Rolando Bello Paredes
Bocadillos
En un artículo periodístico se informa que, según “expertos en patrimonio”, la entrada al infierno se ubica en una “pequeña cueva de East Midlands, en el centro de Inglaterra”. Lo sitúan en “Creswell Crags, un desfiladero de piedra caliza, (que) incluyen cientos de letras, símbolos y patrones tallados para alejar a los espíritus malignos” (El Universal 15 febrero 2019). Otros opinan que está en el centro de la Tierra, y algunos más que está “en el espacio exterior en un agujero negro”.
De acuerdo a la afamada Wikipedia, “según muchas religiones, el infierno (del latín inférnum o ínferus: por debajo de’, ‘lugar inferior, subterráneo’) es el lugar donde después de la muerte son torturadas eternamente las almas de los pecadores. Es equivalente al Gehena del judaísmo, al Tártaro de la mitología griega, al Helheim según la mitología nórdica y al Inframundo de otras religiones”.
El Antiguo Testamento refiere al Sheol, como “el lugar de las almas rebeldes olvidadas”, “la región de los muertos en pecado”, “una tierra de sombras habitada por quienes perecieron sin creer en Jesucristo”, y que está ubicado “en alguna parte debajo de la tierra”. En el Nuevo Testamento, por ejemplo, tanto en los Evangelios de Mateo y Lucas, hablan de Hades, que conforme a la mitología griega, era la “neblinosa y sombría morada de los muertos”.
En el protestantismo, “el Infierno es presentado como un lugar de castigo y separación eterna de la presencia y gloria de Dios”. ?Cuando se celebre el juicio de las naciones, dice el Evangelio de Mateo, el Hijo del Hombre dirá a los que no obedecieron sus leyes, “apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”, e irán “al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Dante, en su perdurable poema La Divina Comedia, lo describe “en forma de embudo incrustado en el centro de la Tierra”, como lo inmortalizó el pintor italiano, Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, apodado Sandro Botticelli, en el cuadro “ChartOfDantesHell”. En el Canto XXXII, Dante enfatiza que “el lugar más terrible del Infierno no es un horno de llamas, sino un lago de hielo”.
Según la Enciclopedia Católica, lo define teológicamente como el “lugar de castigo después de la muerte”, y agrega que “La Biblia parece indicar que el infierno está dentro de la tierra, pues describe el infierno como un abismo a donde descienden los malvados. Incluso leemos que la tierra se abre y los malvados se hunden dentro el infierno”.
El Papa Benedicto XVI, que renunció al papado en 2013, especificó que “el infierno existe y es eterno para los que cierran su corazón a Dios” (El País 27 marzo 2007). Aunque el Vaticano negó el dicho, al Papa Francisco se le atribuyó la afirmación de que el infierno “no existe”. Que dijo: “No existe un infierno, existe la desaparición de las almas pecadoras” (Aciprensa 29 marzo 2018).
Otro infierno, asevera el periodista Octavi Marti, está en las “bibliotecas francesas (que) tienen un departamento, estante o habitación que también recibe el nombre de “infierno”. Allí guardan los libros o estampas eróticas. O pornográficas. Sencillamente, secretas”.
En su artículo “El infierno del libro prohibido” (El País 4 diciembre 2007), informa: “En el enfer de la Biblioteca Nacional de Francia hay en la actualidad algo más de 1.700 publicaciones, muchos de los cuales jamás se han topado con el ojo del público”. Dice además que en ese enfer, “se acumulan todos los libros -ilustrados o no- que pudieran hacernos “pecar”, “condenarnos”.
El admirado escritor Roldán Peniche Barrera, en su obra “El libro de los fantasmas mayas” (Maldonado Editores, 1992), con ilustraciones del pintor Juan Ramón Chan, refiere al infierno de los mayas, Metnal: “Al Metnal de los yucatecos, lo gobierna un solitario demonio llamado Kisiín (o Hunhau)”.
Agrega: “La primera mención de Hunhau proviene de Landa en el siglo XVI. Molina Solís, en la Historia del descubrimiento y Conquista de Yucatán, no regatea los adjetivos más atroces a su definición del Metnal al que considera un lugar bajo, sucio, inmundo y asqueroso”.
Lo real es que nadie sabe con certeza dónde se encuentra el infierno. Hay quien sugiere, infundadamente, que el infierno está en Yucatán, durante los meses más calurosos del año, con temperaturas cercanas a los 40 grados centígrados, cuando que se vive en “un infierno”.
También, se asegura, el infierno se encuentra en algunas frases populares: “Pueblo chico, infierno grande”, “El avaro, ahondando el agujero para guardar su oro, llega al infierno”, “El infierno está lleno de buenas intenciones”, “Cuando el diablo canta, contento está el infierno”, “Cuando el infierno se congele”.
Casi olvido otra estupenda frase: ¡Vete al infierno! Eso, informó un diario español, le dijo alguien a Sadam Hussein, momentos antes de ser ahorcado (El País 2 enero 2007): “Sadam dijo con voz ronca a los presentes: “Compórtense como hombres”. Desde el público, alguien le replicó a gritos: “Vete al infierno”.
Aunque me gusta más, acaso por su sonoridad, la expresión de José Arcadio Buendía, en la novela de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”, cuando le dijo al fantasma de Prudencio Aguilar, que se le aparecía a la esposa de Buendía, Úrsula Iguarán:
- “¡Vete al carajo!”.
Sobrinos. Los periodistas Jason Horowitz y Elisabetta Povoledo publicaron la nota “Las reglas secretas del Vaticano para los sacerdotes con hijos”, en el que uno de ellos, asegura que será “el próximo gran escándalo”, ya que “hay hijos de sacerdotes por todas partes” (The New York Times 19 febrero 2019).
Me hizo recordar la novela de Fabio Pittorru, “La conjura Borgia”: “Estos cinco hermanos eran llamados hijos del Santo Padre porque en tiempos de Alejandro VI no se practicaba la antigua regla canónica que establecía que Presbyteriorum filii, nepotes vocantur”.
El cardenal Rodrigo Borgia adoptó el nombre de Papa Alejandro VI, a finales del siglo XV, y los cinco hermanos son los hijos del Santo Padre: Pedro Luis, César, Juan, Lucrecia, y Jofré.
La alocución latina significa: “Los hijos de los sacerdotes deben llamarse sobrinos”.
Mujeres. Algunos nombre de mujeres romanas, en el siglo II d.C., en la novela de Santiago Posteguillo, “Yo, Julia”: Sohemías, Avita Mamea, Marcia Titiana, Scantila, Didia Clara, Mérula, Salinátrix, Livia, Lunia Claudia, Lolia Paulina, Milonia, Cesonia, Plancia, Urgulanila, Elia Petinia, Mesalina, Emilia Lépida, Popea Sabina, Galeria Fundona, Arrecina Tértula, Plotina, Brutia Crispina.
Idiomas. Según el libro de Gastón Dorren, “Babel, la vuelta al mundo en 20 idiomas”, el vietnamita es hablado por 85 millones de personas; el inglés, por 1,500 millones; el punjabi, por 125 millones; el francés, por 250 millones; y el español, por 575 millones (en comentario de Ángela Bethencourt Linares, en portal de “Estudios de Política Exterior”, 8 marzo 2019).
Reforma educativa. Según una congresista de Movimiento Ciudadano la presidencial “contrarreforma educativa” estará aprobada a más tardar el 30 de abril próximo, “aunque para su entrada en vigor requiere de un proceso de por lo menos medio año” (La Crónica 4 marzo 2019).
En el ámbito local, la Segey publicó sus convocatorias para los concursos de promoción a categorías con funciones de supervisión, dirección y asesor técnico pedagógico, para el ciclo escolar 2019-2020. Ofrece las siguientes 67 plazas: 1 de supervisor, 66 de director, y cero de asesor. Los exámenes correspondientes se llevarán a cabo los días 4 y 5 de mayo.
Nobel de la Paz. Sin saberse aún quiénes de los ganadores del Premio Nobel de la Paz asistirían a la Cumbre en Mérida, en septiembre próximo, el director del Fideicomiso para el Desarrollo del Turismo de Reuniones, informó que “costará 25 millones de pesos” y que espera una “derrama económica por 85 millones de pesos” (El Financiero 19 febrero 2019).
No se ha informado si el costo del evento se dividirá entre la organización no gubernamental denominada “Permanent Secretariat of the World Summit of Nobel Peace Laureates”, que lo promueve, y el gobierno del estado y el Fideicomiso, o si éstos dos últimos correrán con todos los gastos.
Tardeada dominical. En la novela de Manuel Vilas, “Ordesa”:
- “Los muertos están solos, quieren que vayas con ellos. Pero ¿adónde? No existe el lugar en el que están. Los muertos no saben decir dónde están. No saben decir el nombre del lugar en el que están”.