Roldán Peniche Barrera
Yucatán Insólito
Hemos hablado en entregas pasadas de tres de las residencias progreseñas más sofisticadas al mediar el siglo pasado, tal como lucen (o lucieron) ante la perspectiva de nuestra época. Recordamos porque las vimos muchas veces durante nuestras temporadas en la playa los meses de julio y agosto.
La de dos plantas de don Rafael Salazar
La casa que ocupábamos en las vacaciones, la del Prof. José González Beytia, ubicaba casi justamente enfrente de la de don Rafael Salazar Trejo, exitoso político de su tiempo. Era amplia, de dos plantas, pintada de blanco y con un corredor frontal amplísimo cuyo techo sostenía varias fuertes columnas redondeadas. Al fondo del corredor podía verse los ventanales de la residencia a la que nunca accedimos. Y es claro, don Rafael era un hombre de edad y nosotros sólo unos niños. La casa estaba sólidamente construida y aunque no ubicaba en primera fila, don Rafael había adquirido el lote justo enfrente de su predio donde sólo había arena y podía admirarse el mar sin necesidad de estar demasiado próximo. Parece que todavía existe la mansión pero un tanto cambiada y quizá haya sido convertida en algún negocio por los nuevos propietarios. Lo único malo es que en el predio vacío han sido construidas casas o departamentos y ya no se contempla el mar.
“El Pastel” de la familia Reyes Bolio
Nosotros -siendo adolescentes- podemos presumir de haber visto levantarse esta insólita casa a fines de los 40. Quien tuvo la extraña idea de fabricarla en forma de pastel fue don Víctor Suárez Molina y ahí hacía temporada la familia del propietario teniendo nosotros como único amigo de ella al hijo de don Víctor, Iñigo, que llegó a ser piloto y falleció en un accidente aéreo. A Iñigo se nos juntaba Beto Faller, otro amigo de la época y nos gastábamos largas tardes en amenas conversaciones juveniles (Beto también ha fallecido). Con el tiempo la familia Reyes Bolio adquirió El Pastel y lo mantuvo por años. El predio ya era una atracción turística por su original estilo donde imperaba el cristal. Recientemente quisimos dar fe de su destino pero, arruinada del todo, aguarda su pronta demolición.
De Alfonso Hiram García Acosta:
LA HEROICA Y HERMOSA CUBA
Hiram García Acosta es un yucateco-cubano (o cubano-yucateco), no porque hubiese nacido en la Isla Bella, sino por su acendrado amor por esa tierra y sus innumerables estancias en ella, siempre enamorado de su folclor, su arquitectura, su defensa épica contra el Imperialismo y en especial, su música, la que conoce “de profundis”.
Hará algunas semanas, Hiram puso en nuestras manos, a modo de obsequio, el documentado libro de su autoría “Atisbando Cuba: La Heroica y Hermosa Cuba”, en el que da amplio espacio a todos los aspectos que tienen que ver con la Cuba de ayer, de hoy y de siempre. Y es que Hiram fue redactando, a través del tiempo, diversos artículos, ensayos y crónicas que recogen visiones de la historia, la literatura, los sitios turísticos, la Revolución, la música y muchos otros temas enriquecidos con estupendas fotografías (muchas del propio autor), todo lo cual constituye, además de sus valores intrínsecos y culturales, una suerte de guía para el lector, para el viajero que pretende visitar Cuba.
En futuras entregas iremos publicando porciones de este notable volumen-homenaje a la patria de Martí y Fidel. Por hoy bástenos copiar para los lectores de POR ESTO! los primeros once versos de “Baracoa”, que Hiram compuso “in situ” hace casi 30 años:
BARACOA
Baracoa es la noche que acaricia la montaña
el viento helado le habla a las estrellas,
de altas cumbres de pinos, de borrascas
y al fin con miedo les dice que las ama.
Surgiendo en el suave silencio de la bruma,
un canto suave, lejano, misterioso,
canto dulce, de Sol y de mañanas,
que habla de flores, de amores,
de nostalgias.