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Yucatán

Saborín, boli o bolivita, de Yucatán para el calor

Conrado Roche Reyes

Parece ser que cierto y muy popular refrescante tiene su origen en estas tierras del Mayab, dadas las altas temperaturas que nos atacan durante las cuatro estaciones del año. Se trata de una especie de granizado o raspado como le llaman en otros lares. Es por la categoría de elementos que más refresca, ya que está fabricado precisamente con hielo hecho granizo y con diferentes frutas y sabores para deleite de los yucatecos.

Sus presentaciones y nombres varían según el lugar o la patente del fabricante. Es así como aun en otros países es degustado con los nombres de boli, bolivita, saborín, congeladas, vikingo, etc.

Parece ser que el original boli tuvo su origen en el establecimiento emeritense llamado “El Sufragio” (valles 69 x 42) hace ya más de ochenta años. Venía en forma ovalada y envase de plástico” -el nuevo “enemigo público número uno” (vulgo, un distractor más) y era muy consumido. De pequeño sólo conocía al boli o bolivita, que eran sinónimos.

Nada más sabroso que el dar chupetones a un sabroso boli de uva, que es el más expendido, o de cualquier otro sabor. Sin embargo, no queda ninguna duda que hasta el hombre más galán o la mujer más guapa quedan con cara de ¡fo! en el acto de absorber con desesperación el hielito para que éste llegara a la boca y saborearlo. Pero de que tuvo gran demanda, ni quien lo dude. “El Sufragio” y sus propietarios se sienten muy orgullosos de ser los primeros en introducir tal extraño -en su forma-, grato y refrescante granizado.

Posteriormente, parece ser que a principios de los años sesenta, el señor Mariano Castillo Castro lanzó al mercado el mismo tipo de granizado, pero ya no en su forma de óvalo, sino que este nuevo tenía, o tiene porque aun se consume, forma alargada y se llamó “Saborín”. Fálico, refrescante y de variados colores y sabores. Es una costumbre mirar por las calles meridanas a gente con su boli en mano, chupando con fruición. A las jovencitas se le ve hermosas con su alargado saborín, no así a los varones que, al igual que beber con popote, no queda de otra. A todos nos queda cara de entupidos.

Tanto el saborín como el boli tienen sus ventajas, además de la litigación de este calor levantino que padecemos. Es durable, ya que para ingerirlo, se le tiene que hacer un agujero, a mordiscos, entonces, como el hielo es semi durísimo, es de larga duración el “gastarlo” como decimos acá por “terminarlo” . Y además tenía otros fines aviesos.

Por ejemplo, en la escuela, el mozo ventero “Panchoyo”, que entre otras cosas vivió hasta los 579 años y estaba exactamente igual a como lo conocí, un mayan Dorian Grey, los chamacos le compraban el boli o saborín más duro, casi relleno de cemento, y lo utilizaban como proyectilo!

Esta bebida, ahora que estamos literalmente invadidos de turistas, en un 90 % nacionales, éstos, los huaches, se asombran por dicho granizado. Es imposible mirar por las calles del centro y alrededor del Monumento a la Patria, a los turistas nacionales no andar con su saborín y su imprescindible algo, lo que sea, en la cabeza. Saborín, la bebida más barata y popular de Mérida y poblaciones circunvecinas con sus competentes banderilleros. Perdón, esto es un anuncio de la feria de Izamal.

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