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PROGRESO.– A pesar de la entrada del frente frío número 52, miles de paseantes se concentraron en el puerto desde la mañana y ni el fuerte viento o el “chispeo” asustó a quienes acudieron a la playa o al malecón.

El puerto vivió ayer una jornada de afluencia turística de todos los que programaron el viaje y ni el mal tiempo cambió los planes, aunque por la tarde los rayos solares estaban presentes.

Neveras, pan para sándwiches, refrescos, sillas y todo lo indispensable para instalarse en la playa o el malecón eran visibles.

La migración al puerto se veía desde la carretera Mérida-Progreso, ya que la afluencia vehicular era constante y, desde las 9 de la mañana, los camiones de Auto Progreso no daban parada a quienes pedían abordar sobre la Avenida Tecnológico.

Antes de las 10 de la mañana, el cielo se nubló y las primeras gotas cayeron sobre la carretera.

Desde las ventanas de los autobuses, se veía a los niños que miraban con sorpresa cómo el clima podría cambiar los planes de llegar a jugar con la arena y bañarse en el mar.

Sin embargo, ni la lluvia ni el viento opacaron la jornada del Viernes Santo.

Durante el recorrido que realizó POR ESTO! se observó que desde la entrada a Progreso había tráfico vehicular de todos los que llegaban a instalarse.

Automóviles con placas de Tabasco, Oaxaca, Chiapas, Campeche, Quintana Roo, entre otros, se observaron circulando.

A instalarse

Miles de turistas nacionales y locales estaban en el malecón portando suéteres o cubriéndose con las toallas, pero sonrientes disfrutando del día inhábil.

Por los fuertes vientos no había sombrillas en la playa y poca gente se encontraba en la arena, más bien eran los niños y jovencitos que jugaban con las fuertes olas y salían temblando de frío para luego volver a brincar al mar.

Desde el remate del malecón y hasta el puente de madera, se observaron familias completas instaladas en el malecón o la playa que gozaban del frescor y hasta jugaban con las gaviotas que se esforzaban para hacer equilibrio contra el viento.

En las palmeras era visible el viento del Norte y la bruma del frente frío no dejaba ver con claridad hacia el Puerto de Altura.

Era frecuente la imagen constante de los autos o taxis que paraban en el malecón para descargar neveras, botanas y comida, así como familias completas.

Y aunque había niños disfrutando el mar y la arena, también había rostros de frustración porque, a pesar de tener todo para bañarse y jugar con la arena, los padres no permitieron pasar a la arena.

Incluso hasta la venta de café aumentó, ya que varios paseantes salían de las tiendas con la infusión caliente y se acomodaban en el malecón para disfrutar del día.

“Ay, solecito, no te vayas”

Las sillas plegables que tradicionalmente instalan las familias en la playa sobre la arena, ahora estaban armadas en el malecón con varios adultos instalados disfrutando sus bebidas y comentando sobre el clima.

La esperanza de que saliera el sol los mantenía firmes en la espera, ya que era posible que para la tarde el sol brillara con ligereza.

Algunos artesanos dudaban en instalar sus puestos y, otros más, los que estaban cerca de la zona de restaurantes y del puente de madera, se instalaron completamente, ya que la llegada de los paseantes a pesar del clima prometía que sería una buena jornada.

Hacia el mediodía, los rayos del sol motivaron la alegría de muchos pidiendo que no se fueran.

“Ay, solecito, no te vayas, unos tacos aunque sea, ojalá que sí”, se escuchaba en el malecón.

En los restaurantes, las sombrillas tampoco estaban instaladas y, aunque había poca gente en las palapas, los meseros esperaban una buena afluencia a pesar del clima.

“El que tenía pensado venir va a llegar y va a disfrutar, a eso se viene a Progreso”, comentaron.

Hasta antes de la una de la tarde varias familias en el malecón se veían con sus maletas, ya que esperaban la hora para llegar a la casa que rentaron.

“Ojalá que mejore el clima, porque nos vinimos temprano para pasarla en la playa y poder entrar en la casa que rentamos”, se escuchó a una familia.

Y finalmente por la tarde, los rayos del sol permitieron a los paseantes calentarse un poco

Buen ambiente

Bocinas con música y los alijos haciendo de sillas o las lanchas de respaldos era donde las familias se protegían del viento, pero disfrutando de sus bebidas.

Desde el puente de madera y hacia el remate se apreciaba a la cantidad de gente que se iba instalando en el puerto.

Y desde la calle principal al malecón, la gente que llegaba en los camiones avanzaba hacia la playa.

Otro refugio para los paseantes fue el mercado, ya que muchos decidieron desayunar o almorzar en espera de que saliera el sol.

Las mesas de la zona de comida estaban ocupadas y el pescado frito era lo más solicitado a pesar de costar 180 pesos el kilo de mero, pero pesado crudo.

Tortas, ceviches, tacos y todo tipo de fritanga se vendía en el mercado desde la mañana.

Hacia las 3 de la tarde, los rayos del sol ya calentaban el puerto y el alivio de los que pasarían el fin de semana en el puerto les permitió augurar un buen fin de semana.

(Verónica Martínez)

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