VALLADOLID, Yucatán, 25 de febrero.- La diversidad cultural refleja la mezcla e interacción de las culturas que cohabitan nuestro mundo y forman parte del patrimonio común de la humanidad. Por un lado enlaza la preservación de culturas existentes y, por otro, la apertura y la comunión viva que debe prevalecer con otras culturas.
México es un país con siglos de tradición e historia, mismas que nos llenan de orgullo y que nos hacen reconocer en toda su vastedad cultural ese enorme legado, que como invaluable tesoro, nos corresponde cuidar y preservar.
Nuestro país, con su gran diversidad cultural, la cual radica en los maravillosos sabores de sus tradicionales guisos y dulces únicos preparados con ancestrales ingredientes, muchos de ellos auténticos y muy nuestros y otros, venidos de lejanas tierras desde esos remotos tiempos de conquista y que los hacen, sin duda, insuperables; qué decir de sus variados y mágicos paisajes, el folklor y la policromada gama de trajes típicos que visten hombres y mujeres por cada uno de los puntos cardinales de nuestra patria mexicana. Por donde vayamos y por cada rincón del país que recorramos, encontraremos esos multicolores bordados que han sido parte, desde tiempos inmemorables, del patrimonio cultural y son la verdadera esencia de nuestra más auténtica mexicanidad.
Todo esto, y lo pongo como muy válidos antecedentes, tiene que ver con un modesto pero muy bien logrado y digno espacio cultural –que mucha falta nos hacen- recién inaugurado en Valladolid: el MUREM (Museo de Ropa Étnica de México) situado a pocos metros de la plaza principal y que desde su informal apertura ha recibido una muy importante cantidad de visitantes. El proyecto es de Tey Mariana Stiteler, una ciudadana norteamericana radicada en nuestra ciudad y que llegó cargada de sueños, sobre todo, de proyectos que enaltecieran la cultura mexicana que aprendió a amar y disfrutar desde muy joven.
La riqueza textil de México se muestra en las prendas que ahí se exhiben y que son producto del talento de artesanos y bordadoras que han creado auténticos y originales diseños de las más importante etnias del país. Prendas de las regiones de Oaxaca, como la mixteca, el istmo, la sierra y los valles centrales podrán ser admiradas al igual que del estado de Chiapas el tradicional traje de Zinacantán, región de los Tzotziles; de la región de San Cristóbal y de los Tojalabal, quienes muestran coloridos satines y cintas en blusas ricamente bordadas. No podía faltar el traje de la China Poblana, el más representativo de México y los multicolores bordados de los huipiles y ternos yucatecos, entre muchos otros.
Tey Stiteler ha recorrido muchas provincias de México y ha descubierto esa riqueza multicultural en cada prenda que ella adquiere para el MUREM. Camina sin descanso y viaja con ese entusiasmo de encontrar, en las plazoletas de arraigados pueblos, en lejanas rancherías muchas de ellas de muy difíciles accesos, guiada por el sonido de las máquinas de coser y el vaivén del rústico telar hasta dar con esos vestidos, que muchas veces acompañan sombreros, rebosos y zapatos muy particulares y que son parte de ese mágico ritual que envuelve la vestimenta de las diversas etnias del país. Los hay para el trabajo, para las festividades patronales, los de uso diario y los muy característicos y elegantes vestidos para las tradicionales y festivas bodas.
Sorprende el éxito que ha tenido este espacio de notoria presencia en nuestro Pueblo Mágico y esto, gracias a la visión y al buen orden y sobre todo a un entusiasta equipo que se ha encargado de planear cada una de las actividades llevadas a cabo para fortalecer el museo y la eficiente promoción para que también sean más visitantes los que se acerquen a él.
Estos son espacios muy dignos para enseñar al mundo, a través de sus muy variados públicos, la riqueza de un país que verdaderamente lo tiene todo, pero también saber, que dicho espacio, está al paso de nosotros y que mucho valdría la pena visitar.
En cada rincón se entrelazan las más variadas culturas nacionales: maya, zapoteca, olmeca, totonaca, otomí, mixteca, de diversos pueblos indígenas que son orgullo ancestral de nuestra mágica y legendaria tierra mexicana.
(Leonel Escalante Aguilar / Cronista de Valladolid)