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Yucatán

Buen clima y ambiente animado en el Desfile de Corso

El Carnaval, que Chico Buarque llamaba desengaño, inició con el Viernes de Corso, en lo que fue el primer paseo en los alrededores del recinto ferial de X´Matkuil, donde el calor cedió un poco y ofreció una noche agradable para disfrutar, coronada con la música de Los Socios del Ritmo.

Miles de personas, las autoridades estimaron alrededor de 61 mil, disfrutaron de casi dos horas de un desfile de 79 comparsas y más de dos mil quinientos bailarines que recorrieron los casi tres kilómetros del derrotero, encabezados por los reyes Brenda Nabetse Cruz Euán, “La Abejita Cruz”, y Oscar Rodrigo Chan Sierra, un imitador de artistas más conocido como “Cocotazo”.

Después de que a lo largo del viernes, que en la mitología griega se lo dedicaba a Venus, hubo intenso calor, por la noche el termómetro bajó a 28 grados Celsius y con un cielo despejado fue escenario ideal para que, so pretexto de que es el reinado de Momo, el sarcasmo saliera a flote.

Y no importó que el Carnaval sea en el monte, eso qué más da, cronista, ya no hagas caso a las lamentaciones, pues al parecer los meridanos poco a poco ya se van acostumbrando a tomarse un poco más en serio eso de agarrar el camión e irse a X´Matkuil, total que Vila bajó el precio del pasaje y nadie, excepto los opositores, ha chistado sobre el cómo y mejor aún el por qué.

Y ya no importa que por estos días la gasolina cueste más de 20 pesos ni que el aumento al salario mínimo tan cacareado haya desaparecido detrás de las alzas de los básicos, porque es el Carnaval, mi chavo, y mejor saque a la mujer que lleva dentro del clóset, porque es el momento de vestirnos con la ropa de la tía. ¡Aaaayy quéééééé passssssooooooooóóóó!

Todos a disfrutar

Pero así es como debe ser el Carnaval, el momento justo en el que los deseos carnales afloran y al amparo de una Corona ya no importa si es hombre, mujer o cosa, el chiste es disfrutar, entonarnos, ponernos hasta la madre, aunque Saidén haya puesto el alcoholímetro a mitad de la avenida de entrada a Plaza Carnaval o en el Anillo Periférico pasando el puente de la calle 42.

Y el viernes, con su desfile, ratifica que la fiesta ha comenzado. Luego de que el alcalde Renán Barrera Concha inauguró el festejo en honor a Momo a las puertas del recinto y que con pirotecnia los niños y las niñas se hayan animado, el paseo comenzó en punto de las 20:30 horas, pero tardó casi 45 minutos en llegar hasta el palco de las autoridades, ubicado justo a la mitad del derrotero.

Lo encabezó la Coca Cola con un hombre disfrazado de Tarzán, con el que las mujeres suspiraron y el cronista pensaba sólo en el “mono”. Después de que la Policía Municipal se abrió paso entre centenares de venteros ambulantes (que ofrecían ¡en 50 pesos un miserable vaso de papas fritas!), bellas mujeres aparecieron en la escena bailando al ritmo de una batucada vestida de azul.

Y con el carro alegórico de la Coca Cola iban unos fornidos güeros que ¡no mames!, ¡qué brazotototototes! ¡qué pectorales! ¡qué nalgototototototas! Todas suspiraron al verlos encima del carro con esos torsos desnudos. Y más de un fotógrafo de prensa babeó y deseó ser arropado por esos fornidos muchachos, no como esos enclenques sujetos de más de una comparsa.

Guapas, Maya y la Madow

Y anoche desfiló Maya Karuna, aquella cantante del grupo de rap de los noventas llamado Caló, y el cronista se sintió como en sus épocas de juventud, pero luego sacó la cuenta que esa mujer debe tener ahora, por lo menos, 50 años. Y en la noche de las viejitas también desfiló Isabel Madow, aquella que comenzó como La Secre de Brozo. Pero el cronista debe ser sincero y reconocer que ambas mujeres están como quieren, pero no donde yo quiero.

Y para las chicas hubo más taco de ojo con el actor de telenovelas José Ron, que se veía guapísimo con esa barba. Ron acompañó a la reina “La Abejita Cruz” que, vamos a decirlo, uno esperaría que saliera con la menor ropa posible, pero no. Por el contrario, la reina de este año sólo tenía descubierta la cara y los brazos, porque se puso un vestido como de princesa de Disney. ¡Niniiiaaaaaa! ¿No te dijeron que es el Carnaval, CAR-NA-VAL, la fiesta de la carne, no tus quince años como para salir con esos vestidos al desfile de Corso?

Ahora resulta que Mérida sigue siendo aquella ciudad mocha de hace 20 años que no puede ver ni un gramo de carne, aquella ciudad en la que las autoridades azules mandaban cerrar a diestra y siniestra cualquier sitio de “table dance”.

Ahora resulta que en la capital yucateca, en la antesala de los matrimonios gays (eso de igualitarios que se los crea su chichí), la carne está prohibida. Ahora resulta que en la ciudad que vive rodeada en el periférico por más de 20 moteles, sí, moteles, esos sitios non sancto donde se vive y se goza del más puro sexo, no se puede mostrar ni una nalga en el carnaval. ¡Por Dios! No se vale.

Y una pregunta: ¿Por qué anoche el cronista vio más hombres con el torso desnudo y no vio mujeres en bikini? ¿No será que hubo más hombres que mujeres? (Maare, cronista, creo que ya vas pasando de los 40).

Imitadores

A lo largo de más de dos horas, el desfile tuvo de todo, desde disfraces multicolores hasta música de banda, locutores de radio, edecanes, reparto de chucherías, collares, playeras, música techno, electrónica, cumbia, mambo, gente de centros comerciales, y, al final, la cervecería Corona.

Por lo menos vimos algo de carne con música en vivo. ¿Y qué te tomas, cuñao? Una chela. Pero no mucha, porque se acabó casi de inmediato con un carro alegórico que recordó a la Caravana Corona, que en la década de los años 50 del siglo pasado divirtió a México. En el carro desfilaron imitadores de artistas como Pedro Infante, Vicente Fernández y demás, pero con la música de Mark Ronson, quien por cierto ahora tiene una rola de un ritmo de antro excelente con Miley Cirrus.

Después del desfile, que acabó a las 22:30 horas, la gente entró a la Plaza Carnaval donde hubo siete escenarios de eventos principales, se ubicaron 40 servicios sanitarios y se vendieron las cervezas en 25 pesos cada latita, por lo que con 200 varos ya tenías media peda de ocho chevas entre pecho y espalda, con suficiente valor como para perseguir a ese fornido hombre que iba en el carro de… ¡ash, cronista!

(Rafael Gómez Chi)

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