Pilar Faller Menéndez
A 47 años del estreno de la película “El Padrino” (“The Godfather”), ha sido considerada como una de las películas más grandes en la historia del cine tanto por su nivel artístico, como por la mercadotecnia utilizada que logró que la industria del cine lograra nuevamente llenos en las salas, cuando la televisión estaba en pleno auge y parecía que sustituiría al séptimo arte.
El estreno tuvo lugar en Nueva York, con largas filas de personas que bajo la nieve querían conseguir una entrada para poder ver esta película que seguramente no los defraudó ya que la Academia de Hollywood premió y reconoció la trama presentada sobre la familia Corleone, que constituyó un relanzamiento de las salas de cine. Muchos la llamaron “La película que salvó a Hollywood”.
A pesar del éxito rotundo, estuvo a punto de convertirse en uno de los mayores fiascos jamás rodados, lo cual no obedecía a los costos extras que requirió su director y guionista Francis Ford Coppola para un proyecto que inicialmente era de bajo presupuesto, o las lluvias que retrasaron el rodaje y las amenazas que lanzaron la Liga de derechos civiles Italoamericanos, que pretendía cancelar la producción de Albert S. Ruddy, pero después desistieron de su intento. El principal problema que amenazaba a esta película era que la historia “no tenía alma”, ya que Coppola y Mario Puzzo se habían apartado mucho del libro original a pesar de que Puzzo, autor del libro, que a insistencia de Coppola, participó en la adaptación del guión para contar la historia de una familia, cosa que no es muy común en el medio, (la participación de los autores de los libros).
Coppola había sido elegido para el rodaje de “El padrino” por la Paramount, ya que recientemente había ganado un Oscar al mejor guión por “Patton”, pero Puzzo no tenía experiencia alguna como guionista de cine. Coppola decidió centrar la historia en Don Vito y su hijo Michael, y dejar a un lado la trama del libro de Las Vegas y Johnny Fontanne, convirtiendo esa parte en una historia lateral.
Casi finalizando el rodaje el resultado no dejaba muy claras las motivaciones de los personajes y claramente se dieron cuenta de que algo estaba fallando, por lo que Coppola llamó a Robert Towne, un reconocido guionista para pedirle ayuda, a lo que este accedió debido a la amistad que los unía. Coppola le expuso el problema que tenían con la escena en la cual se centraba la película: la conversación entre Don Vito y su hijo Michael en el jardín de su casa.
Esos tres minutos y medio de conversación que sostuvieron los dos personajes principales, fueron claves para poder hacer encajar las piezas, obteniendo como resultado un camino preparado para una secuela que por primera vez, superó la primera parte y que al igual que la primera, también ganó el Oscar a la mejor película. En su discurso de aceptación por el Oscar ganado por el mejor guión adaptado, Coppola aclaró: “Esta fue la escena de Bob Towne”.
Esa famosa escena, que como ya se mencionó ocurre en el jardín, Don Vito Corleone, el Don de la familia más poderosa de Nueva York, habla con su hijo sobre el futuro y control de la Familia (Mafia italiana), aunque Don Vito le confiesa que eso no es lo que deseaba para él: “He trabajado toda mi vida por el bienestar de mi familia, y siempre me he negado a ser un muñeco movido por los hilos de los poderosos. Contigo tenía otros proyectos Michael. Pensaba que algún día podrías llegar a mover esos hilos. Senador Corleone, Gobernador Corleone, o más”.
Es con esta crudeza con la que un padre se despide de su hijo, contándole la visión que tiene sobre el mundo que los poderosos dominan, razón por la cual se hizo mafioso con el fin de proteger a su familia de aquellos hombres poderosos que habían acabado con la suya anteriormente.
Don Vito, el personaje principal de “El Padrino”, a pesar de ser un mafioso y matar gente, tiene valores y protege a su familia, ya que se enfrenta a los poderosos lo cual equilibra con la balanza que tiene su poder. Hace justicia con los suyos, no es un asesino ni trafica con droga. Fueron dos sagas posteriores a la primera, la tercera con un presupuesto final de más de 6 millones de dólares, alcanzando una taquilla de casi 250 millones, y que según Stanley Kubrick, uno de los cineastas más influyentes del siglo XX, ha sido la mejor película nunca rodada que cambió la industria del cine por completo.
Todo lo anterior fue posible gracias a esos 3 minutos y medio, que le dieron sentido a los otros 174, porque al final, el cine tiene como objetivo contar una buena historia, en este caso el amor de un padre y un hijo.
A pesar de no ser una película de estreno, vale la pena tomarse el tiempo de verla y ver la espectacular actuación de Marlon Brando y Al Pacino, así como de los otros artistas participantes, a modo de enterarse del porqué a pesar de los años, sigue siendo una película tan nombrada, por la huella que dejó.