Ariel Sánchez Gómez
Cómo envidio a mis antepasados
en su modo sano de vivir
había faisanes, pavos reales y venados
la naturaleza les parecía bendecir.
Llegaron los españoles hubo trato de humillación
les cambiaron su cultura, en la más cruel acción
se apropiaron de sus vidas, sin ninguna razón
pisotearon sus raíces, sin tenerles compasión.
Se llevaron las riquezas que pudieron explotar
construyeron edificios para poder pernoctar
les trajeron adelantos para poder asombrar
y en todos los mayas, el temor poder sembrar.
Pero los límites se habían agotado
y la insurrección ya no se pudo contener
el pueblo ya estaba harto y cansado
y tenía que ser libre, como había que ser.
Los españoles pagaron con creces sus maldades
con la inocencia no se juega, cometiendo atrocidades
Recibirlos con honores y brindarles tantas bondades
el signo de humildad y no para demostrar debilidades.
Así inició Valladolid, el respeto a su honor y dignidad
demostrando a todo México, nunca más permitir
que a quien ofreces tu casa, demostrándole igualdad
y olvida la gratitud, puede arriesgarse a morir.
Queda de manifiesto nunca volver a esta situación
pues nos estaremos preparando, sin olvidar cada renglón
y recordarle al que lo intente, que sufrirá una decepción
no combatiremos con armas, si no con justicia y razón.
Pero si existiera un necio, que esta paz venga a alterar
primero vea la majestuosidad, de cada casa colonial
y pregunte por su dueño, que mal se supo portar
como abandono riquezas, por nuestra bravura sin igual.