Por Cristóbal León Campos*
Nos faltó un amanecer
en el acantilado de los miedos
entre el silencio y los prejuicios
donde los gusanos hurgan las tripas desolladas
y la justicia acostumbra vestirse de migajas.
Nos quedamos sin horas
para recorrer las tumbas de los hijos escondidos.
Acostúmbranos a la infamia en la risa
no tuvimos un instante más.
Fragmentos en que la caricia se anida
igual que el fugaz desvelo de los lirios.
Quedan las huellas de las manos sin promesas
que deshojaron los misterios recostados en la arena.
Y ahora; nada...
* Integrante del Colectivo Disyuntivas