenciosa, que si bien ha sido gradual, está arraigado y motivado por un sentido de bienestar que puede ser subjetivo en las sociedades, pero que de alguna forma puede notarse en una generación que ya no está satisfecha con los bienes materiales, y empiezan a ser más empáticos con el bienestar social, a través de protestas y su conducta desafiante hacia las elites, así como una ciudadanía que se manifiesta crítica y exigente en la democracia.
Este cambio de valores, ha sido paulatino y documentado por el politólogo Ronald Inglehart, de la Universidad de Michigan, a través de los resultados de su proyecto Encuesta Mundial de Valores, que ha se ha aplicado en varios países en los inicios de los años 80 obteniendo como resultado un valioso registro del cambio cultural.
Si bien no podemos generalizar que estos valores apliquen a toda nuestra sociedad, sí podemos afirmar que existe un incipiente cambio en una parte de la sociedad que prioriza la libertad individual, la autonomía y el cuidado del medio ambiente, como puede observarse en muchas campañas que actualmente están presentes y empiezan a crear conciencia del respeto que le debemos a la naturaleza, que empieza a mostrar con signos alarmantes, un descuido que por años le hemos tenido, y que desgraciadamente son irreversibles.
La arquitectura urbana es otro ejemplo que puede servirnos para medir el cambio de la preocupación que existe, para poder planear correctamente el crecimiento de las ciudades y la necesidad imperiosa de áreas verdes que mantengan un equilibrio, así como una infraestructura que pueda responder a los problemas de tránsito y sancionando en la medida de las posibilidades de la sociedad la construcción de edificios y gasolineras en zonas residenciales, que rompen con la calidad de vida de los habitantes.
Todavía en nuestra sociedad el pensamiento materialista supera a quienes podríamos llamar “posmaterialistas” pero las actuales administraciones han empezado a tomar en cuenta la visión de una forma de pensar más positiva e incluyente, sector que pudiéramos considerar una punta de lanza de una ciudadanía más consciente y crítica cuyo impacto ha podido observarse en la democracia de nuestro país, que definitivamente necesita ciudadanos con aspiraciones de crear un bienestar común y una protección al futuro de los lugares que habita y los gobernantes que satisfagan esas demandas.
Una vez más las redes sociales pueden ser tomadas como un termómetro de esta sociedad cambiante que refleja una mayor libertad económica, política y social y sobre todo, menos influenciable a los modelos consumistas que se nos presentan. Este cambio, como muchos otros, se está dando paulatinamente, pero augura una sociedad más participativa y preocupada por los temas que realmente requieren de atención y ser valorados.