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Los maestros también pueden llorar

Roger Aguilar Cachón

El próximo miércoles 15 de mayo, se celebra en todo México el día dedicado a los maestros de todos los niveles, en este día ellos gozan de la simpatía de todo el mundo, incluso de los locutores que durante todo el año “despotrican” contra ellos diciendo que no trabajan y que siempre tienen “puentes”. Es un día para halagos y felicitaciones, abrazos y regalos, comidas y demás. Y luego el 16 de mayo se regresa a la triste realidad, a aquella en donde sin importar algún problema deben de ir a trabajar y continuar su labor ante la vigilancia sin tregua de los administradores de las escuelas y de los inspectores, hoy supervisores que se pasan la vida viendo cómo molestan y fastidian a los maestros.

Hoy, y haciendo alusión a los festejos del Día del Maestro, quiero hacer una analogía con aquella serie televisiva denominada Los Ricos También Lloran, y transformándola en Los Maestros también pueden llorar, es importante este tema porque en la práctica diaria de los docentes de hoy día y de años atrás se presentan algunas situaciones que ellos pasan, sin ver las autoridades que dedican su vida a la enseñanza y que son y fueron ellos los que enseñaron a leer y escribir a aquellos que ponen trabas en su labor dentro y fuera de las aulas.

Los Maestros también pueden llorar, cuando en el momento de su merecida jubilación tienen que esperar hasta tres meses para recibir su primer cheque, esto pasa cuando los jubilados son personas comunes y silvestres, ya que cuando son supervisores o maestros que han estado en alguna posición política en el gobierno o algún sindicato, el pago se realiza como si estuviesen en servicio, sólo tienen que esperar un mes. Mientras que los maestros comunes tienen que esperar, en el mayor de los casos, el mes de diciembre para no verse afectado en el pago de sus aguinaldos y con el pago de éste poder subsistir antes que sean requeridos para su primer pago.

Los Maestros también pueden llorar, cuando ven que las exigencias de las autoridades educativas son cada vez mayores y esto no es para la mejora de su trabajo, ya que la administración escolar (dirección y subdirección) y la supervisión escolar se la pasan pidiendo documentos que seguramente mis caros y caras lectoras no se imaginaran son muchos y que de seguro será para justificar el trabajo de la supervisión escolar, que dicho sea de paso la mayor parte de los docentes ignora cuál sea su papel.

Los Maestros también pueden llorar, cuando ven las injusticias que se cometen en sus centros de trabajo, cuando alguno de los alumnos les falta al respeto o se burla de ellos y se convierten en burla de los propios educandos, ya que al ser reportados a la administración de la escuela la reprimenda que reciben es un “no vuelvas a hacerlo”, esto hace que el problema no se resuelva y en el futuro puedan ser víctimas de ellos.

Los Maestros también pueden llorar, cuando se exige a la administración escolar les informe sobre los ingresos que se tienen durante todo el año, ya que no se ve en qué pueden ser utilizados los mismos. Si alguno se atreve a preguntar por ello, se expone a algún grito o regaño del responsable de la escuela.

Los Maestros también pueden llorar, al ver que las vacantes que hay en la escuela (del de la tinta) no se les pregunta si alguno de los maestros puede cubrirlas o bien si hay algún pariente que pueda cubrir alguna plaza de tiempo completo por algún tiempo razonable y de repente vemos que son cubiertas por hijos o hijas de los responsables de la misma.

Los Maestros también pueden llorar, cuando son exhibidos por las autoridades educativas si alguno de ellos tiene alguna falta en su labor docente, pero nunca son reconocidos por su labor diaria, que aunque sea su trabajo aún con alguna enfermedad están en sus aulas cumpliendo.

Los Maestros también pueden llorar, cuando la sociedad los estigmatiza cuando hay puentes y sin pensar, asumen que también los sábados y domingos son días de trabajo, por ejemplo cuando se da el lunes por alguna razón, la sociedad en su conjunto dice, los maestros tendrán puente de tres días, cuando en realidad es uno solo.

Los Maestros también pueden llorar, cuando ven que a algunos políticos al término de su trabajo (cuando más de seis años) se les da un bono de retiro de miles de pesos el día de su separación de cargo y ellos, como dije líneas arriba, tienen que esperar tres meses para su primer cheque sin pago extra de retiro.

Los Maestros también pueden llorar, cuando ven que el aumento que se le autoriza cada año no es el suficiente para solventar sus gastos y tener una vida digna, esperemos en esta 4T las cosas sean diferentes y les permita tener un respiro en su vida.

Los Maestros también pueden llorar, cuando los días de Consejo Técnico Escolar saben que perderán una jornada de trabajo cuando asisten para no hacer algo productivo y no ven algún provecho ya que las personas que son las encargadas de conducir estas reuniones, ceden su trabajo a algún prefecto (que en el caso de mi escuela hace labores de dirección y subdirección, olvidando su trabajo de origen).

Los Maestros también pueden llorar, cuando ven que cada año tienen que atender a alumnos con problemas de aprendizaje o de capacidades diferentes y no se tienen las herramientas para hacer frente a esta situación y las autoridades sin hacer algo al respecto. Sería conveniente que los Consejos Técnicos Escolares sirvieran para tener algún curso para poder afrontar estas situaciones con alumnos con algún tipo de necesidad especial.

Los Maestros también pueden llorar, cuando ven que las autoridades educativas exigen que el número de reprobados sea el mínimo, haciendo que los maestros tengan que pasar a la mayoría de ellos sin que ellos tengan los conocimientos necesarios para aprobar el trimestre. La dirección y la supervisión dicen que si no se hace esto nuestra escuela será focalizada y los ATP (asesores técnico pedagógicos, si, con minúsculas porque dicho sea de paso no sirven para nada) visitarán más seguido la escuela, como si eso sirviera para algo.

Cada vez, mis caros y caras lectoras, los profesores, maestros o docentes se pelean contra la pared para lograr que sus alumnos tengan y obtengan los conocimientos básicos en sus asignaturas, y esto sólo se lograra mediante la participación de los padres de familia, del apoyo de la dirección y sin la metida de mano de la supervisión que no sabe cómo se realiza la labor educativa, ya que los que viven a diario este problema y están en el proceso de enseñanza aprendizaje son los maestros, sí, los que están con sus hijos la mayor parte del día y que de vez en cuando necesitan un reconocimiento a su labor.

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