Visitantes nacionales y extranjeros recorren la Plaza Grande de Mérida y se toman fotos ante las fachadas de edificios históricos del primer cuadro, como la Santa Iglesia Catedral, o bien ante las letras monumentales de la ciudad de Mérida.
Atraídos por la seguridad que prevalece aquí desde hace muchos años, los visitantes caminan con toda tranquilidad por las calles de esta capital, lo mismo de día que de noche.
En la Casa de las Artesanías examinan y compran textiles bordados, blusas con estampados de flores o tejido de punto de cruz, así como atractivas carteras de tela con bordados.
Otras jóvenes adquieren pulseras, collares, dijes y toda clase de accesorios de fantasía, pedrería y conchuelas.
También tienen demanda los artículos de madera de tallada, como los batidores de chocolate, tamuladores, recipientes para salsas, ruedas calendáricas mayas, así como dulces de la región y algunos licores, como el Xtabentún.
Pausa refrescante
A un costado de Palacio Municipal, en los establecimientos que comercializan aguas frescas, helados y nieves, las mesas estaban llenas de visitantes.
Las aguas o sorbetes se elaboran con frutas de la región, como limón, mamey, coco, crema morisca y melón.
En algunos restaurantes de comida típica yucateca del primer cuadro de la ciudad había cupo completo y, en uno que se ubica sobre la calle 62 por 57, había una larga fila de personas en esperan que se desocupara alguna mesa para entrar.
La familia Carvajal Garza, procedente de Monterrey, Nuevo León, llegó atraída por el clima caluroso, la paz y la tranquilidad que prevalecen en la ciudad.
Sergio Carvajal Garza, el más joven de ellos, mencionó que llegaron a Yucatán no sólo por las playas, sino también atraídos por el sabroso patrimonio gastronómico.
El entrevistado aseguró que, en la mañana, probó los tradicionales tacos de cochinita, luego a las 11 a.m. degustó unos salbutes de relleno negro y pezuñas rebosadas.
Cuando lo entrevistamos se disponían a comer papadzules, así como relleno blanco y todo lo que puede entrar al estómago.
–Total son días libres, ya después se queman las calorías, dijo.
“Se voló la barda”
Algunos de los visitantes compraban productos de la región como jabones hechos de concha de nácar, botellas de miel y jalea real, en tanto que otros fueron a la zona del mercado en busca de condimentos, chile habanero, pepita de calabaza, así como para degustar toda clase de antojitos regionales.
Juan Carlos Soriano Martínez, procedente de Saltillo, Coahuila, mencionó que las temperaturas en ese Estado norteño oscilan entre los 8 y 25 grados, pero Mérida “se voló la barda” con los 40 grados que sufrieron hace algunos días, mucho más calor que en Saltillo, porque en ese Estado el calor es seco, no hay tanta humedad como aquí Mérida.
Los comerciantes de artesanías, guayaberas y ropa típica yucateca registraron buenas ventas, aunque también se reportaron abusos en los precios de las guayaberas hechas de tela conocida como 80-20, que eran comercializadas hasta en dos mil pesos, ni qué decir de algunos enganchadores que se la pasan acosando a los visitantes.
Algunos turistas que llegaron en plan de austeridad se limitaban a comprar agua purificada, perros calientes o hamburguesas en las tiendas de conveniencia o en las franquicias.
Los visitantes extranjeros tomaban fotografías de los edificios históricos o se retrataban teniéndolos como fondo.
Molestias
Se les preguntó su opinión sobre la arquitectura y el estado que guardan algunos edificios del Centro Histórico.
Su respuesta no fue muy favorable, pues señalaron que algunas fachadas de predios se ven afectadas por rótulos y logotipos de las casas comerciales.
Asimismo se quejaron porque no hay suficientes sitios para estacionar y porque, al menos ayer, agentes de la Policía Municipal llenaron de conos toda la calle 61 e impedían que los turistas se detuvieran un momento en sus vehículos.
Por otra parte, muchos visitantes se desplazaron a las playas, las zonas arqueológicas, los cenotes y las grutas.
(José Manrique)