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Yucatán

'Provocar”: sentir una persona ganas de trasbocar

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

Inexplicablemente, entre sus definiciones del verbo “Provocar”, el DRAE no incluye la de “trasbocar” o “vomitar”. Quizás en España no se use ese sentido.

En cambio, en nuestra península, esa acepción es harto ensayada mayormente entre las clases media y alta, y un tanto menos en la baja.

Nuestro poeta colaborador da su versión de tal verbo como se usa por acá:

Provocar: Por sentir ganas de vomitar, tener náuseas.

El Dr. Güémez Pineda dice con parquedad, basándose en el filólogo Víctor Suárez Molina, una de sus fuentes:

provocar v. tr. Producir náuseas.

Ni Santamaría ni Ramos y Duarte registran el vocablo en sus diccionarios, y tampoco Edgar Rodríguez.

Ejemplo.

En el Moncho’s:

-¡Mírtilo…! ¡Mírtilo Herdez! -grita Elmerón sentado a una mesa mientras bebe su café.

-¡Quihobo, Elmerón! -responde el Mírtilo- ¿Ya tan temprano cafeteándote?

-Hay frío esta mañana y pega la greca caliente como el “uix” de la tortolita.

-No seas grosero. No digas “uix”; di “orina”.

-Bueno, eso es lo mismo. Oye Mírtilo, quería preguntarte cómo te fue en el baile del Centro Campechano al que te invitó el gato Lara…

-Muy bien, si no fuera por el mal olor del desodorante que untó en su “xic” la X’Pelos. Era tal el apeste que me provocó.

-¿Pero sí bailaste con la dama?

-Sí, pero después de que “trasboqué”.

-¡Par de cerdos ustedes!

La magia de los trenes

Jorge Parra Zapata

La FILEY fue el marco idóneo para la presentación de la más reciente obra del notable escritor Dr. Alfredo T. Ortega Ojeda, misma que lleva por título “Yo no quiero ir en tren”. Dicha narración está hecha en forma de cuento y a través de ella, vemos que existen escritores cuyas vivencias se ven coloreadas por diversos paisajes, lugares, ambientes y aventuras y para ello, qué mejor que un medio de transporte que encierra misticismo y poder; me refiero al tren que, sin duda, ha sido la fuente de inspiración para que Alfredo Tomás Ortega nos transporte no sólo a un sinfín de aventuras, sino a unas sustancialmente gratificaciones porque están vistas bajo el ingenio de los niños.

El tren por sí solo, es un medio de transporte, pero de la mano de un creativo constituye un portal narrativo plagado de historias y aventuras tanto de carácter fantástico o maravilloso como las de una desnuda realidad, tal como lo podemos comprobar en la afamada Ana Karenina del escritor ruso León Tolstoi, cuya fatídica trama inicia y desenlaza en un tren. Sin embargo, el Dr. Ortega no se enfunda en los dramas pasionales de las obras realistas, de igual forma sobresale y enaltece la imagen del tren como un medio para dar paso a un verdadero análisis de un estudio más profundo que constituye la imaginación de la niñez. En estos tiempos, cuando niños y jóvenes debido a los medios electrónicos ya han perdido la capacidad de asombro, la obra “Yo no quiero ir en tren” resulta una bocanada de aire fresco que nos invita, mediante una narrativa ligera y sencilla dentro del marco de la voz omnisciente, a conocer cómo la decisión firme de “Papá y Mamá” desemboca en que Diego y Marifer se conecten con su infancia y su capacidad creativa para disfrutar de un viaje plagado de aventuras, con pícaros animalillos que roban comida y la majestuosidad del paisaje de una tierra que está ahí esperando a ser descubierta por los ojos curiosos de los niños y adolescentes y, por qué no, también de los adultos.

Esta magnífica obra está diseñada para llegar fácilmente al intelecto de todo tipo de público y nos engancha e invita a redescubrir con ella la realidad fascinante de viajar en tren, una experiencia prácticamente olvidada por los adultos y que en esta obra a través de sus pequeños personajes, despierta en quien la lea el deseo de experimentar nuevamente viajar en tren.

Felicitamos al ilustre Dr. Alfredo Tomás Ortega por su estupenda obra “Yo no quiero ir en tren” y le agradecemos el haberla puesto en nuestras manos. Gracias, doctor.

Un fuerte abrazo de

Jorge Parra Zapata

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