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Los oficiales, controladores de tráfico aéreo, trabajadores y directivos del Aeropuerto Internacional de Mérida le llaman a ese sitio “el cementerio”, pero el cronista no encontró ninguna tumba, sino cinco Douglas, tres del tipo DC3 y uno DC6, abandonados a la intemperie y sin la posibilidad de que puedan ser usados ni como atractivos de algún parque.

Esas aeronaves se localizan a varios metros de distancia al Sur del edificio de llegadas y de los hangares de la terminal aeroportuaria, en tanto que hacia el Oriente, por la pista que va a dar hacia la Base Aérea Núm. 8, existe otro sitio en el que hay seis avionetas de diversas marcas y modelos que, a pesar de tener dueños particulares, se encuentran en desuso.

El administrador del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Mérida, Oscar Carrillo Maldonado, fue el anfitrión de los reporteros de POR ESTO! en un pequeño paseo por ambos “cementerios” de aeronaves, una tarde en la que el sol calentaba lo mismo la cabina del avión que la sesera del cronista.

Las aeronaves son de matrícula estadounidense y propiedad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, debido a que fueron decomisadas por el Servicio de Administración Tributaria por problemas de sus propietarios. Carrillo Maldonado desconoce esos motivos porque cuando él llegó a trabajar al aeropuerto, como el dinosaurio de Monterroso, ya estaban ahí.

“Estos aviones Douglas son clásicos, si fueran autos creo que serían Mustang. Están acá desde que vino el presidente Bill Clinton a Mérida, pues se encontraban en la pista en un costado, pero el Servicio Secreto pidió que se reubiquen y los pusimos acá por seguridad”.

Estaban muy viejos

“Tienen más de 25 años de abandono, cuando entré a trabajar lo que era Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) ya estaban en este espacio. Fueron decomisados por el SAT, la PGR e incluso uno por el Instituto Mexicano del Seguro Social, y sus dueños prefirieron no recuperarlos por la edad que ya tenían, estaban muy viejos y no les era económicamente viable volver a tenerlos”, dijo.

Ahora son propiedad del SAT y no se puede hacer nada con ellos. Entendemos que a veces el SAT hace subastas de las propiedades que decomisan, pero para esto sería gastar mucho dinero, indicó.

Carrillo Maldonado contó que un día, el extinto Gobernador Víctor Cervera Pacheco se acordó que en los terrenos aeroportuarios existía un DC6 y movió sus influencias para que la SHCP se lo donara. Finalmente lo logró y pensó en ponerlo en un parque para diversión de los niños, “pero al ver el estado de la nave y lo que habría de costar sólo moverla de acá, desistió”.

En el año 2002 una persona compró a la SHCP una de las aeronaves DC3, pero no pudo llevársela. Hace unos cinco años, un empresario de Cancún que tiene un parque acuático de diversiones, fue al aeropuerto y pretendió hacerse de esa misma aeronave, pero se le dijo que ya había sido vendida. “Pues localizó al comprador y le remató la aeronave. La puso en un parque en Cancún y es la tirolesa”.

Ese DC3 está en un árbol del parque de diversiones y simula que se estrelló. Viene a colación porque existe una leyenda urbana de que uno de los Adams, los que comercializaron el chicle, fue a dar a un árbol con su avión en la selva quintanarroense.

Sirven de práctica

—¿Y se puede hacer algo ahora con estos aviones?

—Nada. No se pueden ni tocar porque son del SAT. A veces nos sirven de práctica para la Unidad de Bomberos del aeropuerto, pero sin tocarlos.

El cronista abordó uno de ellos, el DC6. La cabina de los pilotos se encuentra semidestruida, con los tableros rotos, igual que los asientos y todos los mecanismos de control de la aeronave. La cabina de carga está vacía. No tiene ni puertas. Tiene los motores y éstos aún cuentan con las hélices.

En Google Earth y en los reportajes que se han escrito con anterioridad del “cementerio” de aviones, las aeronaves aparecen cubiertas de maleza y de árboles. La tarde que los reporteros recorrieron el sitio parecía recientemente limpiado.

Después visitamos el área donde tienen seis avionetas. Dicha zona fue acondicionada el año pasado para desalojar esas aeronaves de la plataforma. A pesar de que algunas tienen dueño, se quedaron ahí sin reclamar.

Son de matrículas mexicanas y una estadounidense. Hay dos Cessna, una de una escuela de aviación de la Entidad, una avioneta Mooney, un Piper Seneca y un Rc de los llamados patín de cola. La otra no la pudimos identificar.

Los conejos

—¿Aquí está el jet que se cayó con cocaína en montes de Tixkokob? —preguntó el cronista.

—No. Quién sabe qué fue de ese.

Varias avionetas ya están muy deterioradas y algunas aún tienen el tablero completo, por ejemplo. En la parte donde tuvieron el motor ahora tienen sacos de escombro. “Es para que no se vuelen con el viento”. Y nada más.

Al parecer, los únicos acompañantes que tienen esas aeronaves son los conejos silvestres que hay en los terrenos aeroportuarios, por las evidencias de excremento que por poco se lleva en las botas el cronista.

(Rafael Gómez Chi)

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